Especiales Semana

Dulces exportaciones

Las grandes empresas productoras de alimentos -sobre todo de golosinas y chocolates- salieron con éxito a la conquista de nuevos mercados en 2004.

24 de abril de 2005

El año pasado figurará como el de la gran ofensiva internacional de las empresas colombianas de alimentos. Por primera vez en más de 80 años, compañías como Noel o la Nacional de Chocolates tuvieron producción por fuera de Colombia y empresas como Colombina exportaron a mercados que antes eran impensables como Marruecos, Gambia, Taiwán o Emiratos Árabes.

Inversiones Nacional de Chocolates, como cabeza de los 33 negocios de alimentos del Grupo Empresarial Antioqueño, marcó el comienzo de una nueva etapa de internacionalización de este sector. Primero compró las dos plantas de alimentos que tenía Nestlé en Costa Rica para producir desde allí las mismas marcas de confites y chocolates que vende en Colombia y otras que ya están posicionadas en el mercado centroamericano. Y luego montó su propia red de distribución en Panamá, Honduras, Puerto Rico, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Hoy tiene un total de 11 oficinas comercializadoras fuera de Colombia que distribuyen directamente sus productos en 11 países.

Las movidas del año pasado tuvieron como fin mejorar su reconocimiento en el mercado centroamericano y caribeño y, al mismo tiempo, rebajar costos de operación de manera considerable. La compañía se ahorrará hasta 25 por ciento en fletes y aranceles frente a los despachos desde Colombia, gracias a los acuerdos que Costa Rica tiene con otros países de la región y que permiten que las galletas y chocolates entren a esos mercados con aranceles bajísimos y, en algunos casos, sin pagar ningún impuesto.

Así el Grupo Empresarial Antioqueño amplió sus perspectivas y volvió sus empresas de alimentos más competitivas en otros mercados. Esto, debido a que el mercado interno todavía no despega y a que la gente en Colombia se sigue midiendo en la factura del mercado. De hecho, mientras las ventas nacionales del grupo aumentaron el año pasado en 9,2 por ciento, las exportaciones lo hicieron en 24,4 por ciento. Así, las ventas externas sumaron 155 millones de dólares en 2004, una quinta parte de las ventas totales de la compañía.

Para nadie es un secreto que aunque la economía del país mejora, la demanda de víveres y comestibles no responde de la misma forma. A eso se suma la batalla de promociones que libran las empresas colombianas por incentivar la demanda local, lo que ha ocasionado un deterioro de los precios internos y ha afectado doblemente la rentabilidad de los negocios de alimentos, sobre todo los procesados.

Como la plata y las oportunidades de crecer están afuera, la mayoría de empresas del sector tienen puestos sus ojos en los mercados externos. Colombina, por ejemplo, incursionó el año pasado en cuatro mercados tan distantes como difíciles: Taiwán, Emiratos Árabes, Gambia y Marruecos. A 44 países están llegando ahora los productos de la empresa vallecaucana, cuyas exportaciones tuvieron un aumento del 43 por ciento en el último ejercicio al facturar cerca de 50 millones de dólares.

Manejar muchos productos en varios países le ha exigido a Colombina montar una gran organización logística y, sobre todo, desarrollar capacidades de investigación de mercado para saber con precisión qué quiere el consumidor y adaptar los productos a los gustos locales. Los dulces que exporta a México, por ejemplo, llevan polvo de ají.

En cuanto a los ingenios azucareros, Manuelita, el más grande del país, también fortaleció su producción y comercialización externa. El año pasado hizo inversiones por 11 millones de dólares en la Compañía Laredo, su filial en el Perú, para el desarrollo del proyecto Arena Dulce. Este plan consiste en adecuar y montar la infraestructura para producir caña de azúcar en una zona desértica de Perú.

El otro proyecto en el que se metió Manuelita fue en la construcción de una planta para la producción de alcohol carburante. La compañía busca aprovechar el nuevo negocio que se le abre a partir de septiembre de este año, fecha en la cual las principales ciudades del país deberán empezar a vender gasolina con 10 por ciento de alcohol carburante a base de caña de azúcar. Con una inversión inicial de 14 millones de dólares, su objetivo es producir 250.000 litros diarios.

Para financiar estas operaciones, la empresa no tuvo otro camino que endeudarse. Frente al ejercicio de 2003, sus obligaciones financieras aumentaron 40 por ciento y sus pasivos totales, 23 por ciento. Por eso su utilidad neta cayó 37 por ciento. Sin embargo, Manuelita aumentó sus ventas en 8 por ciento y sus exportaciones en más de 16 por ciento.

El buen comportamiento en general de las exportaciones de alimentos se debió en buena medida a la recuperación de la economía de Venezuela, que creció 17,3 por ciento en 2004. La mejoría del país vecino reactivó el comercio entre ambos países, que después de haber caído en los últimos años llegó a 2.390 millones de dólares entre enero y noviembre de 2004, más del doble que en el mismo período de 2003 y el más alto en la historia de los dos países.

Entre enero y noviembre de 2004, las exportaciones de alimentos y bebidas a Venezuela crecieron 69 por ciento respecto al mismo período de 2003. Sólo el rubro de azúcares y confites creció 107,4 por ciento. Esta mayor penetración en el mercado vecino se dio a pesar de haber perdido ventaja cambiaria durante 2004. Mientras el peso colombiano se encareció frente al dólar, el bolívar se abarató. En plata blanca esto quiere decir que los empresarios colombianos recibieron menos pesos por cada dólar exportado al país vecino.

DESAFÍO CRIOLLO

El otro frente que debieron cubrir las empresa del sector fue el interno. Si bien el consumo de alimentos no está creciendo lo suficiente en el país, hay una categoría dentro de este rubro que está ganando cada vez más terreno: la de los alimentos dietéticos o saludables.

En Colombia, los productos saludables, es decir, aquellos que tienen menor contenido de azúcar o son endulzados con edulcorantes o con fructosa, menos grasa, más fibra, son deslactosados, descafeinados o sin colesterol, están en pleno auge. Eso lo saben bien Alpina, Alianza Team, Nacional de Chocolates, Colombina y Meals de Colombia, entre otras, que están desarrollando productos innovadores a partir de la moda de la vida saludable. La lista incluye de todo: chocolatinas sin azúcar, jamones 98 por ciento libres de grasa, galletas integrales ricas en fibra, margarinas de soya, leche descremada, café sin cafeína o helados light.

Ahora bien, el último grito de esta industria son los alimentos funcionales, es decir, aquellos que, además de ofrecer un valor nutricional apropiado, tienen un efecto sobre una o varias funciones del organismo. Acá aparecen los yogures con cultivos probióticos que ayudan a la digestión, las leches con extracalcio que fortalecen los huesos, los jugos reforzados que proporcionan nutrientes o vitaminas adicionales, los aceites con omega 3 para bajar el colesterol y las bebidas que potencian la energía y aumentan la resistencia física tipo Red Bull.

Aunque representan un mínimo porcentaje de sus ventas, los productos saludables y funcionales se han convertido en un buen negocio para las empresas colombianas de alimentos. Los consumidores de hoy buscan salud y bienestar en los alimentos que comen y están dispuestos a pagar un precio alto para conseguirlos.

En términos generales, los datos agregados de las empresas del sector de alimentos muestran que 2004 fue un buen año. El futuro de la industria está ligado a las oportunidades y amenazas que surjan del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos (ver recuadro). De este dependen en buena medida las posibilidades de crecimiento para las compañías más grandes, que desde hace rato tienen presencia en ese mercado.