Especiales Semana

DISEÑO, CONFECCION Y MODA

28 de junio de 1993

JOYAS DE HOY Y SIEMPRE
UNA TRADICION BIEN CIMENTADA. ESO es Schumacher, la joyería que nació hace 57 años en Bogotá y sigue evolucionando sin dejar de ofrecer a sus clientes lo que sólo un taller artesanal puede brindar: confianza y excelente calidad.
Sus 15 joyeros trabajan día a día creando piezas especiales. Cada una con la historia personal de sus dueños y la máxima expresión del buen gusto. Schumacher también vende joyas como las que se consiguen en cualquier otra joyería del país, pero su fuerte esta en la creación de piezas con manufactura y estilo propios, pues estas son las que más pedido tienen entre los clientes.
Muchos de ellos llegan con los materiales en bruto y una idea bastante general acerca del modelo que quieren. El primer trabajo del joyero es precisar lo que se frabricará y para lograrlo, ofrece al comprador tres o cuatro variantes sobre un diseño principal. Luego, sólo es cuestión de entrega y amor hacia la labor, hora tras hora, hasta crear ornamentos únicos en su género.
Desde luego, también hay quienes llegan con joyas de familia, en busca de una pequeña o gran reforma que las convierta en piezas de hoy. Es entonces cuando el buen nombre de Schumacher se torna esencial porque aquel anillo, aquellos pendientes, aquel collar de perlas no sólo tiene un valor comercial. El hecho de que haya pasado de generación en generación lo va cargando de otro sentido, uno que no se puede medir en términos monetarios y que los joyeros Schumacher conocen y saben apreciar...

LAZOS INDESTRUCTIBLES
Este es un negocio familar, legado de padres a hijos a lo largo de casi seis décadas. ¿Algo común en Bogotá? Es posible, pero con una variante: los Schumacher llevan la joyería en la sangre. Lo dicen ellos mismos y se siente cuando uno visita los talleres o los tres almacenes ubicados al norte de la ciudad y, sobre todo, cuando alguno relata cómo poco a poco han ido adquiriendo una clientela a modo de cadena indestructible: " Tu papá me vendió esta joya y ahora quisiera que tú le hicieras las reformas que necesita".
Nada mejor, pues la Joyeria Schumacher ha venido evolucionando como evoluciona el negocio en general. Estos joyeros todavía recuerdan la época en que "joya" era un término mucho más amplio que el de hoy en día. Había diademas y hebillas para el cabello con incrustaciones en piedras preciosas y también yo-yos con brillantes. Una verdadera locura si se compara con la joyería de hoy donde el concepto se ha ido limitando hasta abarcar únicamente los anillos, los aretes, la argolla...
Teniendo en cuenta lo anterior es fácil comprender por qué Schumacher, con tanto éxito en sus propias piezas, continúa trayendo al país otras más, las de Cartier. Es que esta reresentación, adquirida hace seis años, le permite poner a disposición de sus clientes joyas en ese otro sentido. Por ejemplo, los estilógrafos Cartier, que son verdaderas obras de arte en materiales tan innovadores como el acero enchapado en plata combinado con el titanio.
La competencia no es sencilla, ellos lo saben. La apertura ha llegado con lo bueno y con lo malo: el trabajo se dificulta porque por ejemplo, mientras antes había 10 marcas de relojes, ahora hay 60. Pero a la vez se facilita, pues entran al país una gran variedad de piedras y de tallas, y también es posible conseguir herramientas que facilitan la labor de los joyeros en el taller.
Desde 1991, Schumacher es, además, Baume & Mercier en Colombia con piezas, en su mayoría, terminadas a mano.
Y acaba de adquirir la representación de Dor Gay, una marca francesa con precios un poco más cómodos.
Por ahora Schumacher no piensa ampliar su campo de acción a otras ciudades. Seguirá en Bogotá, protagonizando la evolución de la joyería. Esta decisión -ratiicada el 9 de abril de 1948, cuando su dueño y fundador vio el negocio completamente arrasado, pero alguien se acercó en medio de los escombros y le compró una medalla de San Cristóbal- seguirá siendo símbolo de calidad, entrega y buen gusto para los bogotanos. -