Especiales Semana

AMOR Y AMISTAD

12 de octubre de 1987

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL RUIDO
Hay quienes afirman que la época de la ternura y los detalles está pasando de moda. El romanticismo -dicen ellos- fue cosa de otros tiempos, y se apoyan en la idea de que también el amor ha sufrido la evolución de las últimas décadas.
Por su parte, los tradicionalistas contraatacan asegurando que una serenata será siempre un detalle cautivador, y que precisamente la crisis de las parejas de la actualidad podría simbolizarse en la cursilería que encuentran los "modernos" en un poema romántico.
Dos posiciohes extremas, que sirven de límite a la gama de consideraciones que tienen las parejas de hoy sobre el amor.
Pero lo cierto es que las cosas han cambiado. La concepción de las relaciones de pareja hay que enmarcarla dentro de la fuerte evolución de los últimos años. Al fin y al cabo estamos en el siglo de las transformaciones.
Para entender el amor de hoy hay que tener en cuenta el gran cambio social de la humanidad, las nuevas ideologías, y aun el efecto de la sistematización en la antropologla contemporánea.
En primer lugar hay que observar el marcado vuelco del papel de la mujer en la familia y en la sociedad. La mujer dejó de ser, como lo entendían los machistas más machistas, un simple elemento de procreación y una criada de su marido, para convertirse -por fortuna- en un ser con las mismas capacidades intelectuales y laborales del hombre, en una compañera y partícipe de sus decisiones.
Así, pues, salió de su silencio y de su encierro de marras para ocupar un lugar determinante en la sociedad y, a fin de cuentas, para tomar las riendas de su propio destino. Y de ese destino, por supuesto, forma parte integral su concepción del amor; su papel activo en la vida de pareja, en vez de su tradicional actitud de receptora pasiva.
Por otro lado, no es un secreto para nadie que la humanidad se despojó de las vendas del tabú. La liberación sexual atacó, y sigue atacando, con una fuerza arrolladora que ha comprometido a casi todas las culturas. Se dejaron al descubierto muchos "pecados" viejos que antes se escondían en el último armario y se crearon nuevas modalidades del mayor destape de nuestra era: las faldas can-can se subieron el ruedo y quedaron convertidas en unas mini bastante apretadas, los chingues de baño se hicieron cada vez más delgados, hasta representar minúsculos trozos de tela que pretenden ocultar lo más vulnerable de la anatomía femenina, las playas nudistas se volvieron el centro de atracción de un amplio sector turístico, la juventud se sintió con los mismos derechos de los mayores y se lanzó a la conquista de lo prohibido, el homosexualismo quiso aparecer en los registros como un tercer sexo oficial... y la lista sería interminable. Lo cierto es que muchas actitudes normales dejaron de ser los aburridísimos mitos que siempre hablan sido, mientras los más liberados quizás entraron en excesos.
La concepción económica del hombre también sufrió una transformación que dejó sus secuelas en la forma de entender el amor. Por un lado el comercio puso a disposición del enamorado una serie de productos que vinieron a reemplazar buena parte de los detalles que antes se reducían a un poema o a un manojo de flores. Las cartas de amor se encuentran hoy catalogadas en miles de tarjetas multicolores, o incluso en pequeñas credenciales que sólo mencionan la idea central de las retóricas pastorales de antaño. El sitio de reunión de las parejas ofrece hoy una gama para todos los gustos: desde el más iluminado de los bares hasta el más enigmático de los moteles, pasando por las tabernas, las discotecas y mil posibilidades más.
Pero también, el hombre debió afrontar la dura competencia laboral de la época, donde ya no es fácil darse el lujo de conseguir al primer intento un empleo que proporcione la suficiente estabilidad económica que permite sostener un hogar decorosamente.
Y ni hablar de la influencia de la demografía. de los altos índices de población del Tercer Mundo, que han ocasionado la generalizasión de la píldora -y toda una serie de conflictos a su alrededor-, o de la grave preocupación de muchos Estados solventes que ven con asombro la marcada reducción de las tasas
de natalidad.
El panorama del cambio habla solo. Si el amor ha cambiado, las razones están a la vista. Pero no son los sentimientos del hombre los que se han transformado, sino la manera de expresarlos y el marco de convivencia de la pareja. Pero el ser humano jamás dejará de sentir o de expresar. LO importante es rescatar un poco del romanticismo de otras épocas, y declarar todos los días del año, días del amor y la amistad.