Especiales Semana

¿A dónde se va la plata?

El sector financiero registró el año pasado las mejores utilidades de su historia. Ahora muchos juzgan el papel que la banca desempeña en un país como Colombia. Lupa a los balances.

22 de abril de 2006

La primera en poner el dedo en la llaga fue la Iglesia Católica colombiana. La Conferencia Episcopal llamó la atención acerca del papel de un sector, que obtiene utilidades superiores a los 5,5 billones de pesos, en una sociedad como la colombiana: con muchas desigualdades. Los obispos colombianos hasta tildaron al sector de indolente.

Luego, el tema se convirtió en un asunto de agenda presidencial. El propio alto consejero Juan Lozano fue el encargado de alertar a los banqueros sobre las implicaciones sociales de su gestión y la responsabilidad que les cabía en el futuro del país.

La respuesta fue casi inmediata. La banca está ahora en una agresiva campaña para ampliar la cobertura de sus servicios, rebajar los intereses de sus líneas de crédito, especialmente la hipotecaria y hasta han lanzado pauta publicitaria en la que muestran su imagen amable ante el público colombiano.

¿Pero hasta dónde esa idea negativa de los bancos es real y cómo queda ella expresada en los balances de las entidades, que son el retrato fiel sobre su gestión?

El año pasado, todo el sector financiero (banca, corporaciones financieras, leasing, fondos de pensiones, fiduciarias, comisionistas de bolsa y compañías de seguros) registró utilidades de 5,5 billones de pesos. Sin embargo, 61,2 por ciento de esta cifra (3,4 billones de pesos) correspondió a los establecimientos de crédito, es decir, a las empresas dedicadas a captar y prestar recursos. Son estas entidades las que hay que analizar.

Estas entidades han sufrido en los últimos años un verdadero 'cambio extremo'. Hasta hace poco, una empresa financiera se limitaba a su actividad crediticia y a captar recursos para apalancarla por medio de cuentas de ahorro y CDT. Sin embargo, hoy esto representa apenas la mitad de la tarea. Actualmente, una tercera parte de los activos del sector está en inversión de portafolio: esto es, títulos y otros valores. Esas inversiones tenían un valor de 44,2 billones de pesos a 31 de diciembre de 2005. El 65,1 por ciento de ese monto (casi 29 billones de pesos) corresponde a inversiones en títulos del gobierno (TES). Esta es precisamente una de las críticas que se le hace al sector financiero, pues se señala que este porcentaje es demasiado alto y que los banqueros se han dedicado a invertir en lo que menos riesgo representa, dejando a un lado su actividad de darle crédito a la gente. No obstante, es evidente que si el gobierno sale más veces a los mercados con estas emisiones de títulos para buscar recursos, habrá un mayor apetito por parte de quienes quieren obtener una utilidad garantizada. Así que aquí también le cabe responsabilidad al sector público que ha venido aplazando un verdadero ajuste fiscal en los últimos años. Según las cuentas del Ministerio de Hacienda, en 2005 el gobierno recibió crédito neto en el mercado local por 17,6 billones de pesos, tres veces las utilidades de todo el sector financiero. Para este año el panorama es mejor, pero el crédito neto sigue siendo positivo en siete billones de pesos. La tarea está aún pendiente.

Pero las entidades también invierten en otros títulos y por ese afán de buscar nuevas inversiones, se explica que 58 por ciento del margen bruto de las entidades provenga de otros rubros distintos de intereses. En pocas palabras, el año pasado la banca recibió mejores dividendos de invertir que de prestar.

A prestar se dijo

Pero el tema de fondo es si las entidades están prestando. Uno de los compromisos que ha adquirido la banca es aumentar su cobertura de servicios a estratos bajos y reducir sus intereses. Este compromiso se expresará en más créditos para adquirir vivienda de interés social y microcréditos.

Pero esto apenas empieza. Actualmente, la cartera de crédito sigue concentrada en las empresas, el consumo y la libre inversión. El año pasado, por intereses de los préstamos otorgados, todo el sector financiero recibió 9,8 billones de pesos, lo que representa un incremento de 12,9 por ciento frente a lo del año pasado. Esto es un indicador positivo, porque muestra que sí hay interés por prestar más.

Hoy el saldo de cartera es superior a 70 billones de pesos, con un crecimiento anual de 17 por ciento. Otro dato representativo.

Pero, en las operaciones de microcrédito el terreno por avanzar es extenso. La presidenta de Asobancaria, Patricia Cárdenas, señaló recientemente que entre 2002 y 2005 se desembolsaron 4,4 billones de pesos a 763.000 microempresarios. Sin embargo hoy, por cada 100 pesos que presta la banca, sólo 1,7 van a estos sectores. Otra tarea pendiente.

¿Bajan intereses?

La contraparte en el balance de los ingresos por intereses son los gastos por intereses. Es decir, cuánto reconocen los bancos por los ahorros del público. Este rubro creció sólo 9,7 por ciento. Esto se explica básicamente, porque aumentó el nivel de las cuentas de ahorro 30,2 por ciento, mientras que el de los CDT apenas 2,5 por ciento. Este es un respiro para los bancos, porque se pueden financiar de manera más económica, ya que los intereses de las cuentas son menores a los de los depósitos a término fijo.

La queja en este caso es que no han tenido que competir demasiado para conseguir dinero del público y por eso las tasas de interés de captación siguen muy bajas. Los bancos están pagando por los ahorros del público intereses de CDT desde 2,8 por ciento para 30 días hasta 6,50 por ciento para más de un año, tasas demasiado bajas.

Otro punto crítico del sistema es el que tiene que ver con los costos financieros, los cuales crecieron el año pasado 10 por ciento al pasar de 2,7 billones a tres billones de pesos. ¿Por qué razón estos costos (los del uso de cajeros, servicios electrónicos y otros) suben más del doble de la inflación? Las quejas entre los usuarios del sistema financiero por lo que les cobran por estos servicios siguen aumentando y es diciente que este valor representa casi una tercera parte de los ingresos por intereses (la columna vertebral del negocio bancario), la mitad de las utilidades de todo el sistema financiero y casi el total de las ganancias de las entidades crediticias.

No obstante, esta tendencia también podría explicarse por un mayor uso de estos servicios de la banca y la reducción en el manejo de efectivo por parte de los usuarios. Por ejemplo, el sistema de tarjetas de crédito registró en los dos primeros meses de este año facturación por un billón de pesos, mientras que en el mismo período del año pasado había sido de 836.000 millones de pesos, un crecimiento de casi 19 por ciento.

Otro frente que de manera recurrente sale a colación cuando se critica a la banca es el de su ineficiencia. Los costos administrativos no subieron el año pasado, pero siguen representando el 50 por ciento del margen bruto, que fue el año pasado de 12 billones de pesos. Detrás de esto podría haber también inversiones en innovación tecnológica. Pero en lo que coinciden todos, hasta los mismos representantes del sector, es que el ajuste aún falta por hacerse para lograr más eficiencia en la banca.

Es evidente que el sector aún tiene varias tareas pendientes: mantener sus excelentes niveles de solvencia y utilidades, mejorar en eficiencia para reducir los costos a los usuarios y medírsele al riesgo de prestarles a otros sectores que tradicionalmente no han sido atendidos, como los estratos bajos. Los retos ya están planteados, ahora, sólo falta avanzar más en su cumplimiento.