Especiales Semana

AUTOMOVILES

27 de febrero de 1989

Hay muchas cosas que nunca bajan de precio en Colombia y los automóviles no son la excepción. Por eso, quien compra un carro nuevo o usado, tiene siempre en claro que, aun sin buscarlo, está haciendo un buen negocio. Aparte de los beneficios que su uso genera, un vehículo es un buen instrumento para protegerse de la inflación. Con excepción de muy pocos modelos que no han sido del agrado de los colombianos, la inmensa mayoría de los automóviles ensamblados en el país se compran y se venden como pan caliente.

Carros hay para casi todos los presupuestos. Desde un Topolino o un Renault-4 viejo, cuyo precio ronda los 450.000 pesos, hasta el modelo más caro de la Renault-21 Nevada, que se acerca a los diez millones de pesos. Todo eso sin mirar en detalle el mercado de los importados, en el cual se habla de decenas de millones de pesos.

Y todos esos, desde el más humilde hasta el más sofisticado, suben de precio mes a mes y año a año. Las causas de ese fenómeno son varias.
En primer lugar, está la pauta que marcan las alzas periódicas hechas por las ensambladoras que, en promedio, fueron cercanas al 30% en 1988. Aunque el mercado del usado no responde inmediatamente, los conocedores sostienen que al cabo de uno o dos meses los precios comienzan a reaccionar. La segunda explicación se basa en el hecho de que todavia existe una gran demanda represada de automóviles en el país. Aunque eso le puede parecer exagerado a los habitantes de las ciudades grandes que tienen que sufrir las congestiones diarias de tránsito, lo cierto es que los 700.000 automóviles que ruedan por el país (de un total de vehículos estimado en 1.4 millones) no son, ni mucho menos, una cifra significativa en términos mundiales.

El factor de la demanda alimenta las alzas en el mercado del usado. Debido a que los llamados carros populares se encuentran muy lejos del bolsillo del ciudadano medio, los automóviles de segunda o tercera mano son los únicos que son accesibles para muchos y eso le da una extrema movilidad al mercado.

No obstante, es bueno tener en cuenta que ciertas circunstancias están cambiando. La más importante es quizás la creciente importancia de la financiación a costa de las transacciones de contado. Ese hecho determina que la importancia de los intermediarios aumente. Mientras que hace unos años la inmensa mayoría de transacciones se realizaba directamente entre particulares, los conocedores creen que con el tiempo las firmas especializadas van a dominar la inmensa mayoria del mercado.

Esa posibilidad va a influir seguramente sobre los márgenes de utilidad en el negocio de los carros, aunque no sobre los precios finales. Por esa razón es bueno que usted tenga en cuenta que, aunque comprar auto es una inversión segura y rentable, son pocas las probabilidades de hacer grandes utilidades en un negocio que cada vez más está en manos de los profesionales. -