Especiales Semana

De pinceles y cinceles

La importancia del arte está ligada a su relación con las motivaciones y razones que lo generaron y con las enseñanzas que les deja a las generaciones del presente y del futuro.

Eduardo Serrano*
25 de junio de 2005

Las artes constituyen la forma más reconocible de creatividad. Y es apenas lógico que la plástica, a pesar de las grandes pérdidas a lo largo de los siglos, siga constituyendo el más elocuente patrimonio artístico material del país. Las generaciones que conforman actualmente la sociedad colombiana han heredado una inmensa riqueza de bienes tangibles que representan la memoria colectiva de comunidades pasadas, así como su ánimo, sus creencias, sus maneras de hacer, su ingenio y sus formas de confrontar la vida y la muerte, tanto en tiempos de bonanza como en épocas de incertidumbre.

La importancia de este patrimonio radica en las enseñanzas que encarna, bien como testimonio de la particular comprensión del mundo de una sociedad en un determinado período, bien como documento de relaciones con el entorno, o bien como recipiente de argumentos filosóficos o estéticos. Para evaluar en su justa medida el patrimonio artístico de un país, resulta fundamental una apropiada comprensión de los valores y las aspiraciones que motivaron a sus realizadores. Cualquier objeto separado de su contexto no sólo pierde su verdadero significado (el cual puede ser tergiversado), sino que la comprensión de su sentido será incompleta.

El patrimonio artístico se remonta a los tiempos de la Conquista cuando, según varios cronistas, uno de los soldados de Jiménez de Quesada pintó sobre un pendón una imagen de Cristo frente a la cual se ofició la primera misa en la sabana de Bogotá. La pintura se conserva en la Catedral Primada y no es exagerado afirmar que su apreciación incita a variados raciocinios históricos y culturales que convierten esta obra en un digno inicio del patrimonio artístico nacional. Durante todo el período colonial se levantaron templos y se ejecutaron pinturas y tallas igualmente dicientes de las prioridades y los valores de la sociedad colombiana , aunque, tal vez por tratarse en su mayoría de trabajos realizados por personas anónimas, en la actualidad, cuando los artistas se han convertido en personalidades dignas de culto, se tiende a olvidar sus logros y a ignorar sus aportes (excepto por los saqueadores de iglesias) al acervo artístico nacional.

El patrimonio artístico colombiano no se ha dejado de incrementar desde entonces, y así se puede comprobar mediante una mirada al trabajo producido por buen número de pintores a lo largo del siglo XIX, el cual resulta indicativo del talante independentista y del ánimo republicano de la sociedad colombiana en esos años, o a través de la consideración de una obra como El Papel Periódico Ilustrado, revelador documento artístico sobre la situación social, política y económica del país en dicha centuria.

Durante el siglo XX, a medida que el arte producido en Colombia se fue decantando y actualizando, se incrementó paralelamente el patrimonio plástico nacional. Basta mencionar dos obras importantes para el desarrollo artístico e intelectual del país: las pinturas En la Playa de Macuto de Andrés de Santa María, y Violencia de Alejandro Obregón. La primera porque certifica el arribo del país a la modernidad y pone de relieve la aptitud y la visión de los artistas colombianos en relación con los valores de esa era. Y la segunda porque es un premonitorio documento, no sólo acerca del rumbo estilístico y conceptual de la pintura, sino sobre el ineluctable derrotero de la sociedad colombiana en el momento de su ejecución.

Es claro, entonces, que el patrimonio artístico colombiano (en el cual se debe incluir el arte de otras culturas que se encuentra en el territorio nacional, ya que también provee valiosas enseñanzas para la humanidad), aunque se puede enriquecer, no es renovable, lo que hace de su preservación un imperativo. Pero, así como es perentorio preocuparse por "el futuro del pasado" en cuanto a su salvaguardia, también es prioritario dedicar esfuerzos a su estudio y su interpretación puesto que en este caso el justo valor de lo tangible sólo se puede establecer a través de lo intangible. Es decir, únicamente a través de una acertada comprensión de sus razones y propósitos, el patrimonio artístico del país puede alcanzar su verdadera significación para la vida contemporánea.

*Crítico e historiador de arte