Especiales Semana

¿Dónde está el piloto?

En el carro del futuro el conductor no tendrá mucho oficio.

7 de febrero de 2000

Corre el año 2050 y una pasión esencial de muchos individuos ha sobrevivido: nos encanta manejar. Decidimos salir a la carretera y recorrer el campo. Lo primero es desconectar el carro de la casa. Los automóviles ahora funcionan con la energía de las celdas de hidrógeno que antiguamente se encontraban sólo en los cohetes espaciales del siglo XX. Las celdas de hidrógeno ahora producen tanta energía que logran suplir las necesidades tanto de la casa como del automóvil. Además, como afirma Peter Beardmore, director del laboratorio de investigaciones de la Ford: “El carro se ha convertido en el centro de control de la casa”. Cada vez que uno sale de viaje por un período prolongado se lleva consigo un respaldo de los sistemas domésticos. Nos instalamos en el asiento personalizado del conductor, que en caso de impacto nos aísla de cualquier peligro, eliminando la necesidad de los protectores inflables, y tomamos en mano el joystick. Timones y pedales son cosa del pasado. Todos los movimientos del carro —acelerar, girar, frenar— son controlados por ese mismo joystick, que es tan familiar para las generaciones criadas con juegos de computador. Es como un mouse que orienta y maneja su carro. Nos movemos confiadamente a través de todo el tráfico. El carro está auxiliado por un radar especial que es capaz de prevenir las colisiones y frenar automáticamente cuando sea necesario. Los sistemas automáticos nos liberan lo suficiente como para contestar el correo electrónico sin que nuestra mano tenga que abandonar el joystick. Con voz amigable el carro nos va leyendo la correspondencia y nosotros vamos dictando las respuestas. Súbitamente suena estruendosamente una alarma dentro de la cabina y el asiento comienza a vibrar. El sensor biológico del tablero de mando ha medido el diámetro de las pupilas del conductor y ha detectado que el chofer está a punto de quedarse dormido. Alertados por este sistema de seguridad nos situamos en el ‘carril de siesta’. El conductor programa un trayecto en el sistema de navegación por satélite, activa el piloto automático y se traslada al asiento trasero para tomar su siesta. Deja el pilotaje en manos de un carro que lee la ruta en los chips sembrados entre el pavimento. No se trata de ciencia ficción ni de fantasía. En este preciso momento los fabricantes de automóviles están gastando millones de dólares en la investigación necesaria para crear estos dispositivos futurísticos. General Motors ya efectuó en California las pruebas de una ‘autopista inteligente’ que permite a los carros guiarse mediante piloto automático. DaimlerChrysler está equipando prototipos con joysticks y ha encontrado que muchos conductores manejan mejor con ellos que con timones convencionales. Todos los fabricantes de automóviles del mundo corren actualmente a reemplazar los motores de combustión interna por celdas de hidrógeno. Los sistemas de navegación por satélite a los que se les puede hablar ya están disponibles. En realidad los carros actuales ya tienen más capacidad de computación que el equipo interno de lanzamiento de la Apolo 11. Antes de lo que pensamos será difícil saber si el que está manejando es el carro o el conductor.