Especiales Semana

COSTA ATLANTICA

14 de marzo de 1988

¿Cómo va Cerro Matoso?
Los titulares de prensa que hacían alusión a Cerro Matoso cambiaron mucho en los últimos años. Si bien a principios de la década se afirmaba que la empresa del ferroniquel constituía "la punta de lanza de la economía colombiana", y que la industria se estaba posicionando entre las 10 primeras del país, durante 1987 se dio un vuelco en la información y los rotativos llegaron a decir que era "inminente el concordato en Cerro Matoso", que se estudiaba un "acuerdo para refinanciar a Cerro Matoso", e incluso que la empresa entraba en estado de disolución.

Las noticias resultaban alarmantes, pero no eran del todo reales. Finalmente, cuando se presentó la versión de que la multinacional Shell (una de las empresas accionistas) adquiriría la inversión que posee el Estado colombiano en el proyecto (el mayor porcentaje de acciones, a través del IFI), fue el propio gerente del IFI, Sergio Restrepo Londoño, quien desmintió la versión, y no sólo aseguró que se alejaba de la realidad, sino también que en el estado actual de la empresa constituía un grave error pensar en cualquier opción de venta.

En efecto, el marcado incremento de los precios del niquel en el mercado internacional ofrecen buenas perspectivas. En 1987 el mercado cerró a 3.47 dólares por libra de niquel, y ya el 31 de enero pasado el precio se colocó en US$3.60 y se asegura que continuará en ascenso. Estos precios, y el bajo costo de producción de la empresa, prevén un futuro promisorio.

La situación es bien diferente a la que se presentó hasta hace poco más de un año, cuando los precios llegaron a descender hasta 1.60 dólares por libra. Esto se debió a la caída en los precios del petróleo, pues las grandes plantas de producción de níquel en el mundo trabajan con derivados del oro negro. No obstante, en esa época de crisis, Cerro Matoso logró vender por debajo del precio normal de venta, pues la empresa colombiana trabajaba conjuntamente con energía eléctrica, carbón y gas natural. Esta triada de combustible le ha permitido, además, posicionarse como la industria del niquel que trabaja al más bajo costo de producción en el mundo, y la ha salvado de correr mayores riesgos cuando el petróleo entra en escasez.

Cerro Matoso, la empresa latinoamericana de mayor producción de ferroniquel, se encuentra enclavada en las llanuras del sur del departamento de Córdoba, a pocos kilómetros de la población de Montelíbano. Además de los logros que se vinculan directamente con la producción del metal, Cerro Matoso constituye un soporte para muchas otras empresas colombianas y el mayor frente de desarrollo de los cordobeses, a los cuales, solamente por concepto de regalías, otorgó cerca de 3 millones de pesos diarios durante 1987.

En el mismo año, Cerro Matoso pagó 2.771 millones de pesos a Corelca y 120 millones a Electrocórdoba; 469 millones a Ecopetrol y 120 a las empresas del carbón. Realizó compras en Colombia por 1.347 millones de pesos, pagó a los contratistas (transporte, alimentos y otros) 1.264 millones y pagó 1.999 millones en impuestos municipales, departamentales y nacionales.

Sin embargo, a pesar de las grandes cifras que maneja, la filosofía empresarial de Cerro Matoso nace en el bienestar y el desarrollo del hombre y de su familia, y por esto constantemente lanza nuevos programas para mejorar el nivel de su personal. La empresa le ha otorgado vivienda a todos sus trabajadores, ha dotado el sector de una clínica y un moderno centro recreacional.

Pero, ¿cuál es el origen de tanto progreso? La razón está en la demanda que tiene el níquel en importantes empresas del mundo que lo utilizan para la producción de acero inoxidable, el cual es indispensable en la fabricación de cubiertos y utensilios médicos entre otros.

COSTA ATLANTICA
A la medida de todos
Al hablar de la Costa Atlántica, normalmente la primera idea que se viene a la cabeza es la del mar, el calor y las tangas. La de la diversión y el descanso. La del torrente de turistas que se broncean en la arena o que disfrutan jugando con las olas marinas. Pero la Costa es mucho más que esto. Hay en ella una variedad de atractivos, de todos los órdenes, que la convierten en una región perseguida por los turistas extranjeros y los del propio país.

Y si bien la triada de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla han logrado destacar en los listados como los lugares de mayor apertura turística en la región, la verdad es que las costas colombianas sobre el mar Caribe ofrecen decenas de oportunidades, y muchas otras se perfilan como futuros centros turísticos, aunque por el momento se encuentren en el escritorio de planeación de la Corporación Nacional de Turismo o simplemente en la imaginación de muchos hombres de negocios.

Quienes busquen los escenarios de la historia, pueden ascender hasta las cumbres de la Sierra Nevada de Santa Marta, para conocer en su recorrido centenares de asentamientos humanos que persisten desde antes de la llegada de los españoles al territorio americano. Ciudad Perdida, como se le ha llamado al sector, en realidad reúne entre las faldas de la Sierra gran cantidad de aldeas que reflejan el desarrollo de los pobladores indígenas: las escaleras de piedra muy bien construidas, las terrazas para el cultivo de alimentos, la mimetización de las chozas, la canalización de los ríos... todo constituye una sorpresa para el turista que siempre imaginó que entre las cumbres nevadas de la Sierra y el mar Caribe sólo había matorrales y riachuelos. Y si se trata de explorar la época de la conquista y el período de la colonia, ahí surgen las calles empedradas de Mompox o las murallas de Cartagena, el tradicional Castillo de San Felipe de Barajas, con toda la historia apresada entre los callejones secretos de su imponente construcción, la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta, donde el Libertador Simón Bolívar exhortó a los colombianos a buscar la unión de los partidos en los últimos momentos de su vida, o los castillos de San José y San Fernando, en Bocachica, entre los cuales se extendía una larga cadena submarina para que los barcos enemigos no pudieran ingresar a la Bahía de Cartagena.

Quienes busquen los lugares exóticos también podrán satisfacer sus expectativas en esta región. Las playas de la península de la Guajira, rodeadas por una zona desértica que contrasta con las diversas tonalidades azules del mar, o el imponente complejo industrial del Cerrejón, en el mismo departamento, que se pierde entre la aridez del terreno, constituyen dos claros ejemplos de este propósito. Pero a la par con ellos aparecen nuevas zonas de desarrollo turístico, donde los complejos hoteleros se muestran infiltrados entre la magia de la selva virgen, como ocurre en Capurganá, muy cerca de la frontera con Panamá. Allí los túneles de piedra por donde se abren paso los manantiales de aguas claras se confunden, abruptamente, con las aguas del Golfo de Urabá. Algo similar sucede a pocos kilómetros de la ciudad de Santa Marta, donde, hacia el interior, está ubicado el Parque Nacional Isla de Salamanca, con su excepcional formación de playones, ciénagas y bosques que ocupan el lugar del antiguo estuario del Río Magdalena; y hacia el otro lado, sitios realmente paradisíacos como Villa Concha y el Parque Tayrona ofrecen nuevas perspectivas al turista.

Para quien busque el folklor y las manifestaciones autóctonas de los pueblos no habrá descanso en su visita a la Costa Atlántica. Cada región tiene su propio repertorio, y cada fiesta constituye un espectáculo digno de contemplar. Entre éstas se destaca el Carnaval de Barranquilla, que se realiza anualmente hacia mediados de febrero. El pueblo y los visitantes se toman las calles de "la arenosa" para dar rienda suelta a su alegría, en medio de los desfiles en diferentes trajes y los bailes que se propician al ritmo de la cumbia y los sones típicos de la región. También son muy conocidas las legendarias fiestas del caimán que, aunque originarias de la población de Plato, Magdalena, donde cuenta la leyenda que "un hombre se convirtió en caimán", se realizan actualmente en varios municipios de la zona atlántica. Así mismo aparecen en los planes de los visitantes eventos como las corralejas, tradicionales fiestas del departamento de Sucre, hasta celebraciones tan populares como la Fiesta del Burro en la región costera de Córdoba.

Ahora bien, para el que definitivamente busca la diversión en la vida nocturna, las discotecas y los casinos, y de día ha decidido entregarse a los deportes marinos y a las faenas del sol sobre la playa, la Costa también está a su disposición. Es difícil sustraerse al encanto de Cartagena alrededor de eventos como el Reinado Nacional de la Belleza, el Concurso de Regatas o el Festival de Cine, o simplemente al encanto de una temporada en cualquier época del año para recorrer las playas de Bocagrande y el Laguito, Marbella y Castillogrande, para recorrer la ciudad en un cochero chambacunero, para esquiar a lo largo de las playas, para disponer del mejor ambiente para el romance, para los negocios, para las vacaciones de familia, con la facilidad de encontrar un plan para cada edad y un plan para cada bolsillo. Lo mismo ocurre en las playas de El Rodadero en Santa Marta, donde la geografía ofrece toda suerte de opciones, y donde los pueblos vecinos constituyen un atractivo enorme por la diversidad de caracteres y paisajes frente al mar. Y en caso de que se busque un lugar más tranquilo, playas como las de Coveñas, Capurganá, San Antero y Tolú pueden ser la solución.

En definitiva, la Costa Atlántica da para todo... se acomoda a todos los gustos y a todos los presupuestos. Las agencias de turismo ofrecen diversas modalidades, y en todo caso cada quien puede inventarse una nueva, de acuerdo con sus exigencias.--