Especiales Semana

COMPUTADORES

25 de mayo de 1992

HISTORIA SIN FIN
LA PRESENCIA DE LA INFORMATICA EN EL escenario mundial no fue un milagro de la naturaleza. Por el contrario, necesitó un proceso de transformaciones e investigaciones para que las primeras nociones en la materia aparecieran en el escenario de los avances tecnológicos.
Cuenta la historia que el primer ingrediente para alcanzar el desarrollo fueron las matemáticas. Ciencia que existe desde el momento en que el homo sapiens tuvo la necesidad de contar y agrupar los elementos que la naturaleza le proporcionaba.
Años más tarde, caldeos, sumerios, babilonios y egipcios inventaron los números, aprendieron nociones de contabilidad y crearon algunos procesos matemáticos.
Pero allí no termina el relato. Luego vinieron los mayas y dieron al mundo la noción del cero, el punto de partida para cualquier operación. Se trataba de una cifra que multiplicada por cualquier número permanecía intacta.
Y para completar el descubrimiento de la cultura más fuerte de América, los árabes inventaron el sistema decimal que varios años más tarde fue la base de la trigonometría, el cálculo integral y diferencial. Los griegos, por su parte, también tuvieron su cuota de participación en el asunto con la concepción eu clidiana del infinito.
En el siglo XVII, época en la que Europa alcanzó un gran desarrollo comercial, social y artesanal se creó la primera máquina capaz de efectuar el cálculo automático.
Pasaron los años y no se veía ningún otro invento capaz de superar la creación europea. Por fortuna en 1642 el matemático, filósofo y escritor francés Blaise Pascal inventó una máquina que realizaba los cálculos de manera puramente mecánica. La Pascalina estaba conformada por una serie de ruedas conectadas entre sí por engranajes que representaban las unidades, las decenas, las centenas, etc.
Posteriormente, el alemán Gottfried Wilheim Leibniz proyectó una máquina calculadora para realizar automáticamente los cálculos de las tablas trigonométricas y astronómicas. Esta creación no anduvo sobre ruedas sino sobre piñones dentados de longitudes varias. Fue realmente una versión mejorada del mecanismo de acarreo automática ideado por Pascal.
El problema más grave que enfrentaron las ideas de estos "genios" fue la producción, pues en ese momento no existía una industria capaz de producir en serie cada una de las piezas que conformaban el aparato.
Pero como la historia es la mejor aliada del progreso, llegó la Revolución Industrial. Durante ese periodo se desarrolló el comercio, aumentaron las expectativas de la sociedad bancaria y de paso la ambición y curiosidad de varios científicos. En palabras más simples, estos acontecimientos fueron el motor que echó a andar el interés por las máquinas calculadoras.
En 1820, después de largos estudios e investigaciones, el financiero francés Charles Xavier Thomas de Colmar, ideó un dispositivo a base de piñones dentados que realizaba multiplicaciones y divisiones, basándose en el mismo principio de Leibniz. El invento fue todo un éxito. No obstante las máquinas no estaban en capacidad de pasar de una operación a otra sin la ayuda del hombre. Entonces vino otra preocupación, crear un sistema de comando para que las máquinas realizaran su trabajo independientemente.
Dos años más tarde, Charles Babbage, matemático inglés, elaboró una máquina diferencial. Invento que se encontraba en condiciones de realizar automáticamente cálculos científicos y astronómicos.
Sin embargo, el mayor aporte del inglés fue la máquina analítica que por primera vez combinó la idea de la tarjeta perforada que surgió en 1804, con aquella de las ruedas de acarreo mecánico.
Infortunadamente, la máquina analítica no fue puesta en marcha por problemas económicos técnicos, sin embargo, logró lanzar un concepto acertado para continuar con los avances hacia una nueva generación industrial. Según los expertos, el esquema general de la máquina es lo que un siglo más tarde sería identificado como Procesadores Electrónicos Modernos.
En 1877, un joven francés, León Boleé, fabricó la primera máquina capaz de efectuar la multiplicación directa. El mecanismo multiplicador del aparato estaba conformado por una serie de plaquitas metálicas en las que se encontraban fijadas nueve líneas y nueve columnas de pernos largos desiguales.
Quince años más tarde, Otto Steiger, construyó la "Millonaria", una máquina calculadora de manivela. La respuesta de la sociedad comercial es absoluta, al punto de que en 1935 ya se habían vendido 4.500 unidades. Para los industriales de hoy esta cifra no puede significar mucho, pero en 1892 era un excelente resultado comercial.
Más tarde y con el propósito de facilitar el censo de los Estados Unidos de 1890, el experto en estadística, Herman Hollerith, decidió inventar un sistema para representar el nombre, la edad, el sexo, la dirección y otros datos de cada persona bajo la forma de agujeros hechos en una tarjeta de cartón y contados eléctricamente. Los resultados fueron óptimos, tanto así, que algunos países europeos copiaron el modelo y trabajaron los censos de población de igual manera. Por esta razón, Hollerith fue considerado el pionero del procesamiento de datos.
La máquina de Hollerith y la tarjeta perforada se convirtieron en la quinta maravilla tecnológica del momento. Esta integración funcionaba en tres fases diferentes. La primera la introducción de datos o perforación sobre un teclado. La segunda, la clasificación de los datos. Y la tercera, la obtención de los datos en forma de documento o en forma impresa.
Cómo funcionaba realmente el gran invento de Hollerith? El mecanismo de la máquina llevaba unas escobillas de lectura. Estas oprimían contra un rodillo de contacto una perforación presente sobre la tarjeta. Luego, las escobillas por cada agujero enviaban un impulso eléctrico que hacía funcionar un relé electromagnético, el cual ponía en movimiento un mecanismo que identificaba en una posición al dato que se había leído.
Y para cerrar con broche de oro el primer capítulo de la historia de la computación aparece el Mark 1, llamado familiarmente, Bessie constituido por 78 calculadoras conectadas entre sí, con más de 3.300 redes que accionaban dispositivos mecánicos como acumuladores a rueda, contadores, etc.
Por primera vez en la historia una máquina fue capaz de sumar dos números de 23 cifras en tres décimas de segundo y multiplicarlos entre sí en seis segundos.
Con la creación de Mark 1 los vientos de cambio y evolución se sintieron a lo largo y ancho del mundo entero. Y gracias a la intervención de matemáticos y estadistas del siglo XVIII, quienes demostraron que era posible el procesamiento de datos, la segunda generación en el campo de la informática fue un sueño hecho realidad.
En 1943, tres científicos de la Universidad de Pennsilvania, I. Presper Eckert, John W. Mauchiv y Herman H. Goldstine, lanzaron una propuesta al Ejército de los Estados Unidos. El propósito del proyecto fue crear una máquina capaz de resolver, a alta velocidad, los problemas balísticos de la artillería.
El resultado de la propuesta: ENIAC, Electronic Numerical Integratorand Computer. Con ENIAC en el campo de los sistemas se eliminaron todas las partes mecánicas de movimiento que representaban numerosos contadores a rueda. Estas partes se sustituyeron con tubos de vacío. La eficiencia del ENIAC fue asombrosa. Fácilmente pudo efectuar más de 300 multiplicaciones por segundo y tenía una velocidad incomparable.
Pero sólo hasta finales de 1943 aparece lo que hoy se conoce como el verdadero prototipo de los modernos procesadores electrónicos. EDVAC, Electronic Discrete Variable Automatic Computer, un computador que tuvo la capacidad de procesar los datos, además de las instrucciones para su propio funcionamiento. Finalmente, con el paso del tiempo aparecieron varios modelos y nuevas técnicas. Pero la vida de la computación no tiene límites. Se trata de una historia sin fin que se proyecta hacia el futuro.