Especiales Semana

CONSTRUCCION VIVIENDA Y DECORACION

22 de julio de 1991

TIERRA DE NADIE
CIUDAD NO ES SIMPLEMENTE EL ESPACIO que los habitantes recorren de un lado a otro diariamente. Una ciudad tiene la capacidad de traspasar las barreras del tiempo, el espacio y la luz para internarse en el hombre mismo. La ciudad vive para y por el ser humano. Es narrativa pura del paso del hombre por la tierra, Por eso, la ciudad se camina, se pisa, se disfruta. Y en la medida en que su uso sea adecuado y fortifique a la comunidad como una sociedad cohesionada, la ciudad vive. Sin embargo, cuando la metrópoli se fragmenta y se transforma en conjuntos cerrados e independientes estética y socialmente unos de los otros, la ciudad se interna en un estado de caos crónico. No hay planificación ni reglamentación y mucho menos comunidad La solidaridad con las calles, la limpieza, las construcciones y entre los hombres mismos, llega a los niveles más bajos. Es entonces cuando los expertos hablan de una ciudad atomizada, de tierras sin dueno.
Es por lo que arquitectos urbanistas han dedicado numerosas investigaciones al estudio riguroso de la comunidad latinoamericana y su relación con el espacio publico.
En Colombia, por ejemplo, ciudades de la talla de Bogotá han sufrido un crecimiento rápido e insospechado Desde su fundación la capital de la Republica ha multiplicado por 30 su tamaño total, por 13 su área residencial neta, por 50 su población y por más de 300 hectáreas su crecimiento anual.
Sin duda alguna, Bogotá se ha llevado consigo pueblos cercanos como Chapinero, Suba, Fontibón, Bosa y Usaquén. Y aunque esta expansión sea para algunos pragmáticos una realidad sin soluciones, lo cierto es que el presente no justifica la omisión ante el futuro. Es importante actuar sobre las ciudades de hoy y recuperar las funciones de los pueblos de ayer adaptados a la condición de urbanos en la actualidad.
En ese aspecto, uno de los lunares a través de los cuales podría recuperarse el sentido ciudadano de una urbe como Bogotá, estaría en revivir los pueblos que la ciudad ha absorbido.Pero segun expertos consultados por SEMANA, este proceso debe obedecer a un plan adecuado de recuperación de la ciudad.
Para luan Carlos Pérgolis, arquitecto profesorde la Universidad Nacional, las plazas de los pueblos son el centro de cohesión de la comunidad latinoamericana. A su alrededor suceden una serie de acontecimientos sociales, comerciales y hasta políticos que tan sólo pueden reconstruirse por medio de la memoria urbana que configuran las plazas centrales.
Paso a paso, entre la iglesia, los edificios municipales y las tiendas, la plaza se perfila como uno de los elementos de mayor consolidación de la identidad cultura. Es decir, que a través de ella el habitante logra apropiar el espacio y la comunidad como suyas.
Y en la medida en que logre integrarse a ellas, se in teresa por su protección y por los derechos que tiene como ciudadano, como propietario del lugar en el que vive.
Por eso el sitio de reunión de una comunidad debe tener las características de un lugar abierto, libre de laberintos que oculten la actividad diaria de la sociedad.
Para el arquitecto Rafael Obregón, disenador del centro comercial Hacienda Santa Bárbara,