Especiales Semana

CONSTRUCCION, VIVIENDA Y DECORACION

17 de febrero de 1992

"Bonsaimanía"
SEGUN REZA EL REFRAN POPULAR "LOS perfumes finos vienen en estuches pequeños". Cierto o no, la verdad es que la madre naturaleza se ha especializado en entregar al mundo varias muestras de su grandeza en diminutos empaques.
Por ejemplo, en Hollywood, los actores de menor estatura han hecho maravillas en la pantalla gigante: Charles Chaplin, Dudley Moore, Michael J. Fox, Woody Allen, entre muchos otros.
A lo largo y ancho de la historia de la humanidad la naturaleza también ha hecho grandes jugadas con la estatura de personajes tan importantes como Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar y Adolfo Hitler, entre otros.
Pero las demostraciones no sólo se limitan al género humano. En el mundo de la flora y la fauna existe un inmenso universo en miniatura que se debate entre los milímetros y los centímetros.
Uno de esos diminutos regalos de la naturaleza ha hecho eco en todos los rincones del mundo: el bonsai, pequeño representante de la riqueza del planeta que nació y se desarrolló en la milenaria China durante el mandato de las dinastías Hsia, Shang y Chou (2205-221 A.C). Fue considerado por los paisajistas chinos como fiel representante de los jardines de rocalla que ambientaban los escenarios imperiales durante la dinastía Hand.
Durante la dinastía T-Sing el bonsai alcanzó su máxima expresión, pues aristócratas y letrados dedicaron varias horas de su tiempo libre a su cultivo y evolución. El resultado final del esmero y dedicación de los ilustres fue el desarrollo de un arte de bonsai en el que sobresalieron los estilos Pagoda, Gusano de Tierra, Dragón, entre muchos otros.
Un dato curioso en la historia del pequeño árbol chino es su aparición en la tumba del cuarto emperador de la dinastía Shang. Según los expertos ese bonsai, una especie primitiva de pino, tenía 3600 años de edad y 41 centímetros de alto. Una relación asombrosa para los parámetros de medición habituales.
Aunque los chinos se constituyeron en pioneros al trasplantar árboles enanos de las laderas de la montañas a recipientes, fueron los japoneses quienes perfeccionaron el arte del cultivo de los árboles bonsai.
Es díficil determinar el momento preciso en el que los japoneses comenzaron a practicar este arte. No obstante, los datos históricos apuntan hacia el año 1650 A. C, que precisamente coincide con el momento en que los japoneses adoptaron el budismo como credo fundamental del pueblo.
Y como la historia ha demostrado que los pequeños vencen las más grandes batallas, el bonsai rompió la barrera del espacio y traspasó el continente asiático para invadir el resto del mundo con su estética y fuerza natural.
En 1889, París, la ciudad luz, preparó sus mejores reflectores para anunciar la llegada del bonsai a la exposición mundial. Cada uno de los invitados al certamen tenía una palabra de elogio para el representante de oriente. Las críticas de la exhibición impulsaron la imagen de tan curiosa planta .
Veinte años después el arte del bonsai hizo eco en los rincones ingleses de los barrios chino y japonés. Además, su paso por occidente fue premiado en París. Un primer lugar en la exposición mundial de 1937 por ser la obra de arte más original.
La llegada del bonsai a suelo americano estuvo en manos de algunos de los soldados de la Segunda Guerra Mundial quienes encontraron en Japón una esposa, nuevas costumbres y dos o tres bonsais.
Los puertos de desembarque en California fueron el primer contacto entre oriente y Norteamérica. Allí se formaron diferentes colonias orientales que difundieron la magia del bonsai a lo largo y ancho del territorio yanqui. Y fue tan grande el impacto de la naturaleza china que en 1957 se organizó en California la primera asociación de bonsai del continente. Un impulso a la belleza y milagros de la madre naturaleza que continúa el recorrido por el escenario de la fama y que más tarde anota un punto a su favor en la Feria Mundial de Osaka en 1979.
Poco a poco el bonsai se consolida en el mundo del arte como otro triunfo de oriente. Por fortuna logró conservar en sus ramas la tradición de su natalicio, pero a la vez pudo establecer su residencia en los diferentes puntos cardinales de la carta geográfica mundial.
Manos al bonsai
El bonsai también es considerado como el arte de la paciencia, porque su capacidad de transformación en cuanto a formas se refiere requiere tiempo, precisión y buen pulso.
Los japoneses tienen cinco estilos básicos, es decir un quinteto de formas caprichosas para darle al bonsai una caracteristica propia, su forma.
La primera se denomina "erguido normal", las ramas en posición horizontal y el tronco erecto. La segunda, "erguido informal", se trata de un bonsai con el tronco curvado. "Inclinado" es la tercera forma, el árbol es guiado como si los vientos lo hubieran forzado a crecer en ángulo. En cuarto lugar, "semi-cascada", cuando el tronco del bonsai cae hacia un lado del recipiente. En último lugar, "cascada", el árbol se guía como si creciera en la ladera de una montana.
Sin embargo aquí no se detiene el universo de las formas en miniatura. Dentro de estos modelos existe una variedad de figuras de acuerdo con la creatividad del cultivador.
Para lograr dicha transformación existen dos métodos: la poda y la sujeción mediante alambres. El primero tiene como fin moderar el crecimiento excesivo, y el segundo producir formas interesantes.
Las hojas y la raíces deben podarse de vez en cuando. Las ramas muertas, enfermas o mal colocadas deben ser retiradas cuidadosamente con un podador especial para que las heridas producidas cicatricen pronto y desaparezcan. En cuanto a la poda de las raíces se debe realizar cada dos o tres años.
Por otra parte, para el buen desarrollo del bonsai, los expertos aconsejan plantarlos en bases de bandeja, es decir, en materas de poca profundidad. Cuatro centímetros es la medida ideal.
Así mismo las materas deben ser de color uniforme y no deben tener dibujos ni ornamentaciones, porque lo que interesa son los árboles y no sus macetas. En cuanto a los orificios de drenaje, para evitar que se taponen es preciso protegerlos con malla de alambre.
Finalmente, el sitio ideal para tener un bonsai es un patio semicubierto o una terraza no demasiado expuesta a los vientos. Pero, si no existe en casa ninguno de estos dos espacios, los expertos en el arte del bonsai aconsejan colocarlo cerca a una ventana y en un soporte alto, para que reciba aire fresco del exterior y un poco de sol .
En cuanto a los baños de agua, el bonsai necesita grandes cantidades del valioso líquido. Por eso, quien tenga este precioso enanito en casa debe regarlo diariamente.
En ese orden de ideas, un bonsai es el gran pequeño pulmón de los ambientes modernos, que por su tamaño, formas y colorido entra a las pasarelas de la decoración como el primer guerrero natural de la estética y espacios de hoy.-