Especiales Semana

ANTIOQUIA

27 de abril de 1992

LA FLOR BENDITA
LAGRIMAS, OJOS SIN PARPADEAR, SILENcios largos y estatuas humanas fueron algunas de las expresiones que rodearon la exhibición de orquídeas de Medellin. Desde la puerta principal del Palacio de Exposiciones y Convenciones de la ciudad los visitantes murmuraban acerca de la XVII Exposición Intemacional de Orquídeas.

Unos no creían enconrar más de dos especies, otros, cámara en mano, rezaban silenciosamente para que les dejaran fotografiar el escenario y el resto de los visitantes corría por los pasillos para ser los primeros testigos de la escenografía que tanta expectativa había causado en la ciudad.

Uno tras uno fueron llegando los asistentes. De pronto a la mitad del recorrido un fuerte y agradable aroma distrajo la atención a los invitados y los condujo hacia la segunda puerta del palacio.

El salón principal estaba decorado con un océano lleno de islas en las cuales reposaban las más exóticas orquídeas. Nadie se atrevió a entrar sin respirar profundo y controlar el choque emocional que producía tanta belleza. Lentamente descendieron las escaleras y fueron internándose en ese mar de, perfume y color. A la izquierda o a la derecha, al frente o atrás, los asistentes siempre encontraron un cuadro inigualable compuesto por las más hermosas y exuberantes orquídeas de la región.

Fue una aventura sin límites. El evento logró romper las fronteras y reunir alrededor de la joya más preciosa de la naturaleza, varios países entre ellos Venezuela, Panamá, Ecuador, Brasil, Perú, México, Guatemala, Costa Rica, Francia, Tailandia, Alemania, Colombia y Estados Unidos.

La conclusión final del evento fue que todas son tan hermosas como sí mismas y que sin importar la premiación del evento, cada una de ellas tenía una magia especial que la hacia diferente. Fueron cinco días de exposición en los cuales fue muy difícil precisar el número de visitantes. Lo cierto es que algunos salieron y volvieron a entrar porque no creyeron, en el primer recorrido, que tanta belleza pudiera ser verdad y quisieron cerciorarse de que lo que habían visto no era producto de su imaginación.


EL JARDIN DE AMERICA
ANTIOQUIA NO SOLO ES EL METRO DE Medellín, ni el parque Benio, ni la Alpujarra, ni el Exito, ni El Peñol, ni Fabricato y ni Coltejer. Esta ciudad es también, centro de muchos encantos, el paraíso de las flores.

Un luqar donde se mezclan la tradición, el trabajo y el don de gentes. Porque por muchas razones la madre naturaleza puso en manos de los paisas el milagro de la floricultura. Una de ellas es porque el Valle del Aburrá cuenta con la topografía y el clima necesarios para darle vida a las diferentes beldades que la tierra ofrece día tras día. Y otra porque el tesón y la energía de los antioqueños son el elemento vital para arar la tierra fértil y descubrir nuevos horizontes naturales.

La floricultura antioqueña se inició a finales de 1971, en las inmediaciones del aeropuerto José Maria Córdova. Los primeros embarques se hicieron en el aeropuerto Olaya Herrera, utilizando diferentes vuelos de carga, con el propósito de llevar a los diferentes puntos de la tierra, el encanto y el suave aroma de las flores que en ese momento se producían en la región.

Hasta 1975 las empresas floricultoras cultivaron los claveles estándar y los miniatura. Pero la fuerte competencia por parte de los floricultores de Santa Fe de Bogotá, motivó a los paisas a ampliar sus cultivos. Fue entonces cuando en el paisaje antioqueño aparecieron los crisantemos en sus tipos pompones, chirosos y arañas, especies que, según los expertos, son las mejores del mundo.

Hoy en día hay 28 cultivos de flores, entre los cuales se destacan las gerberas, pompones, gypshophilia, statice, triachelium, solidaster, delphimiun, bouvardia, clavel, miniatura y uno que otro cultivo de rosas. Parcelas de aroma y colorido que equivalen a unas 230 hectáreas de los cultivos para exportación. Por eso los floricultores del Valle del Aburrá se dieron el lujo de exportar en 1990 una producción por un valor de 10.415.130 dólares. Y para el 91 la cifra aumentó en un 25 por ciento, es decir que la exportación alcanzó el orden de los 13.043.208 dólares. Lo que significa que las grandes parcelas y los cultivos que existen actualmente en el Valle del Aburrá tienen un alto porcentaje de participación dentro del mercado nacional.

En cuanto al volumen de la producción floricola en 1990 se exportaron 6.687.6 toneladas de flores, mientras que en el 91 aparecieron en los embarques un total de 7.649.1 toneladas, lo que representa un aumento del 14.3 por ciento.

En palabras más simples, la floricultura antioqueña ocupa un renglón importante dentro de la economía departamental, municipal y nacional, porque esta empresa produce gran cantidad de beneficios financieros para la región .

Pero no sólo el aporte de la floricultura antioqueña es económico, Pues esta empresa tambien contribuye al desarrollo social de la zona. Por un lado, genera cuatro mil empleos y además ofrece alternativas para la mano de obra femenina. Allí un 50 por ciento del equipo es femenino, lo que contribuye notoriamente a engrosar la cifra de ingresos familiares.

Por otro lado, capacita al personal en diferentes niveles: profesional, adiministrativo, mandos medios, supervisores y operativos de cultivo.

Además la empresa no sólo integra a sus trabajadores sino también a sus familias. Por eso organizan cursos de capacitación y educación familiares en los cuales sólo existe un objetivo: el fortalecimiento y recuperación de la creatividad y fuerza laboral de los cientos de familias y empleados que componen esta gran industria antioqueña.

Así mismo la recreación y el deporte son parte importante del programa para la capacitación del personal. Cada año se organizan las microolimpíadas de las flores, un evento que reúne a toda la empresa bajo la danza y el folclor de la región en busca de una mayor integración.

Por último, Asocolflores, en compañía de Confama, ofrece a los empleados programas de financiación y construcción de viviendas. Proyección y apoyo para las manos antioqueñas que hacen posible esta importante labor de la floricultura antioqueña.