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BASQUETBOL: SI SE PUDO

Desde la sombra, 42 colombianos organizaron el Mundial de Basquetbol. 13 equipos y 20 millones de pesos de ganancias.

20 de septiembre de 1982

Mientras el país completaba su octavo año de discusión sobre el Mundial de Fútbol 1986, un callado grupo de 42 colombianos, con cuatro hombres al frente, organizó un Campeonato Mundial de Básquet que no implica ningún gasto para el país, y dejará una ganancia neta de veinte millones de pesos, a pesar de que sus gastos ascienden a setenta millones.
Aunque en cada vereda, en cada escuela rural y en cada pueblo de las zonas más desarrolladas del país hay siempre una cancha de básquet, la verdad es que tres semanas antes del campeonato prácticamente nadie sabía que se realizaría. Y la razón parece evidente: en Colombia el básquet no se juega masivamente, a pesar de que fue introducido desde 1925, curiosamente, por los Hermanos Cristianos.
Por eso, a todos la noticia los tomó por sorpresa; con cuatro años de antelación, Colombia había solicitado la sede del campeonato. Y los resultados eran asombrosos: derechos de televisión vendidos para treinta países, centros de prensa y escenarios, todo estaba perfectamente organizado, sin una discusión, sin un debate. Sólo había un lunar: el equipo colombiano (ver recuadro).
Todo empezó en la capital de Filipinas, Manila en agosto de 1978. Se jugaba el octavo compeonato mundial de básquet -del que saldría triunfador el equipo yogoeslavo- y, en una reunión convocada por la FIBA inmediatamente después, se definiría el país sede del noveno mundial.
ELECCION UNANIME
La FIBA (Federación Internacional de Básquet Amateur), agrupa 170 países, bastantes más que la famosa FIFA, y tiene una rigurosa organización por continentes y zonas geográficas. El campeonato tiene una fase eliminatoria que se juega a lo largo de los cuatro años anteriores al evento.
Cada continente y zona geográfica (Africa, Asia, Centroamérica, Norteamérica, Europa, etc.) celebra un campeonato. Los triunfadores (diez) van al Mundial, junto con los dos finalistas del torneo anterior, y un invitado, que en esta ocasión fue Canadá. Los mundiales se alternan por continentes.
Después de Manila, le correspondía el turno, una vez más, a Suramérica, que ya tenía en su haber torneos en Chile, Brasil, Argentina y Uruguay.
Teniendo en cuenta esta circunstancia, la Federación Colombiana de Baloncesto hizo un concienzudo estudio del problema y llegó a la conclusión de que sí se podía. Armado de una carpeta con la lista de coliseos, capacidad para público, medios de transmisión televisada, seguridad y transporte, el delegado colombiano Gustavo Medina, entonces vicepresidente de Fedebásquet, se hizo presente en Manila.
Sondeó previamente las opiniones de sus colegas, y sorpresivamente también encontró un apoyo total. Los demás países suramericanos con opción para la sede, con excepción de Argentina, no tenían inconveniente alguno. El delegado norteamericano apoyó cerradamente la idea, y poco antes de la reunión definitiva, el cinco de octubre se había logrado un acuerdo total entre los 170 representantes. Así, durante la reunión final, Colombia fue elegida por unanimidad.
Empezó entonces una carrera contra reloj, cuyo principal protagonista fue un industrial caleño, de 52 años, llamado Jorge Herrera Barona. Fue él quien movió los correspondientes hilos para constituir "Mundobásquet 82", ente privado que se encargó de llevar a cabo un mundial sin aspavientos.
Jorge Herrera Barona es el hombre de los mundiales en Colombia, aunque su nombre nunca haya sido mencionado en relación con el controvertido Mundial de Fútbol. Vinculado al deporte toda la vida, fue campeón de lanzamiento de bala en su juventud.
Jugó fútbol, tenis y, obviamente, básquet. Recientemente se hizo cargo de la organización total del Mundial de Natación que se celebró con todo éxito en Colombia, y estuvo, al lado de Adolfo Carvajal, trabajando para que el país pudiera hacer adecuadamente el pasado Campeonato Mundial de Básquet Femenino.
La base de Mundobásquet 82 fue el Comité Pro-mundial constituido en Cali meses antes del torneo de Manila.
Una vez hubo regresado Gustavo Medina, con la sede entre el bolsillo, empezó la primera etapa de una larga carrera contra reloj: conseguir personería jurídica para Mundobásquet, organizarla como empresa comercial, conseguir los dineros necesarios para ponerla en marcha, hacer un presupuesto y un plan de trabajo.
Esta tarea se llevó dos años, hasta 1980. El presupuesto ascendió a 60 millones de pesos (a los que posteriormente se sumaron diez más), y el plan de trabajo copó completamente los dos años siguientes.
PULPO COMERCIAL
Mundobásquet no obtuvo ni un peso de ninguna entidad gubernamental que tuviera que ver con el deporte.
Apenas logró el uso de las frecuencias de Televisión para sacar la señal de los partidos a un satélite, y la colaboración de la policía para garantizar la seguridad del evento.
El torneo fue totalmente comercializado a partir del primero de enero del 80. La firma de implementos deportivos Molten se hizo cargo de los balones, los tableros de fibra con suspensión hidráulica, la madera africana de las canchas y los tableros electrónicos. La Trans World International Inc., empresa de comunicaciones neoyorquina, compró a Mundobásquet los derechos de transmisión en directo para 30 países. Lo propio hizo en Colombia RCN.
COBRA REALIDAD
Así se consiguió el dinero necesario para pagar la estadía en Colombia de los trece equipos y sus delegaciones. Un total de 18 personas por cada uno, incluyendo doce jugadores, técnico, médico, kinesiólogo y delegados. Todos dormirían en hoteles de cinco estrellas, durante los veinte días que duraría el campeonato, a un costo aproximado de 600 mil pesos diarios.
Los otros dos hombres claves del Mundial, el arquitecto de 46 años Hernando Botero O'Byrne, administrador de Mundobásquet, y el conocido dirigente deportivo Jaime Holguín, trabajaron tiempo completo durante los últimos seis meses para que los cinco coliseos estuvieran impecablemente adecuados antes del siete de agosto.
Aunque la gran organización de Mundobasquet, con centenares de personas trabajando en las cinco sedes del torneo por cuenta de las diferentes comisiones que formó el grupo original, funcionaba a todo vapor, nadie parecía darse cuenta. El país, embebido en la celebración de España-82 y la discusión sobre el Mundial de Fútbol, no pareció ponerle atención a las pocas noticias que sacó la prensa nacional sobre un ignoto Mundial de Básquet que se celebraría en agosto.
Pero fue sólo hasta la primera semana de agosto, cuando por los pasillos de los aeropuertos empezaron a desfilar tropillas de gigantes uniformados que hablaban en extraños idiomas y casi desquician la organización de los hoteles, cuando el país se dio cuenta de la magnitud del evento. Junto a ellos llegaban decenas de periodistas extranjeros, grupos de turistas y equipos de televisión. Todo, desde las salas de prensa hasta las reservaciones en los hoteles, estaba previsto. Y fue el Noveno Mundial de Básquet aficionado, el primer evento que inauguró oficialmente el presidente Betancur en su recién iniciado gobierno.
UN LUNAR NEGRO
Solamente hay una mancha en la impecable organización del IX Mundial de Básquet. Y sale precisamente del equipo colombiano.
Concentrados en Cali durante los tres meses anteriores al campeonato, catorce jugadores se declararon en huelga dos semanas antes de la inauguración.
¿Razones? Viáticos retrasados, alimentación precaria y abandono por parte de la Federación Colombiana de Baloncesto. Se contrató a un técnico norteamericano Jim McGregor, que enfrentó dos seriós problemas al tratar de integrar una selección que iría a las finales del campeonato mundial. El primero era la calidad del juego de los colombianos.
Y el segundo, la estatura. El jugador colombiano más alto tiene 2.01 metros, cífra que es el promedio de estatura del equipo ruso, por ejemplo. El equipo colombiano, a más de estar improvisado, carece de la técnica y la experiencia de los que enfrentará. Pero tiene una cualidad: el coraje. Por eso, lo que consigan Guido Mosquera, Antonio Maldonado, Luis Manjarrés, Alvaro Alvarez, William Gómez y demás jugadores, será producto de su entereza para luchar. La labor del técnico norteamericano McGregor -de quien se dice que algunas veces debió pagar de su bolsillo el desayuno del equipo- tendrá un mérito notorio, así el equipo quede de séptimo entre los siete finalistas.
Porque es un equipo que trabajó sin médico, sin masajista ni kinesiólogo, con dificultades para la alimentación y el ánimo corroído por todos estos factores.