Especiales Semana

Corona para la gente

Jorge Hernán Cárdenas, director ejecutivo de la Fundación Corona, habló con SEMANA sobre los retos de la Fundación y los desafíos de las empresas frente a la responsabilidad social.

28 de febrero de 2005

La Fundación Corona es la expresión del sentido de responsabilidad social de la familia Echavarría Olózaga, propietaria de la Organización Corona. Desde su fundación ha ejercido esa responsabilidad a través de programas y proyectos que buscan el desarrollo equitativo y la reducción de la pobreza en el país.

La Fundación Corona fue creada en 1963 con el propósito de promover el crecimiento integral de las comunidades cercanas al área de influencia de las plantas manufactureras de las empresas de la Organización Corona. En ese entonces, la Fundación operaba en forma directa programas asistenciales de educación, vivienda y salud, principalmente.

A finales de la década de los 80 decidió no ser operadora directa de programas y proyectos, sino más bien facilitadora o promotora de éstos. Amplió, además, su espectro de intervención a la sociedad en conjunto, y dejó la responsabilidad del trabajo con las comunidades en las propias empresas de la Organización Corona. En ese entonces decidió formar un equipo directivo y técnico altamente profesional y constituyó un patrimonio exclusivo para la Fundación. Desde entonces, la Fundación se ha dedicado a adelantar programas en educación básica, salud, desarrollo empresarial y gestión local y comunitaria.

Jorge Hernán Cárdenas, director ejecutivo de la Fundación Corona, habló con SEMANA sobre los retos de la Fundación y los desafíos de las empresas frente a la responsabilidad social.

SEMANA: ¿Cuáles son los programas más exitosos de la Fundación?

Jorge Hernán Cárdenas: Los programas más exitosos por lo general se construyen en el marco de alianzas institucionales, en las que un grupo de socios comparten propósitos comunes y combinan sus recursos para alcanzar el fin deseado. En este sentido, entre los proyectos con gran valor social quiero resaltar dos: el proyecto Bogotá Cómo Vamos y el Premio Cívico por una Bogotá Mejor.

Bogotá Cómo Vamos, es desarrollado en asocio con la Cámara de Comercio de Bogotá y la Casa Editorial El Tiempo. Durante siete años, este proyecto ha entregado información a la ciudadanía sobre los cambios en la calidad de vida de la ciudad.

El Premio Cívico por Una Bogotá Mejor, desde 1998 y en asocio con la Casa Editorial el Tiempo, el proyecto destaca ante la opinión pública experiencias meritorias que organizaciones comunitarias realizan para mejorar la calidad de vida en la ciudad. Este reconoce liderazgos comunitarios, alienta proyectos de interés público y hace visible esfuerzos que merecen atención.

Quiero resaltar también el trabajo de actores muy serios como Corpoeducación, el Centro de Gestión Hospitalaria, Ideas para la Paz, el Consorcio para el Desarrollo Comunitario, donde hemos contribuido con algunos de sus proyectos más estratégicos.

Recientemente a través del Fondo de Desarrollo Empresarial de la Fundación Corona, hemos apoyado proyectos de Generación de empleo e ingresos en localidades pobres de la ciudad tales como: Suba, Rafael Uribe Uribe y Barrios Unidos.

SEMANA: ¿Cómo responder a las críticas que señalan que muchas acciones de responsabilidad social terminan eximiendo al Estado de sus responsabilidades?

J.H.C.: De una concepción de dos actores sociales centrales, Estado y empresa privada, tenemos ahora que acostumbrarnos a pensar en tres sectores: Estado, sector privado y sociedad civil. Esta última tiene una responsabilidad gigantesca de llenar vacíos y defender intereses que contribuyan a mejorar la calidad de vida. Hay campo para todos. De hecho, el llamado al tercer sector es a ser más estratégico y ambicioso con sus programas y proyectos, y al sector privado es a usar su fortaleza económica para construir tejido social y al Estado el llamado es a ser inteligente y movilizar a todos los actores sociales para alcanzar los fines más anhelados.

SEMANA: ¿Cómo realizar una acción de responsabilidad social importante, empoderando a los ciudadanos y sin generar expectativas asistencialistas?

J.H.C.: Se pueden hacer cientos de cosas. Tenemos una confianza en la capacidad ilimitada de progreso de la especie humana y también de los riesgos que tiene. Lo primero entonces es empoderar y dar oportunidades a cada actor para que puedan hacer más y tengan una vida más autónoma, digna y plena. De otro lado, estamos trabajando con organizaciones de base, que pueden ser actores sociales muy dinámicos y protagónicos de su propio desarrollo. En algunos proyectos hemos encontrado el poder de la información ciudadana y del examen juicioso de las políticas públicas, para mejorar decisiones y poner más exigencia en la gestión pública. Todo lo anterior es socialmente relevante y no es asistencialista



SEMANA: La Fundación Corona tiene alguna forma para garantizar el empoderamiento ciudadano?

J.H.C.: Miremos por ejemplo el proyecto Concejo Cómo Vamos, que realizamos con la Cámara de Comercio y con la Casa Editorial El Tiempo. Mes a mes estamos divulgando información al ciudadano sobre qué pasa en el Concejo, cuáles temas de control político han sido relevantes, qué concejales los han propuesto, cómo es la gestión de cada concejal, según una serie de indicadores. No juzgamos, pero sí contribuimos a una ciudadanía mejor informada y mucho más conciente y responsable de su devenir.



SEMANA: ¿Cuál es la diferencia entre responsabilidad social y filantropía?

J.H.C.: Una tendencia que se observa es que transitamos de una filantropía tradicional a una con mayor involucramiento, una filantropía, más comprometida y moderna en donde lo más importante es el énfasis en trabajar para ser un instrumento de desarrollo y cambio social que contribuya a cerrar las brechas de desigualdad social. La Responsabilidad Social es un fenómeno reciente, más referida a las empresas (años 90). Aquí los empresarios han empezado a pensar de forma más estratégica en el campo social.

La filantropía la veo más centrada en las personas. Un rápido vistazo al papel de la filantropía a través del tiempo, la circunscribía a roles muy trascendentes, tales como: reducir el sufrimiento humano, aumentar el potencial humano, construir comunidad y ciudadanía, fomentar el pluralismo, enriquecer la vida cultural y científica y , por que no, promover experimentación que facilite el cambio.

SEMANA: ¿Qué tipo de dificultades hay para hacer responsabilidad social en Colombia?

J.H.C.: Es fácil hablar de RSE, y es un término que está muy de moda. El verdadero desafío está en cómo hacerlo, cómo construir tejido social en la práctica y cómo encontrar algo verdaderamente trascendente para hacer y poder alinearlo con los objetivos empresariales. El reto a futuro es hacer más y hacerlo mejor, y convencer a los que faltan por comprometer. Es importante dejar de ver la RSE como algo del gasto y empezar a verla como la construcción de un entorno más próspero y con mayor bienestar para todos. En suma las empresas son actores sociales demasiado trascendentes como para que pasen de agache en el tema del desarrollo humano.

Es claro que aún existe un importante camino por recorrer. Hay que trabajar con los empresarios y ayudarles a entender que su responsabilidad debe ir más allá de lo legalmente establecido.

SEMANA: ¿Quiénes son los principales financiadores de sus campañas de responsabilidad social?

J.H.C.: Es una buena pregunta porque una Fundación moderna no existiría si previamente no hubiera un compromiso filantrópico de ciertas personas, lo que hacemos los administradores es amplificar esta voluntad cofinanciado nuevos recursos mediante alianzas y socios. Más que campañas, buscamos proyectos estratégicos en sectores críticos. Hemos eso sí, institucionalizado espacios de diálogos sectoriales sobre RSE y un programa de entrenamiento a líderes en RSE entre otros. A estos programas se han vinculado varias organizaciones, empresas, universidades, gremios y el mismo gobierno en cabeza de la Primera Dama.