Cambio

Fernando Gómez
24 de julio de 2007

La cartelera de cine en Colombia no difiere mucho de las demás carteleras del mundo: el noventa por ciento de la oferta es comercial y, por supuesto, tiene fines comerciales, como corresponde a las intenciones de cualquier industria. Así, grandes bodrios ocupan la mayoría de las salas durante varios meses, mientras que las películas de algún nivel artístico quedan relegadas a una o dos salas, y a duras penas se sostienen durante tres semanas. Aun así, creo que la oferta ha mejorado notablemente. Hace quince años era muy difícil hallar en cartelera más de una película de cine independiente. Hoy hay más de un distribuidor independiente y con exhibidores dedicados casi en exclusiva a consentirlos. De manera que si la oferta comercial se ha multiplicado por la fiebre de los llamados multiplex, la del cine independiente también ha experimentado un crecimiento considerable. Por supuesto, todavía hay películas que uno quisiera ver y que se quedan por fuera del circuito por falta de fechas y de salas disponibles, pero no hay que soñar con que el evidente desequilibrio entre la basura y el cine vaya siquiera a variar.