Especiales Semana

DIA DEL PADRE

11 de julio de 1994



MIL Y MUCHAS MAS POSIBILIDADES

ESTA CLARO: LOS PADRES QUE ARGUmentan no saber qué más inventar para jugar con sus hijos durante los fines de semana en que se quedan en casa, o cada noche después del trabajo, tienen un problema por resolver. Y los especialistas en educación infantil sostienen que no es precisamente un problema de "qué hacer" sino de "cómo hacerlo". Un típico problema de enfoque.

Desde su condición de adultos, lógicos, racionales y organizados, las posibilidades para disfrutar del tiempo compartido son limitadas. Pero... ¿qué pasarìa si vuelven a ser en alguna medida niños durante el tiempo que comparten con sus hijos? ¿Qué tal si se entregan ellos también a la fantasía, aunque no olviden que tienen responsabilidades como padres y que hay un tiempo para jugar, tanto como hay un tiempo para dormir, comer o hacer las tareas? ¿Qué tal si dejan volar su imaginación como lo hacen los pequeños?

Observar a grupos de niños jugando puede ayudarles a lograrlo. La flexibilidad de las reglas y de los roles cuando ellos despliegan todo el potencial de su fantasía es muy grande. Notarán que en la primera hora de juego era cierto que la casa de la abuela estaba situada bajo la cama, pero en la hora siguiente milagrosamente ha sido trasladada al segundo piso del camarote en la alcoba siguiente. Su lógica y su orden mental, construidos tras años y años de entrenamiento en el colegio, la universidad y el trabajo, se verán desafiadas al ver a su hijo trasformarse sucesivamente en el monstruo sin cabeza, el policía invisible, papá, Supermán y una tierna viejecita.

Juego y fantasía siguen siendó sinónimos aún cuando se ha superado la etapa de la adolescencia. Son una pareja de palabras de prácticas necesarias en todas las edades, incluso en esa etapa en la que -según algunos- los únicos crecimientos posibles son el racional y el religioso. De otra mánera resultarìa imposible explicar por qué muchos autores de distintas épocas sostienen que los adultos sí juegan, que el juego de los adultos es el sexo.

Pero su juego como adultos no es lo que está en juego aquí (valga la redundancia). Esta nota habla del juego entre padres e hijos y ha sido escrita para recoger algunas sugerencias sobre cómo jugar con los pequeños en casa.

Además de los testimonios de educadores y padres, de talleres y jardines infantiles, se han tenido en cuenta los principios expuestos en una colección de libros publicada por Educar Editores titulada "Los padres son maestros". Y aunque lo cierto, en el fondo, es que un hijo es el mejor profesor de papá a la hora de jugar libre y creativamente, a la recomendación presentada al inicio del artículo se pueden añadir algunas más como las que siguen.

ARTISTA EN POTENCIA

Una interesante variación de la máxima según la cual "no regale un pescado, enseñe a pescar" puede ser: "No enseñe a pintar, simplemente ofrezca la oportunidad".

La regla inquebrantable del juego con su hijo y cuando él se entregue al arte es "no interferir". Lejos de permitirle que pinte mariposas en el velo que cubre el ventanal de la sala o corrugue la superficie de su mesa de estudio con pegante, esta norma debe interpretarse como una liberación del temor a la equivocación en sus primeros intentos para crear una obra personal.

Tampoco -sugieren los expertos- hay que poner a la disposición del pequeño absolutamente todo lo que él considere necesario para pintar, tallar, escribir, cantar o modelar. Explorando y descubriendo cómo satisfacer sus necesidades el niño también desorrolla aptitudes.

Estas sencillas reglas son aplicables a todas las actividades de tiempo compartido con los hijos, no solo al arte. Pero recuerde: lo principal es que sea el niño quien vaya estableciendo hasta dónde puede ampliar los márgenes de su fantasía.