Especiales Semana

AMOR Y AMISTAD

10 de octubre de 1983

ROMANCES MAYO-DICIEMBRE
Las relaciones de mujeres con hombres más jóvenes hoy hacen carrera, pero tienen antecedentes en el pasado
El amor no tiene fronteras. Es una idea que, a pesar de las evidencias en su contra, parece haber prosperado. Y prospera, evidentemente, en esas relaciones que los norteamericanos han llamado "romances mayo-diciembre". Relaciones amorosas entre personas cuya diferencia de edad podría apelar en otras circunstancias al argumento manido de la "brecha generacional". Sin embargo, según se ha podido establecer por algunas estadísticas, las relaciones amorosas entre personas cuya diferencia de edad supera los 20 años no sólo han aumentado, sino que se desarrollan con más éxito de lo que cualquiera teóricamente pudiera pensar.
Los franceses, expertos desde hace mucho tiempo en cuestiones amorosas, tienen una especial predilección por las relaciones mayo-diciembre. El rey Enrique II conquistó a la amante de su padre, Diana de Poitiers, cuando él tenía 17 años y ella 36.
Balzac a los 22 años se enamoró de Madame de Berny, una mujer de 44, con quien sostuvo una apasionada relación durante 10 años.
La sabiduría ha exaltado las relaciones entre una mujer mayor y un hombre más joven sobre la base obvia de que la mujer madura es sexual e intelectualmente más interesante que la jovencita y que en ese sentido ofrece un aporte invaluable al hombre joven.
La tradicional fórmula matrimonial de la cultura occidental asume que las dos personas jovenes se encontrarán una a otra, se casaran y llenaran sus necesidades, y desarrollaran su relación a través de los años en procura de cumplir la apocalíptica sentencia: "hasta que la muerte nos separe".
En las relaciones mayo-diciembre las cosas evolucionan en forma un poco diferente y la presión bíblica no parece operar.
EDUCACION SENTIMENTAL
Mirando atrás, las relaciones entre mujeres mayores y hombres jóvenes no han sido excepcionales. Fueron muy comunes en siglos pasados, aunque de tono diferente, especialmente entre los miembros de la aristocracia europea. La frase "educación sentirnental" que en el siglo XIX significó la iniciación de un joven en el mundo del amor y el romance, se refería con frecuencia a cuestiones entre él y una mujer mayor.
Pero algunas mujeres mayores no estaban interesadas en enseñarle nada a nadie. Simplemente deseaban encontrar satisfacción a sus necesidades y dejaban que los chismes corrieran por cuenta de quienes tenían tiempo para ello.
Catalina II de Rusia era asi. Muy ocupada en regir sus dominios, todo lo que necesitaba era un hombre no exigente, atractivo y bueno en la cama.
Después de unos romances iniciales se enfrascó en relaciones con cortesanos a quienes desechaba como inútiles cuando se cansaba de ellos. Y no le temblaba la mano. Después de todo ¿a quién necesitaba impresionar? Se inventó la oficina del consorte de la reina y, sin importar la edad que tenía, siempre tenía veintenas de hombres intentando ocuparla. Broncos y enormes especímenes eran aquellos a quienes la reina echaba el ojo cuando pasaba revista-a la Guardia Imperial, en busca de un "nuevo talento" .
Cuando encontraba a alguien de su gusto, lo mandaba para que le realizaran un examen médico que le garantizara que no padecía ningún tipo de enfermedad venérea. Luego hacía que su dama de compañia tuviera relaciones sexuales con él. Si el hombre pasaba las dos pruebas, era nombrado General adjunto personal de su Majestad y se le adjudicaba un apartamento que se comunicaba por una escalera especial con las habitaciones de la reina. Inmediatamente el joven recibía entre 10 y 20 mil rublos, una asignación mensual y una hacienda con cientos de campesinos. Su trabajo, aparte de mostrarse viril, era acompañar a la Emperatriz y estar disponible cuando ella lo solicitara. No le era permitido dejar el palacio sin su permiso y sus contactos con otras mujeres le quedaban prohibidos .
Catalina se excusaba generosamente de practicar una "fidelidad" similar y, como resultado, la oficina del consorte cambiaba de ocupante con frecuencia. Ella era tan pródiga cuando "daba de baja" a un favorito como cuando lo tomaba. Más rublos, más tierra, más siervos. Ella era totalmente promiscua. Tuvo en una oportunidad un joven amante, Potemkin, quien se convirtió en su amigo y consejero permanente cuando la pasión se extinguió. De hecho, él escogía a todos los cortesanos que ella tuvo tuvo desde que tenía 46 años (hubo 15 más antes de que muriera a la edad de 67 años) .
INDEPENDENCIA GRITA...
Existe toda una clase de mujeres que creen firmemente en su identidad independiente. Llegan a los 30 y entran a los 40 sin ninguna intención de moler a palos el argumento de la edad o de los roles, pero si con un deseo de encontrar un compañero para hacer pareja con él. Ese tipo de mujer comienza hoy a hacer carrera. Pero casos similares se dieron en el pasado.
Margaret Fuller es un ejemplo típico. Fuller fue la primera periodista norteamericana y corresponsal extranjera. Encontró a Giovanni Angelo Ossoli mientras viajaba por Italia, haciendo el cubrimiento de la revolución de 1848, cuando tenía 37 años. Intelectual y radical, Fuller tenía su mente llena de ideas políticas que no atendían a las posibles consecuencias. Era arrogante y categórica. Alguna vez dijo que no conocía a nadie más informado y más inteligente que ella en Norteamérica. Ossoli era un apasible aristócrata de 27 años interesado en nuevas ideas. Se enamoró de ella inmediatamente y le propuso matrimonio.
Fuller lo rechazó por su juventud y le aconsejó buscar una mujer de su edad.
El se desanimó y ella, con reticencia accedió a seguir viéndolo como amiga.
Ossoli simplemente continuó prodigándole finas atenciones. Hasta que esa intensa y beligerante mujer se enamoró de el. Cuando se casaron, un año después de conocerse, la familia de Ossoli (parte del régimen conservador que Margaret Fuller atacaba) lo desheredó. Se venían malos tiempos para la pareja pero como en los cuentos de hadas, fueron felices. Ossoli desarrolló una especie de amor-devoción por Margaret. Emelyn Story escribió sobre ellos en 1849: "El era siempre reservado y cuando estaba con Margaret prefería oírla hablar, aunque ella lo hiciera en un idioma que él desconocía, antes que hablar él u oír a alguien más. Su actitud hacia Margaret era devota y amorosa hasta el grado de que a él no le importaba qué tan trivial fuera un servicio si él podía hacerlo por ella. (...) Qué dulce es hacer pequeñas cosas por tí, decía, no las hagas por tí misma, déjamelas, para mi propio placer". Cuando ella estaba enferma, él la cuidaba con la ternura de una mujer. (...) Eso le fue dando a ella una expresión de paz y serenidad que antes era extraña en su cara".
Fuller estableció una relación monogámica con el joven Ossoli que le satisfizo su ideal de una unión hecha con el generoso propósito de la autonomía de las partes, donde el carácter se desarrollaba independientemente de las expectativas fijadas por los roles asignados en virtud del sexo.
No hay garantías en la vida, pero la evidencia parece demostrar que las mujeres son capaces de pasar todas sus vidas con hombres más jóvenes o de sobrevivir con dignidad el tránsito del hombre sin ellas hacia otro estadio de su juventud. -