Almudena Grandes y su última novela

Con el corazón hirviendo

La escritora española estuvo en Bogotá para participar en una conversación en el marco de Bogotá Capital Mundial del Libro. Es una mujer prolífica, valiente, con una escritura que se atreve a desentrañar el oscuro pasado de la hórrida España del franquismo.

Lula Gómez
22 de octubre de 2007

De pequeña hacía de árbol en las representaciones de Navidad porque su aspecto moreno y robusto le dejaba fuera del papel de virgen. Quizá de esa anécdota, le quedan la robustez, el arraigo y el gusto por saber de dónde viene. Su última novela, El corazón helado, es un viaje a la memoria de una guerra, la española.

Almudena Grandes es fuerte, su apellido y cuerpo le acompañan: supera el metro setenta y muchos y su voz es fuerte y arrolladora, como su prosa: clara, contundente, molesta para algunos y apasionada, en verbo y alma. “Lo que nos diferencia como seres humanos no es que seamos racionales, sino que somos seres deseantes, capaces de poner en juego todo lo que tenemos para conseguir un deseo”, señala la escritora. Ella siempre quiso escribir. Y lo hizo (empezando de negra y ahora como una de las grandes autoras españolas. También quiso amar y lo hace de forma absoluta, a su familia).

De su primer libro, Las edades de Lulú, escrita cuando la autora no cumplía ni treinta años, Mario Vargas Llosa dijo: “Sorprende que, en su primera novela, la autora construyera la historia con semejante brío, seguridad y solidez y creara un personaje tan rico en matices, atrevimientos, un espíritu tan reacio a la domesticación y al compromiso, al lugar común y al escarmiento, como la traviesa Lulú”.

Desde esa novela erótica, ganadora del Premio Sonrisa Vertical, llevada al cine, traducida a 21 idiomas y que catapultó al éxito a la autora, han pasado muchos libros: Te llamaré viernes (1991), Malena es un nombre de tango (1994), el conjunto de cuentos Modelos de mujer (1996), Atlas de geografía humana (1998), Los aires difíciles (2002), Mercado de Barceló (2003), Castillos de cartón (2004), Estaciones de paso (2005) y El corazón helado (2007), una novela donde reconstruye la historia sentimental de dos familias opuestas ideológicamente que vivieron de distinta forma la guerra, el exilio, la transición y el franquismo. En ella toca un tema que todavía duele en España: la memoria histórica, el derecho a recordar de los que perdieron la guerra que desangró España durante los tres años que duró (1936-1939) y durante los decenios de la posguerra, que sepultó a cientos de miles de muertos y calló a medio país. “Fue necesario que llegásemos a la generación de los nietos para poder contar y preguntar”, afirma la escritora.

En esta última obra, más que en ninguna anterior, su voz de literata se une a la de la ciudadana en una necesidad por hacer justicia indisociable a su condición de escritora y de habitante de un lugar donde se silenció la historia por miedo, en unos casos, y por vergüenza, en otros.

Porque Grandes, nacida en Madrid en 1960, es hija, como toda su generación, de un silencio que la ha hecho escribir mil páginas de un tema hasta hace poco contado casi exclusivamente de forma heroica. “Hay que narrar otras historias menos románticas, más brutales y que tienen mucho más que ver con lo que ha pasado en este país y con lo que está pasando ahora mismo. Hay que escribir de las consecuencias de la guerra en la clase política española, en la vida cotidiana, en la configuración de este país como nación. En España hubo una Guerra Civil sangrienta, feroz, salvaje, que mató a un millón de personas pero que mató muchísimas cosas más”.

Políticamente comprometida con la izquierda, Almudena Grandes queda hoy a años luz de los argumentos y el lenguaje con los que se dio a conocer, la novela erótica, una temática que ella considera caduca por haber muerto de éxito. Su próximo trabajo también indagará en la historia y Grandes cuando piensa en futuro cita Los Episodios Nacionales, una colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas por Benito Pérez Galdós, redactadas entre 1872 y 1912, que insertan en los acontecimientos históricos personajes de ficción. Es como si esta última novela –tremendamente documentada–, que toma nombre de la cita que abre el libro: “Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”, del poeta Antonio Machado (1875-1939), marcara un antes y un después en su escritura y búsqueda. El periodista y escritor Juan Cruz dice de ella que jamás volverá a los mismos argumentos, pues ha concentrado sus energías en combinar, para la novela, la historia social y la historia sentimental de España. “Seguro que su matrimonio con Luis García Montero y las nuevas amistades que esa unión le propiciaron
–Ángel González y Caballero Bonald, Joaquín Sabina– tienen que ver con su asunción de asuntos que ahora la han convertido en un icono progresista de los lectores, los numerosos lectores que leen sus novelas para entender su propio mundo”, afirma. Así es Grandes: una mujer a la que le gustan los personajes derrotados, los ambiguos, porque dice que son mucho más parecidos a la realidad y quizá porque ellos explican la cita con la que cierra El corazón helado, también de Antonio Machado. La proclamó el poeta antes de que se acabara la Guerra Civil española y en ella daba por ganadores a los que perdieron la contienda, los republicanos como él y como Grandes: “Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores, todo está claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente no estoy tan seguro... Quizás la hemos ganado”. De esas verdades son las que parece irremediable seguirá hablando la escritora, unas historias que algunos prefieren no recordar.