Especiales Semana

CONSTRUCCION

EL SANTACLARA HABRE SUS PUERTAS

18 de septiembre de 1995

MILAGRO EN EL CONVENTO

Se invirtieron 27.000 millones de pesos en la restauración del hotel Santa Clara. Sus puertas abrirán en octubre para la Cumbre de los Países no Alineados en Cartagena.
RECORRIENDO Cartagena en un viejo coche tirado por caballos, cuando los faroles iluminan las plazas, los balcones y las pintorescas callejuelas coloniales, es casi imposible no remontarse a épocas pasadas. Allí, en medio de murallas, la ciudad vieja de Cartageña conserva todo el encanto del arte colonial, con sus estrechas calles flanqueadas por grandes y espectaculares portones que han sido testigos fieles del paso de la historia.
Es así como hace casi tres siglos se construyó en esta zona histórica del barrio San Diego el convento de Santa Clara de Asís. Todo un espectáculo arquitectónico en el cual arcos, muros y columnas se mezclaban entre el silencio y los coros de las monjas Clarisas, quienes fueron desalojadas en 1861 por una ley de expropiación de manos muertas. Desde ese entonces este monasterio comienza a transformarse en todo un tesoro histórico que, lejos de pensar cobijar a otras personas diferentes a las monjas, se convierte en 1882 en el hospital que lleva su mismo nombre.
La estructura como tal no favorecía mucho el funcionamiento del hospital y por tal razón se hicieron una serie de remodelaciones, ampliaciones y acondicionamientos, que fueron necesarios pero a la vez un tanto devastadores, ya que lo que contaba no era conservar muros sino salvar la vida de los enfermos. Sin embargo, por fortuna, se mantuvieron algunos diseños y en 1915 Gaston Lelarge restaura la crujía de la Calle del Curato y años después se incorpora un tercer piso, se construyen el quirófano y el anfiteatro.
Pero hacia 1974 el Hospital Universitario de Santa Clara se traslada a Zaragocilla y en sus instalaciones queda únicamente el anfiteatro, luego de 10 años de abandono se establecen en el convento desde escuelas de arte hasta ligas de béisbol.
El panorama de esta joya arquitectónica y patrimonio histórico, por lo visto, no era nada alentador. Pero gracias al boom de la conservación en 1991 se iniciaron los trabajos e investigaciones para la restauración de este claustro que hoy es un exclusivo hotel de cinco estrellas.

LA RESTAURACION
Varias empresas, encabezadas por Arias Serna y Saravia Ltda. y Asesorias y Construcciones S.A., fueron las que desde octubre de 1992 comenzaron la difícil tarea de la restauración. De acuerdo con Camilo Cruz, director del proyecto, "Lo primero que se realizó fueron los estudios preliminares, como calas de sondeo, estratigrafía, exploraciones arqueológicas, limpieza y desmonte de las partes ruinosas, para garantizar la recuperación del monumento y la adecuación hotelera".
Pero contrario de lo que muchos piensan, la restauración es un arte, complicado y difícil, que requiere toda una larga experiencia, como la del historiador y arquitecto Rodolfo Ulloa Vergara y la del restaurador Rodolfo Vallín, quienes siguieron paso a paso la recuperación del convento.
Los materiales y las técnicas que se aplicaron, según afirmó a SEMANA Camilo Cruz, fueron las mismas que se utilizaron en la época colonial, es decir, con argamasa, piedra coralina, pinturas minerales y la demolición se hizo a punta de mazo.
Para la recuperación total de lo que es hoy el Hotel Santa Clara se invirtieron 27.000 millones de pesos, los cuales se han invertido en la restauración y el acondicionamiento de toda la infraestructura hotelera bajo unos exigentes parámetros de ingenieria. Cabe destacar la construcción del sótano, que le da la vuelta al hotel y en donde se encuentra el corazón del mismo.

ENTRE LO ANTIGUO Y LO MODERNO
Uno de los éxitos de esta restauración es el contraste del diseño del claustro y el del área nueva o zona republicana -en donde estaba ubicado el hospital-, ya que sin perder la uniformidad de la estructura original se mezclaron diferentes técnicas y materiales como, por ejemplo, mármol italiano y estructuras metálicas, que le imprimen un enfoque distinto al de cualquier otra restauración. El diseño arquitectónico del proyecto estuvo a cargo de Alvaro José Arias y Marcia Michelín, ambos de la firma Arias Serna y Saravia Ltda.
En sus 21.000 metros cuadrados, que corresponden al área total del hotel, un inmenso muro perimetral divide en dos la construcción. Por un lado se encuentra el claustro, en donde estaba el templo con su cripta, que ahora será un salón múltiple, el comedor convertido en restaurante y los dormitorios que siguen siendo habitaciones para los huéspedes. Y por el otro la zona republicana, en donde funcionaba parte del hospital, en la cual se conservó el diseño del panteón y se acondicionaron la piscina, habitaciones, jacuzzi, baños turcos, ascensores y algunos locales comerciales.
Son 161 habitaciones de 50 a 200 metros cuadrados, las cuales han sido decoradas de acuerdo con la época y cuentan con todo el confort de la era moderna. Una noche en una de las suites del Santa Clara cuesta de 300.000 a 500.000 pesos, y el derecho por una habitación durante una semana al año, o lo que es el tiempo compartido. entre 6 y 18 millones de pesos. En esta modalidad el hotel ha vendido hasta el momento un 25 por ciento de las habitaciones.
Pero eso no es todo, ya que cuenta con dos restaurantes que estan a cargo de la cadena hotelera francesa Sofitel; peluquería, sala de belleza, gimnasio y una sede de marina en Barú.
Entre obreros y especialistas en construcción y restauración trabajan 650 personas día y noche para que este importante proyecto hotelero y de conservación -el primero que se sitúa en la ciudad amurallada- abra sus puertas en octubre, justo para recibir a los presidentes de la Cumbre de los Países No Alineados.