Baaba Maal

El resistente de Senegal

Hubiera podido ser maestro escolar, pero la vocación de este músico africano se impuso desde que su padre, un moacín, y su madre, una campesina, le inculcaron el amor por el canto.

Jorge Patiño
22 de enero de 2008

El niño tenía talento para la música. Punto. Todo lo demás en la vida de Baaba Maal coincide en muchos aspectos con lo que le ocurrió a una gran cantidad de gente de su país y de su generación, aunque casi ninguno terminó encima de un escenario, ni nominado a un Grammy, ni redescubierto para los melómanos europeos por Chris Blackwell y Peter Gabriel a través de su sello Real World.
Baal nació en la pequeña ciudad de Podor, Senegal, en 1953, cuando el país todavía era una colonia francesa. Creció en una sociedad de castas, en la que los Fula y su lengua pulaar eran una minoría étnica y lingüística; vale decir que la minoría a la que pertenece es la que se ubica en los eslabones inferiores de la cadena, la misma de la que formaron parte sus ancestros pescadores. Su pueblo, ubicado en la isla de Morfil, en el río Senegal, queda en frente de Mauritania, un estado musulmán en el que su música, después de los años, ha encontrado fuertes resistencias, particularmente por la defensa que hace de la identidad cultural de su pueblo ante la mayoría árabe.
El padre era un muecín, encargado de llamar a los musulmanes a la oración cinco veces al día, y así Maal se acostumbró a esos cantos religiosos, al sonido largo y agudo que la humanidad ha usado para fines tan disímiles como los rezos y la vaquería. La madre cantaba por puro gusto en fiestas y le enseñó a aprender las letras. Pero lo que llevó a Baaba Maal a convertirse en músico fue el deseo de entender cómo hacía su papá para cantar, y se dedicó a estudiarlo de la misma manera que un niño desbarata un radio para ver qué hay adentro.
A pesar de no ser de la casta de los Griots, los principales difusores de la música y la cultura oral en varios países de África, Baaba Maal no encontró trabas mayores para meterse en el mundo de la música, aunque hubo algunos que lo miraban con extrañeza debido a su origen. Tras haber realizado algunos cursos de música y bellas artes en Dakar, creía que iba a ser maestro y en ese oficio, dictando clases de geografía, se desempeñó durante algún tiempo.
Gracias a los viejos amigos con los que se reunía durante las vacaciones a cantar y a tocar la kora, un arpa de veintiuna cuerdas, la música siempre estuvo presente. Junto a uno de esos amigos, Mansour Seck (quien sí era un Griot), se unió a una asociación promotora de la cultura pulaar, con el que hizo sus primeras presentaciones en el oeste del país. En 1977, a los 24 años, Maal, Seck y otro músico, Mbassou Nang, formaron un grupo de música tradicional, Yeli Taaré Fouta, que más que tocar, se dedicó a viajar río arriba por el Senegal profundo, para conocer de primera mano las raíces de la música.
En ese viaje se dio cuenta de que tenía que salir de Senegal, un país que apenas llevaba diecisiete años de vida independiente y en su ruta hacia el este de su tierra descubrió que tenía que estudiar música formalmente. Por eso, en 1982 decidió ir a donde los antiguos colonos para estudiar música en el conservatorio.
Seck viajó con él a París. Armaron un nuevo grupo al que llamaron Wandama. Tocaron en universidades, asociaciones senegalesas y grabaron en Bruselas una cinta llamada Djam Leeli. La idea de ser profesor se alejaba. La muerte de su madre en 1984 fue una tragedia personal, pero también una bendición musical, porque lo llevó de regreso a Senegal (con Seck, por supuesto) y se reencontró con Mbassou Nang. Formaron Dandé Leñol, es decir, “La voz del pueblo”. En ese grupo incluyeron instrumentos eléctricos junto a los tradicionales y en las letras Maal empezó a cantar sobre asuntos sociales y con el tiempo, a desarrollar su carrera como solista.
A finales de los ochenta, Baaba Maal ya era una verdadera estrella en África. Fue entonces cuando el inglés Chris Blackwell, fundador de Island Records, descubrió la grabación de Djam Leeli y no dudó en buscar a Maal para que firmara con el sello Mango. Si bien Blackwell ayudó a que Baaba Maal tocara tierra firme en el mundo musical europeo (con Mango publicó el álbum Baayo), fue Peter Gabriel el que lo llevó a las masas, el que lo incluyó en el álbum Passion (la banda sonora de La última tentación de Cristo), el que lo invitó a su famoso festival Womad en Inglaterra, un evento en donde suelen presentarse las estrellas del folclor de todo el mundo.
A pesar del nombre de la banda Dandé Leñol, Baaba Maal no ha tenido el nivel de activismo político de artistas como el nigeriano Fela Kuti durante los años 60, quien fue vocero del panafricanismo, del socialismo, el anticolonialismo, candidato a la presidencia de Nigeria y todo un héroe para las Panteras Negras en Estados Unidos.
Al igual que otros músicos africanos de renombre (como Kuti o Youssou N’ Dour) la fama ha llevado a a Baaba Maal a convertirse en vocero internacional de los problemas del continente. Las causas personales de Maal -por ejemplo, dejar de fumar, cosa que hizo hace pocos meses- también acaban convirtiéndose en causas públicas. Desde hace cinco años sus giras no tienen entre sus patrocinadoras a firmas tabacaleras y desde que dejó el cigarrillo, ha aprovechado su condición de embajador de la onu para la juventud para dar ejemplo al respecto.
Sin desgastarse en los “ismos” de la política, Maal habla del tabaco, del derecho a la identidad cultural de las minorías o del vih que ha acabado con la vida de millones de africanos, incluida la del propio Fela Kuti en agosto de 1997. El mensaje, claro está, llega más fácil cantando que mediante manifestaciones.
Baaba Maal asegura que el discurso de la música en pulaar llega más fácil a su gente que el de un funcionario oficial con una proclama en inglés o en francés. En la revista Africa Confidential puso como ejemplo una represa que construyeron cerca de su ciudad natal. “Sin música, le pudo haber tomado a la gente diez años aceptar y entender este cambio; con música, solo uno o dos años. A diferencia de Occidente, la música no solo es entretenimiento en África”.