Especiales Semana

ANTIOQUIA HOY

13 de abril de 1987

UNA CADENA DE EXITOS
·El comercio en autoservicio, idea hace 65 años, negocio multimillonario hoy.
Primero fue un pequeño negocio en Manizales que se llamó La Fontana y se terminó con un incendio. Luego fue un almacén que arrancó con 200 pesos, suma exorbitante en 1922, y un surtido de capuchas y antifaces para la temporada del carnaval en Barranquilla. Y luego en 1933, fue el primer almacén de una cadena que nació en el propio marco del Parque de Berrío de Medellín, con el nombre de Almacenes Ley, el objeto de "comprar y vender toda clase de mercancías y frutos del país" y la ambición de llegar a ofrecer a la clientela "desde un ají hasta, materiales de guerra".
El fundador de lo que más tarde sería un emporio comercial fue Luis Eduardo Yepes, un antioqueño ambicioso y emprendedor que impuso una norma de trabajo "sin horario fijo y sin reposo" y otra de conducta: "Moralidad y honradez, los caminos más cortos son los más rectos".
Los Almacenes Ley no sólo fueron la primera cadena de tiendas por departamentos sino que impusieron el revolucionario sistema de autoservicio; "al Ley como a su propia casa", decia el slogan de lanzamiento de esta novedad para la época.
La historia del Ley está ligada al desarrollo del país y las ventajas del autoservicio se impusieron gracias a ese corajudo comerciante paisa que con visión futurista rompió la barrera entre la mercancía y el cliente. Mister Ley, como le decía la gente, introdujo en los sistemas comerciales de la época métodos que hoy son norma, como la costumbre de anunciar los precios de la mercancia en visibles cartulinas para que la clientela acudiera confiada.
"Cuando esté muerto, descanso", decía frecuentemente este insaciable trabajador, que no fue más allá de un tercero de primaria, pero que después estudió por su propia cuenta porque había dos cosas que nunca quería ser: "Ni pobre, ni ignorante".
Después de 65 años de historia, el Ley se ha convertido en una empresa con el nombre de Gran Cadena de Almacenes Colombianos, Cadenalco. Hoy tiene 55 Almacenes Ley en todo el país y 4 Candelarias en Medellín. Unos pocos quijotes modernistas que intentaron buscar nuevos horizontes para el comercio, se convirtieron en seis mil empleados. Cuatro mil quinientos proveedores surten los almacenes con 35 mil productos diferentes y la Sociedad Anónima, compuesta por 2.084 accionistas, vendió el año pasado un total de 38.284 millones de pesos, pagó 393 millones en impuestos y recaudó 1.905 millones por concepto del IVA.
Más de un millón doscientas mil personas pasan semanalmente por sus almacenes, pero ahora este píonero del autoservicio en Colombia no está solo en el mercado, pues existen otras cadenas tan importantes como Carulla y Olimpica en Bogotá, La 14 en Cali, Viveros en Barranquilla y el Exito en Medellín, un fenómeno comercial que figura en las guías turísticas como lugar de visita obligada al lado de museos y diversiones.
Cuatro almacenes Exito en una sola ciudad han llegado a superar ventas de cadenas que como el Ley, tienen más de 50 almacenes en el país. El Exito es un éxito no sólo por sus sistemas de mercadeo, su control de precios, su esmerada atención, sino también por su organización interna. Sus cifras de ventas, su número de accionistas, su tráfico de clientes y todos sus demás datos estadísticos se obtienen de los cálculos y de la especulación, pues la cadena tiene como política un mutismo absoluto en materia de información. De todas maneras, la gente de Medellín tienen al Exito como asunto propio y la mayoría de la gente que viene a esta ciudad, no deja de dar su pasadita por el Exito.
En Medellín nacieron los almacenes en cadena tal como se conocen hoy en día, y es en esta ciudad en donde todavía se mantiene el liderazgo en materia de almacenes por departamentos con sistema de autoservicio.

EBULLICION CULTURAL
·Una cartelera variada, continua y concurrida.
A pesar de que la cultura en Colombia ha ocupado el lugar de la Cenicienta, los trabajadores de la cultura en Medellín no sólo han logrado mantenerla a flote, sino que se han convertido en magos capaces de sacar eventos y programas del interior de un sombrero inagotable.
Medellín tiene una agenda cultural diaria, surtida con todas las artes y tan nutrida que todos los atardeceres se viven los afanes de la muchedumbre ansiosa de llegar a los escenarios.
Diariamente, los periódicos y las emisoras locales anuncian un "menú" cultural en donde la variedad, la calidad y la cantidad de eventos dificultan el escogimiento. Con excepción del ballet y de la aún escasa programación teatral, puede decirse que Medellín tiene una vida cultural activa y un público siempre dispuesto para acudir a toda clase de eventos, desde un concierto sinfónico hasta una obra costumbrista, como "País paisa", que alcanzó 130 presentaciones el año pasado y todavía sigue en cartelera.
Fue en esta ciudad en donde se originaron las Juntas Regionales de Cultura, que en buena hora han sido tomadaas como programas piloto en otras ciudades bajo la dirección de Colcultura. Se trata de un modelo de organización con mecanismos para descentralizar la cultura. La de Antioquia, la forman 45 entidades culturales y está liderada por cinco de ellas que se rotan la dirección y coordinan todas las actividades de manera que las entidades no compitan entre si y, por el contrario, compartan sedes, presupuestos y recursos para atender un público más numeroso y cada vez más exigente.
En la Junta Regional existe una prioridad por las comunas populares y el interés que han demostrado en las actividades, pues calladamente muchos barrios de Medellín tienen sus propios grupos de teatro, música, danzas y manifestaciones plásticas que compiten con el auge de la droga y las pandillas juveniles. No hay local de acción comunal o centro parroquial que no tenga su propia programación cultural.
Otro de los esfuerzos por la descentralización de la cultura es la Red de Bibliotecas Populares, que trabaja en llave con la Fundación Ratón de Biblioteca, cuyo programa bandera es la rotación de las "cajas viajeras", su contenido de cien libros cada una y la misión de que al final del ciclo hayan pasado por cada biblioteca de barrio un mínimo de cinco mil libros.

DESPUES DEL TEATRO, UN PALACIO
Dentro de todo este panorama, dos nuevos y ambiciosos proyectos han despertado las expectativas de la gente: la inauguración del imponente Teatro metropolitano y la puesta en marcha del Palacio de la Cultura "Rafael Uribe Uribe". El primero ha interesado hasta al público completamente ajeno a la cultura, que acude al teatro con sus mejores galas, para sentarse al lado de los más aplicados que van con su mochila y sus tenis, siempre y cuando el valor de la boleta se los permita.
El nuevo Palacio de la Cultura funcionará a partir de abril próximo en el viejo edificio de la Gobernación de Antioquia, y será sede de toda clase de expresiones culturales bajo la batuta de Extensión Cultural Departamental y de la Secretaría de Educación de Antioquia. Vale destacar entre lo que está previsto para el Palacio, el Salón de la Asamblea, que se convertirá en un auditorio, y el Centro de Documentación Histórica, para la recuperación de todos los archivos municipales. Este Palacio de la Cultura complementará las obras del Metro y dará otra vocación a la Estación Central del mismo, con su volumen de tránsito peatonal y el pequeño mercado persa que esto genera, dándole una variada, abundante y permanente programación cultural a semejante cantidad de público cautivo.
Medellín tiene, pues, gente para todo: para visitar museos, para recorrer un zoológico o un parque de esculturas, para organizar bienales de arte, y dentro de esta ebullición, hay gente para estudiar astronomía en el Planetario y para inventar improvisados observatorios en cualquier morrito; gente para llenar un concierto de acordeón a las tres de la tarde de un jueves; aplaudir a un mimo en "Bazarte", una de las fiestas culturales más imaginativas que se realizan en Colombia, o extasiarse frente a la "Gorda", la escultura de Botero ubicada en el Parque de Berrio, para admirarla o para inventarle chistes de todos los calibres.
Medellín tiene temporadas de 45 exposiciones colgadas en museos, galerías y hasta tabernas; tiene un público enfermo por el cine, que llena cinematecas y cineclubes y vive al tanto de los pasos que dan sus propios realizadores de películas.
En esta ciudad se dan foros didácticos de la Orquesta Sinfónica de Antioquia, para enseñar a escuchar música culta; se programan conferencias a todos los niveles y a todas las horas y se lanza la más variada gama de concursos de fotografía, literatura, artes plásticas, diseño, declamación o cometas.
Medellín es ciudad de poetas. Buenos y malos lanzan libros con una frecuencia abrumadora, editados generalmente con la plata del autor. Al mismo tiempo existen planes editoriales como el de la Secretaría de Educación Departamental, que ya va por el centenar de títulos publicados con el objetivo de rescatar autores en el olvido o de apoyar nuevos valores. Paralelamente funcionan talleres de escritores para niños y para adultos, como el de Manuel Mejía Vallejo que lleva seis años de trabajo y varias obras publicadas. Tiene también la ciudad un canal de televisión con inclinación cultural; hace intentos para montar ópera y tiene hasta un circo propio llamado El Tangarife, formado por socios del Club Campestre.
Con todo esto, que es apenas un recorrido rápido por la realidad de la cultura en Medellín, la ciudad se da ese lujo de una abundante programación todos los días, y producto de esa ebullición son los talentos que surgen en todas las artes y que trascienden al país y al exterior.