Especiales Semana

Del estilo al concepto

Un período de mucho dinamismo y de importantes transformaciones en el arte.

Eduardo Serrano*
10 de noviembre de 2003

Los cambios estilisticos y posteriormente conceptuales en la historia del arte colombiano de la segunda mitad del siglo XX fueron no sólo constantes sino en ocasiones radicales. Los primeros protagonistas de estos cambios fueron Obregón, Botero, Grau, Wiedemann, Negret y Ramírez Villamizar, es decir, los artistas de la llamada Generación Trabista -en alusión al apoyo y al marco teórico que les aportó la crítica Marta Traba-, a quienes se unirían poco después artistas como Roda, Hernández, Rojas, Mejía, Richter y Bursztyn, con cuyas obras se complementó la plena entrada del arte colombiano a la modernidad. La diferencia de su producción con la de la mayoría de los artistas anteriores hacía claro que en Colombia, finalmente, se aceptaba que el arte es una actividad autónoma, válida por sí misma y no por su poder de referirse a situaciones por fuera de su propia órbita, al tiempo que se daba inicio -a través del expresionismo abstracto y figurativo así como del constructivismo- a la rápida sucesión de estilos que caracterizaría a este período histórico.

A finales de los 60, sin embargo, irrumpiría con fuerza la influencia del arte pop y comenzaría a surgir una nueva generación de artistas que se consolidarían en la década siguiente, conformada por Bernardo Salcedo, Santiago Cárdenas, Beatriz González, Ana Mercedes Hoyos y Alvaro Barrios. La orientación hacia el realismo de Luis Caballero y Darío Morales -el primero con énfasis expresionista y el segundo cercano al hiperrealismo-, así como el expresionismo de inclinación política de Granada, Rendón y Alcántara, le otorgaba a la escena artística de entonces cierta diversidad más temática que conceptual. Pero en los 70 no sólo la producción de estos artistas impugnaba los valores de la generación precedente sino que comienza también a cuestionar la idea de que el arte moderno colombiano había surgido por una generación espontánea en los años 50, y a tejerse una historia del arte del país a través de grandes exposiciones temáticas que enlazaban todos los períodos y que dejaban en claro una oscilación dialéctica -del nacionalismo al internacionalismo y del compromiso social al arte por el arte- en el desarrollo de la plástica.

En los 70 aparecen también claros ejemplos de los dos últimos movimientos adscritos a la modernidad: el minimalismo, representado por artistas como John Castles, Manolo Vellojín y Rony Vayda, el cual obligaba a la consideración del espacio alrededor de las obras, constituyendo un paso definitivo hacia el arte de las instalaciones, y el conceptualismo, reconocible en obras como las de Antonio Caro, Miguel Angel Rojas, Alicia Barney y El Sindicato, quienes se orientaron hacia un arte de ideas más que de formas y colores, coincidiendo con previos señalamientos de Salcedo y Bursztyn. Es conveniente precisar que los artistas surgidos bajo el influjo del pop con trabajos anticonvencionales, a comienzos de los 80 se reinstalaron en las modalidades más establecidas, dejando el campo abierto a jóvenes que, como los conceptualistas, trastornarían, con pronunciamientos subversivos, no sólo la tradición de la pintura y la escultura sino las bases mismas de las instituciones artísticas: museos, galerías, academia, crítica y certámenes.

El ingreso de la fotografía a los salones y museos en los 70 sería el detonante que redundaría en el inicio de otra era en el arte del país. Las infinitas posibilidades de copia de la fotografía dieron al traste con la idea de autenticidad y singularidad del trabajo artístico, poniendo de relieve la obsolescencia del museo como guardián de la originalidad. Aparecieron, entonces, los espacios alternativos y un comercio sin ánimo decorativo. Comenzaron a tomar fuerza las instalaciones, los performances y nuevas tecnologías. Y artistas como Nadín Ospina, Oscar Muñoz, José Alejandro Restrepo, María Teresa Hincapié, Doris Salcedo, María Fernanda Cardoso, Danilo Dueñas, Juan Fernando Herrán, Delcy Morelos, Luis Roldán, Johanna Calle, Elías Heim y el grupo Urbe, seguidos de una pléyade de jóvenes que privilegian los pensamientos, señalamientos y los significados sobre las representaciones o las construcciones, lograron transformar la escena artística en la estimulante arena que es en la actualidad, donde no hay medios vedados ni estilos dominantes puesto que lo que cuenta es el contenido, la sustancia de las obras.

*Crítico de arte. Director de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura