Felipe Aljure, director de La Gente de La Universal, entre otras películas, cree que para que el cine nacional mejore hay que patrocinar muchas películas, aunque no sean las mejores.

CULTURA.

Días de cine colombiano

Del 20 al 26 de octubre se celebra la Semana del Cine Colombiano. Expertos analizan cuáles han sido sus logros y qué le falta.

18 de octubre de 2008

El cine colombiano está de fiesta. Del 20 al 26 de octubre se celebra la Semana del Cine Colombiano. Un evento en el que, además de proyectarse gran cantidad de largometrajes, cortos y documentales en salas y centros culturales de todo el país (los canales de televisión también programarán cine colombiano en sus espacios de cine), se llevarán a cabo diversos eventos académicos -entre ellos el Foro Semana ‘Sí hay cine colombiano. ¿Para dónde va?’ que se llevará a cabo el martes 21 de 9 a 12 en el Museo El Chicó - y la Imaginatón, en la que participan miles de colombianos que grabarán una película de un minuto. Además, el jueves, en el Teatro Faenza, de Bogotá, se entregarán los Premios Nacionales de Cine y de los Premios del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico.

Para reflexionar acerca del estado en que se encuentra el cine colombiano, SEMANA entrevistó a cinco expertos que miran el cine desde ópticas diversas. David Melo, director Nacional de Cinematografía del Ministerio de Cultura; Felipe Aljure, director de La gente de la Universal y El Colombian Dream; Pía Barragán, de Cine Colombia; Mauricio Reina, economista, investigador de Fedesarrollo y crítico de cine, y Clara María Ochoa, productora de películas como Soñar no cuesta nada.

SEMANA. ¿El apoyo que han recibido directores y productores desde la Ley de Cine se ha visto reflejado en una mayor cantidad o calidad del cine colombiano?

David Melo. La ley de cine sin duda ha generado calidad y cantidad. Nuestro indicador de calidad es la participación en festivales internacionales, cuyos curadores tienen los más exigentes criterios para escoger las películas. Hemos sido seleccionados en la competencia oficial de San Sebastián, Berlín y Sundance, además en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes; nuestras películas de ficción, documentales y cortometrajes han participado en más de 50 festivales internacionales durante los últimos tres años. En términos cuantitativos, hemos triplicado el número de estrenos de películas colombianas en salas de cine y tenemos el indicador más alto en América Latina -por encima de Brasil, Argentina y México- de participación de público local que asiste a ver películas nacionales: 12 por ciento.

Felipe Aljure. Yo creo que el apoyo se ha recibido desde la Ley de Cultura en 1997 y desde la ley de cine a partir del 2003 y la combinación de ambas se ha visto reflejada en una mayor cantidad de películas y esa mayor producción ha creado una base para que empiecen a aparecer mejores calidades en nuestras películas.
Es decir, el que oye olvida, el que ve recuerda y el que hace aprende. Hacer es lo que nos ha enseñado. Para que se cumpla la verdad de a puño de que alrededor de un 10 por ciento del cine de un país "vale la pena", hay que producir por lo menos 10 para que se destaque alguna. Esa es la aritmética a la que estamos llegando hasta ahora... Cien años tarde...

Pía Barragán. El incremento de películas es notorio. De tres películas en promedio que se estrenaban en los noventa, hoy pasamos a casi 10 ó 12 estrenos por año. En cuanto a la calidad, se hacen películas de todo tipo. Hay cintas que sí brindan una mirada refrescante y permiten abrir mejores perspectivas para el cine colombiano: El Colombian Dream, Apocalipsur o Perro come Perro son un muy buen ejemplo de este tipo de cine.

Mauricio Reina. La Ley ha tenido un efecto evidente en la cantidad de cine colombiano que se produce, se estrena y es visto por los espectadores. Hace diez años se estrenaban dos o tres películas colombianas por año y hoy los estrenos anuales superan la decena. Lo más importante es que la gente las está viendo: las películas colombianas son responsables de alrededor del 10 por ciento de la taquilla nacional, cifra que no estaba en las cuentas de los más optimistas. El efecto sobre la calidad es menos evidente y más difícil de cuantificar. Aunque la calidad del cine colombiano es bastante irregular, es más fácil encontrar cosas buenas en diez estrenos anuales que en sólo tres. Entre muchas cosas grises se cuelan algunos destellos de calidad. Además el mayor volumen de películas ha permitido avanzar hacia la profesionalización de la parte técnica, con lo cual ya es usual que las películas colombianas se puedan ver y se puedan oír, condiciones básicas para avanzar hacia una buena cinematografía que hace unos años eran un lujo.

Clara María Ochoa. La Ley de Cine ha estimulado ante todo el crecimiento de la industria cinematográfica y la consolidación de empresas productoras de cine como CMO Producciones. La cantidad ha subido en la medida en que hay más herramientas, recursos e incentivos que han repercutido en el aumento de la producción cinematográfica, sin embargo eso no tiene que ver con la calidad teniendo en cuenta que cada película es un producto independiente. Eso sí, entre más cine se haga habrá mas posibilidades de encontrar películas de mayor calidad y también de profesionalizar cada uno de los oficios que intervienen en la realización de una película.

SEMANA. Una de las críticas que se le sigue haciendo al cine colombiano es que está muy pegado a las figuras y a los formatos de las telenovelas. ¿Qué tan cierto es eso y qué tanto afecta las posibilidades de que el cine colombiano sea atractivo en mercados internacionales?

David Melo. En toda cinematografía los realizadores tienen distintas intenciones. En Colombia tenemos desde directores que defienden el lenguaje cinematográfico clásico hasta quienes reivindican que el cine colombiano es heredero de la tradición televisiva , pasando por apuestas que incorporan los nuevos lenguajes audiovisuales como el video-arte. Y no es un caso colombiano. Recientemente estuvo en el Festival de Cine de Bogotá el director inglés Peter Greenaway quien ha manifestado que “ya no se hace cine en el mundo” y de él se ha dicho que es un amplificador del video-arte. En Colombia hay una diversidad de realizadores con una diversidad de planteamientos estéticos.

Felipe Aljure. Creo que hay mucho de cierto en eso pues la alfabetización audiovisual de este país quedó a cargo del cine extranjero para la transculturización de la primera mitad del siglo 20 y de la televisión para afianzar valores nacionales en la segunda mitad, a fuerza de no tener un cine propio. Eso hace que los patrones de lectura audiovisual de nuestros conciudadanos pasen por la gramática de la telenovela y esté la audiencia menos dispuesta a otras narrativas. Esto sin embargo no ha impedido que otras pelícuals escritas con una caligrafía menos ‘soap opera’ hayan encontrado un nicho de espectadores que probablemente se han convertido sin proponérselo en la "resistencia" audiovisual.

Pía Barragán. Un buen actor puede ser bueno en las tablas, en la televisión o en el cine. Y hay aportes que el cine ha tomado de la televisión. Pero un lenguaje pobre, en términos cinematográficos, es pobre aquí y en cualquier lugar del mundo. Y para competir en el mercado internacional se necesitan muy buenos productos en todo sentido. El cine colombiano no puede sobrevivir solamente con la taquilla local, y para buscar otros horizontes necesita no sólo mejorar su calidad sino ser más rentable y tener un muy buen soporte de distribución.
 
Muricio Reina. Eso es cierto para uno de los modelos de producción de cine que se vienen perfilando: el que simple y llanamente busca hacer televisión en cine. Sin embargo, hay por lo menos otros dos modelos que se vienen insinuando: el de hacer cine-cine, que intenta producir proyectos de cierto valor artístico con viabilidad comercial, sin recurrir a los ganchos de las telenovelas; y el cine de autor, que mal que bien saca la cara por lo menos dos veces cada año. La pregunta es si esos tres modelos sobrevivirán con el paso de los años o si los dos últimos serán devorados por el de la televisión en cine.

Clara María Ochoa. Colombia no es un país con tradición cinematográfica. A medida que han aumentado la cantidad de películas realizadas por año, tanto productores como directores estamos encontrando un lenguaje propio. Pero pienso que es la manera de contar las historias lo que hay que comenzar a trabajar. Siento que tratamos los temas de una manera un poco superficial y deberíamos comenzar a profundizar sobre lo que se esta contando y sobre las sentimientos y sensaciones. Hasta ahora la mayoría de las películas en el país se quedan en la anécdota pero no ahonda en la esencia, no vamos más allá, es hora de tocar las fibras del espectador.

SEMANA. ¿Qué le hace falta al cine colombiano para tener una aceptación en otros mercados, tanto como industria como propuesta estética?

David Melo. Para lograr que el cine colombiano se distribuya y exhiba más allá de nuestras fronteras estamos realizando rigurosos procesos de selección de los guiones de mayor calidad, ofreciendo alternativas de financiamiento e incentivando su distribución internacional. Ya tenemos los primeros resultados con películas como Paraíso travel, Perro come perro o Satanás.
 
Felipe Aljure. No buscar aceptación en esos mercados y simplemente dedicarse a ser cine y no cine colombiano. Esta afirmación necesita el nivel de radicalidad que contiene en el caso del cine lenguaje, del cine no comercial, del cine... Sin embargo, en el caso del cine comercial, del que se interesa más en hacer películas que cine, las lógicas operan distinto y son válidas también pues de la mano de una industria más desarrollada tiene más oportunidades el cine no comercial.

Pía  Barragán. Hay que tener en cuenta que somos un país inmaduro y con una cinematografía muy joven. Y también tenemos un público en formación, que no está interesado en mirarse a sí mismo, que le duele verse reflejado en el espejo. Apocalipsur, Perro come Perro o Yo soy otro no han sido grandes éxitos taquilleros, y han tenido un muy buen recorrido de festivales internacionales. Vamos a ver qué pasa con el próximo estreno PVC-1, de Spiros Stathoulopoulos, que viene con 11 premios a cuestas.

Mauricio Reina. Las películas colombianas no han funcionado mucho afuera por los siguientes motivos: (i) las que son televisión en cine están muy pegadas a las telenovelas (y esas se ven gratis); (ii) las que son de cine-cine suelen tener deficiencias de guión o no tienen tramas de interés universal; y (iii) el cine de autor enfrentan la cruda realidad de ese cine: en ninguna parte tiene gran éxito comercial. En cualquier mercado deberían funcionar películas que estén bien realizadas, que tengan historias de interés universal y que estén bien contadas, vengan de donde vengan. Si en Colombia sobreviven los tres modelos de cine que se insinúan, poco a poco deberían ir llegando películas con esas condiciones, pero si triunfa sólo el modelo de TV...

Clara María Ochoa. Hay que hacer películas no tan locales que además tenga posibilidades de mejor distribución, seguir subiendo en calidad técnica y en profesionalizar a nuestros técnicos, en buenos guiones, en profundizar en la forma como abordamos nuestras múltiples realidades, pero sobre todo en unirnos como gremio para comenzar a hablar el mismo idioma, para ponernos de acuerdo en lo que es importante para seguir haciendo del cine colombiano una verdadera industria y para que en el futuro nuestros cineastas crezcan profesionalmente en un país que ya tenga una tradición y un cine que sea reconocido mundialmente.

SEMANA. ¿Cree usted que la desaceleración de la economía va a afectar el futuro inmediato del cine colombiano? Y en dado caso, ¿qué medidas se podrían tomar para fomentar el cine en un escenario de menor prosperidad?

David Melo. Resulta fundamental mantener el compromiso del Estado en el financiamiento y el desarrollo de políticas de fomento al cine colombiano. Y garantizar el desarrollo de proyectos de la mayor calidad, para mantener el interés de empresas privadas que además reciben por la ley de cine importantes estímulos fiscales.
 
Felipe Aljure. Creo que nos va a afectar, pero nos afecta más la tendencia a mirar y aplaudirnos por el éxito cinematográfico del decenio que terminó en el 2007, y un año después de iniciado un nuevo decenio audiovisual no tener una mirada clara hacia adelante, hacia los pilares sobre los cuales debemos construir el decenio que está en curso, el segundo peldaño de la escalera audiovisual que empezamos a construir con un siglo de retraso... Es importante defender nuestros logros, pero es igualmente importante crear un futuro que incorpore las nuevas realidades del cine nacional e internacional y sus potencialidades, so pena de estirar demasiado la piel ya tensa del éxito actual y probablemente desgarrarla.

Pía Barragán. Apretarse el cinturón siempre es bueno. A los inversionistas hay que mostrarle ganancias reales, o de lo contrario no vamos a tener promotores que decidan apoyar la industria. Y, siempre, las películas que mejor funcionan son las que ofrecen buenas propuestas estéticas, con calidad cinematográfica y presupuestos sensatos. Hay que volverse más creativos en épocas de vacas flacas, explorar métodos no convencionales de comunicación, hacer campañas "de guerrilla" con el público e invadir la web, por ejemplo.

Mauricio Reina. Por supuesto que una desaceleración económica se refleja en la taquilla y por tanto en los recursos disponibles para la ejecución de la Ley. Sin embargo, una caída de 10 por ciento en la taquilla (por poner una cifra aproximada para la magnitud de la desaceleración que se espera) no sería de vida o muerte para la Ley ni para el Fondo de Desarrollo Cinematográfico. Si el cine colombiano conserva su participación actual en el mercado nacional, en todo caso podría llegar a cerca de dos millones de espectadores en un escenario de desaceleración que representara una caída de 10 por ciento en la taquilla, cifra que en todo caso es suficiente para que triunfen o fracasen el mismo número de películas colombianas que triunfan o fracasan hoy en día. Más complicada que la desaceleración sería una caída de la participación del cine colombiano en la taquilla total o que siga avanzando el efecto devastador de la piratería.

Clara María Ochoa. Con o sin desaceleración, en el cine colombiano se ha hablado de un boom y como todo boom tiene que estabilizarse. Pienso que hay que fortalecer los incentivos por parte del Gobierno nacional y saber usarlos y responderle a los inversionistas por parte de los productores. Hoy en día los costos de producir una película son altos. En el caso del negativo y los costos de laboratorio debemos pagar los mismos precios que cualquier otro país. Para que el negocio del cine siga funcionando en Colombia debemos cuidar la ley que tenemos, cuidar a los inversionistas y hacer que para ellos sea atractivo como negocio invertir su dinero en el cine. Otra medida para fomentar la realización del cine en nuestro país es estimular las coproducciones, pues es allí donde además de obtener recursos de cada uno de los países se puede hacer un cine universal sin perder nuestro sello.