Especiales Semana

COMPUTACION

10 de noviembre de 1986

BUSCANDO EL ROBOT MAS HUMANO
Un científico norteamericano muy serio ha afirmado recientemente que los robots y las computadoras del futuro, un futuro demasiado inmediato, podrán hacer el amor: los robots y las máquinas de la tercera generación podrán realizar movimientos complejos, trasladarse, identificar a los interlocutores y ejercitar el tacto y la visión, y dentro de ese nivel de desarrollo podrían brindar "servicios amorosos" como los imaginados en los años sesenta por el escritor norteamericano Ray Bradbury.
Actualmente ya se trabaja en la piel electrónica.
Se cubrirá al robot y le permitirá conocer por el tacto los objetos que tenga que manipular. En Estados Unidos y Japón se están fabricando robots y computadoras con cámaras de televisión incorpodas y se está en vas de desarrollar mejor la visión de la máquina mediante el ordenador.

Dentro de ese contexto, algunos fabricantes norteamericanos se han planteado y están trabajando en el diseño de un robot humanoide, una máquina pensada para hacer el amor, con mayor realismo que las muñecas hinchables y con cierta capaciad de respuesta autónoma a estímulos específicos.

Un científico, comentando esta posibilidad dijo que el proyecto no es imposible y comentó cómo en breve los robots tendrán incorporados los sentios de la vista, el tacto y la audición con la ayuda e computadoras sofisticadas y una memoria que les permita identificar a las personas por su voz.

Las investigaciones avanzan rápidamente y al mismo tiempo que la llamada quinta generación de ordenadores aparecerá la tercera generación de roots con inteligencia artificial. El robot con sentidos es un hecho y un científico español, Daniel Audi, ha expresado que "a pesar de todos los avanes, el robot que se rebela contra su propio creador o deja de ser un tópico literario. Por el contrario, su actuación pone de manifiesto la validez de las tres leyes de la robótica enunciadas por Asimov: 1) un robot no puede herir a un ser humano, ni por acción dejar que un ser humano sufra daños; 2) un robot debe obedecer las órdenes impartidas por los seres humanos, salvo cuando estas contravengan la primera ley; 3) un robot debe salvaguardar su existencia salvo cuando esa proyección contravenga la primera o la segunda ley".

Los que defienden la primacía del ser humano sobre las computadoras y los robots se encargan de refrescar datos sobre el cerebro del hombre: ese contiene diez mil millones de neuronas y cien mil millones de células de apoyo. Cada neurona es conectada con un número de vecinas, que varía entre cien y cien mil, para integrar una red de opeaciones que nadie puede imaginarse a cabalidad.

Por eso el intento de crear robots semejantes al hombre ha sido una de las mayores equivocaciones porque los fabricantes, especialmente japoneses y norteamericanos, pensaron que sería fácil construir un ejército de robots que parecieran hombres y que trabajasen días y noches por mucho menos dinero, pero las expectativas fueron inferiores a la realidad, ya que entre otras situaciones equívocas, se sabe que los robots no son especialmente precisos en sus movimientos, ni son aptos para parar y arrancar de repente y comparados con las máquinas que hay en las fábricas ni siquiera son rápidos.

Entonces, ¿para qué son útiles los robots y las computadoras? Para ciertos trabajos, como en minas, bajo el agua o en el espacio, manejando explosivos, material radiactivo y productos químicos venenosos, soportando, además, las bacterias patógenas y altas temperaturas y presiones sin ser afectados en nada. Además, pueden hacer trabajos que, si bien no son peligrosos desde el punto de vista material, son tan repetitivos que envilecen cualquier entendimiento humano que deba ocuparse de ellos durante largos periodos.
Con la sofisticación de las computadoras, con la aparición de nuevas generaciones que tienen mayor capacidad y el desarrollo de otras familias de máquinas y robots, la idea de que estos aparatos hagan el amor, respondan a ciertos estímulos, sigue, pues, abriéndose paso y trabajando sobre un principio elemental: al igual que los impulsos eléctricos de los nervios excitan los músculos para que estos se muevan, se trata de conseguir, mediante unos potentes amplificadores, que los mismos impulsos puedan poner en movimiento cualquier músculo artificial. Es la misma fórmula que sirve o serviría al minusválido para poder manejar un brazo mecánico con el simple control de su voluntad. Ese sistema se podría aplicar a cualquier prótesis pero se halla en la fase de experimentos, dentro de la cual también cabe la teoría de los robots y computadoras que hagan el amor.

Actualmente en el mundo existen unos 25 mil robots industriales que realizan toda clase de oficios, especialmente aquellos donde el hombre se encontraría en desigualdad de condiciones: como pintar las carrocerías de los automóviles, con todo el peligro que representan los materiales inflamables y tóxicos usados. --