Especiales Semana

Así trabaja un presidente

Samuel Azout, CEO de Carulla Vivero, es descomplicado, le gusta ir al grano y le encantan las innovaciones tecnológicas.

22 de abril de 2006

Un té de ginseng es todo lo que necesita Samuel Azout, presidente de Carulla Vivero para comenzar un día de trabajo. Aunque no tiene un horario fijo, por lo general llega a su oficina hacia las 7 de la mañana y lo primero que hace al terminar su té es reunirse con sus colaboradores más cercanos. Su área de trabajo es un espacio de 25 metros cuadrados en donde se encuentra un escritorio sencillo y una mesa de reuniones de cuatro puestos. En la pared se destacan varios diplomas de las universidades de Cornell, Harvard, Columbia, entre otros. Y al lado, una fotografía de la Vía Láctea con una flecha que señala la Tierra y dice: You are here (Aquí estás tú). "Representa lo pequeños y frágiles que somos dentro de la infinita inmensidad del universo", dice.

Sobre el escritorio hay pocos papeles. En esta empresa la mayor parte de los documentos e informes se transmiten y analizan por medios electrónicos porque no se deterioran, no pesan y se pueden guardar mejor. Azout es un gomoso de la tecnología. La única reliquia que aún conserva es un tablero blanco en el que ha escrito una frase de su puño y letra que no le deja borrar a nadie: "La innovación es una especie de 'destrucción creativa".

Su principal herramienta de trabajo es el computador. Lo usa para tres propósitos: comunicación, lectura y análisis de informes gerenciales, e investigación. Tiene dos: un Dell de escritorio con pantalla plana de 19 pulgadas y un portátil pequeño Sony Vaio que lleva a todas partes. Están equipados con lo que él llama "lo básico". Es decir, Word, Excel, Powerpoint, y otros programas del paquete Office de Microsoft. Los dos primeros los usa para leer, analizar y producir informes y memos.

El e-mail para él es un poderoso mecanismo de comunicación. Recibe alrededor de 150 correos diarios que lee en tres momentos diferentes del día: temprano en la mañana, al medio día y en las noches. "No me voy a dormir hasta que el buzón no se haya despejado por completo". Con semejante volumen de mensajes llama la atención que no delegue sus e-mails a nadie. Su estrategia es responderlos rápidamente pues, dice, la velocidad en la toma de decisiones es un aspecto clave en los negocios de hoy. "Las empresas que prosperan no son necesariamente las más grandes ni las más poderosas, sino las más rápidas; aquellas que se adaptan con mayor velocidad a los cambios". Archiva por seis meses todos los mensajes electrónicos en el disco duro de su computador personal, al cabo de los cuales hace una limpieza rutinaria y sólo guarda los documentos que le pueden servir en un futuro. Es un hombre bien conectado en materia de tecnología y sueña con dos nuevos gadgets: un tablet PC que se activa por voz y tiene un lápiz en vez de teclado. Otro que le interesaría probar es un dispositivo que se inserta dentro de la piel de la persona y permite abrir el carro, la casa y pagar las cuentas de los supermercados.

Para evitar los correos indeseados Azout utiliza la herramienta de bloquear ciertas direcciones institucionales. "Sólo algunas, no las personales". También chatea. Su programa preferido para este fin es el Messenger, y se conecta por lo general los domingos por la mañana para hablar con personas del sector de grandes almacenes en el mundo, amigos y miembros de la familia. Con los que viven fuera del país se comunica por Skype, un programa que a muy bajo costo permite hacer llamadas de larga distancia por Internet. Navegando en la red pasa unas 10 horas a la semana. Su lista de sitios favoritos la encabeza Google. También frecuenta la del New York Times para informarse de los acontecimientos del mundo.

Otro gran aliado en su trabajo es la Treo 650 de Palm One, una agenda digital que hace las veces de celular y que se sincroniza con el programa de correo Outlook, de Microsoft. Azout la aprovecha al máximo, como agenda, cámara de fotos y video, calculadora, reloj e incluso como despertador. Otra gran ventaja del aparato es que le permite organizar su lista de asuntos pendientes y planear sus citas, algo que para este maniático de la puntualidad es vital. "Soy riguroso con los horarios de mis citas por respeto con los demás", dice.

Para no interrumpir las reuniones utiliza el silenciador del celular. Sólo a su esposa, a sus padres y a sus hijos les contesta en cualquier circunstancia. Para no causar molestias aprovecha las ventajas de los mensajes de texto, una alternativa que considera rápida y efectiva a cualquier hora y en cualquier lugar. Recibe alrededor de 30 llamadas diarias. Cuando timbra el teléfono y hay alguien en su oficina no responde por respeto.

A pesar de que todos estos juguetes electrónicos le han ayudado a mejorar la productividad en su trabajo, este ejecutivo sostiene que nada reemplaza una reunión en carne y hueso. "Las organizaciones son sistemas que se basan en la interacción de las partes". Lo mismo sucede con los viajes. Aunque hay maneras de estar conectados sin necesidad de moverse de un sitio, Azout viaja casi todas las semanas del año, 12 días al mes. Cuando se trata de trayectos cortos lo hace en clase económica, pero si son viajes largos prefiere la comodidad de la cabina ejecutiva. Como es de esperar su plan de millas le permite conseguir pasajes gratuitos con los puntos acumulados. Durante los vuelos prende el computador y su iPod, donde tiene una variada colección de música: Paul McCartney, Genesis, Dire Straits Moody Blues, Thin Lizzy, Jim Croce . "También escucho Juanes, Bacilos, Maná y, por supuesto, a Shakira".

Prefiere las ciudades con bullicio como Nueva York y Londres, pero al mismo tiempo la tranquilidad de lugares como las islas del Rosario. Disfrutar estos extremos es lo que en su opinión enriquece la existencia. Eso sí, no se va de ningún país sin ir a sus supermercados. Cuando viaja siempre está disponible para la empresa. Vacaciones completas nunca toma, solo parciales y una vez al año. "Reconozco que es una mala costumbre el no desconectarme completamente". En sus tiempos libres va a cine y lee obras de la literatura hispanoamericana contemporánea. Cuando va a grandes capitales como Madrid, Londres o Santiago le gusta sentarse en un parque y devorarse el periódico local.

Maneja muy poco. Tener un chofer le permite hacer llamadas y enviar e-mails mientras va de un lado a otro. Su asistente personal lleva las cuentas de su casa y su esposa hace el mercado, veces acompañada por él, "pero me quedo rezagado observando los estantes, y hablando con los clientes y los empleados". Recorrer los pasillos de estos grandes almacenes es parte de su estrategia gerencial y una inversión importante de tiempo. Por eso lo hace semanalmente. También es parte de su gestión reunirse con los empleados, que en Carulla Vivero se conocen como asociados internos.

Su momento de mayor creatividad es el amanecer, antes de que el día aclare o en la mitad de la noche cuando "ataca el diablillo del insomnio". Las ideas que sus colaboradores presentan las evalúa previamente en su casa a altas horas de la noche cuando ya no hay ruidos ni distracciones. Luego las discute con su equipo de trabajo.

La puerta de la oficina siempre permanece abierta porque cree que los líderes deben tener tiempo para su gente. Su estilo es descomplicado, no usa corbata para ir a trabajar y tiene un trato amable con sus empleados. Es alegre. Se disfraza durante los carnavales de Barranquilla, la ciudad donde nació hace 45 años. De esas parrandas hay una foto colgada en su oficina, en la que aparece vestido de Monocuco.

Para un ejecutivo de estos lo más difícil es el manejo de un gran flujo de información en forma simultánea. ¿Cómo lo logra? "Es difícil. Trato de pensar siempre en la ley de Pareto (la del 80-20) y dedicarle tiempo a lo grueso. Trato de no caer en la trampa de la microgerencia, pero sin descuidar los detalles, que es donde yace el diablo".