Especiales Semana

El destape

Durante el primer desfile en traje de baño se supo quién era quién en el reinado

13 de diciembre de 1993

El destape
TODAS SABlAN QUE ESA era la hora de la verdad y no podían ocultar los nervios. El Claustro de las Animas, en el Centro de Convenciones Cartagena de Indias, fue el escenario de la primera prueba de fuego que afrontaron las candidatas. Allí comenzó el largo y espinoso camino hacia la corona. Ahí se realizó el primer desfile privado en traje de baño, que tradicionalmente se celebraba en los alrededores de la piscina del Hotel Cartagena Hilton. Bastaron tres horas para saber quién era quién en Cartagena, cuántas de las 30 participantes podían seguir soñando con la corona, cuántas estaban en la cuerda floja y tendrían que luchar a brazo partido para no caerse del abanico de favoritas, y cuántas definitivamente habían perdido toda opción.
Por eso la expectativa no podía ser mayor. A las 8:30 de la mañana las candidatas bajaron de sus habitaciones y zarparon en dos lanchas. El viaje duró 15 minutos, pero para las candidatas fue una eternidad. El ambiente era de tensión. Ya no hubo los comentarios jocosos de los días anteriores; los dejaron de lado para darle paso a una concentración de ajedrecista. En el Claustro de las Animas se encontraban los 800 invitados, que ese día se convirtieron en el máximo jurado.
Minutos más tarde las aspirantes empezaron a desfilar por una pasarela de 70 metros de longitud. Todas lucían vestidos de baño enterizos de la colección que lanzó Catalina para la temporada de fin de año. Prendas diseñadas para resaltar el busto y las piernas; escotes profundos y corte clásico para estilizar la figura. Así, durante 180 minutos cada una de las participantes se jugo el todo por el todo.

LA HORA DE LA VERDAD
Quienes ganaron? En aquel escenario multicolor, sin duda alguna la que picó en punta fue la candidata de Bogotá, Carolina Góméz Correa, quien hizo un gran esfuerzo, primero para treparse en unos tacones con más de 10 centímetros de altura y luego para desfilar sin dar un solo traspiés, a pesar de tener una fuerte lesión en su rodilla derecha. Pero el esfuerzo valió la pena. Fue una de las más aplaudidas, no sólo por su sacrificio sino por sus contorneadas y largas piernas, firmes y sin una gota de base que escondiera las estrías o la celulitis.
Si Bogotá ratificó su posición, la representante de Córdoba, Deyanira Heilbron, dio el gran golpe. Hasta ese momento la cordobesa había pasado sin pena ni gloria. Pero cuando subiño a la pasarela exhibió un armonioso cuerpo que impactó por sus contorneadas curvas y una estilizada silueta. En cambio, con la paisa Alejandra Betancur Marín no hubo ninguna sorpresa. A Cartagena llegó como una de las favoritas, se mantuvo y lo ratificó en esta primera prueba; pero perdió algunos puntos por esos benditos conejos.
La otra sorpresa del día la dieron las representantes de Amazonas, Catherine Sánchez; Risaralda, Elsy Jeaneth Hoyos, y Valle, Diana Isabel Romero. Amazonas, porque mostró que cuando de piernas se trataba había que contar con ella. Risaralda, por la armonía de su cuerpo -lo único que le restó puntaje fue su frialdad en la pasarela-. Y Valle, porque comprobó que cuando se es atleta, las estrías y la celulitis tienen la pelea perdida. La chocoana Aura Serna también alcanzó una buena calificación y demostró,una vez más, que las mujeres de color despiertan envidia cuando se habla de derriere.

EN LA CUERDA FLOJA
Muy cerca de las favoritas se ubicó la candidata de Caldas, Adriana Hernández. Ella es el prototipo de la mujer del 93. Esto, en plata blanca, no es otra cosa que una escuálida mujere, pero con una sensualidad a flor de piel. A pesar de su figura de lápiz, Adriana logró un buen puntaje por que su elagancia y su porte se impusieron a la hora de subirse a la pasarela. De este grupo también hace parte la candidata de Nariño, Georgina Gambino, una rubia con mucho ángel y que con su nadadito de perro se conquistó el corazón del exigente público que se hizo presente en el Claustro de las Animas.
No sólo las new wave impresionaron . También las nerds, que con una figura llamativa, interesante y con mucho intelecto lograron atrapar más de una mirada y el puntaje suficiente para ubicarse muy cerca de las favoritas. Ellas estuvieron representadas en las candidatas de Atlántico, Beatriz Eugenia Vélez, y Cundinamarca, Sandra Lucía Pérez. Esta última, quien perteneció al ballet de Sonia Osorio, fue escogida como la bailarina central del show de la velada de coronación.
Las tres últimas ediciones del Reinado Nacional de Belleza se han caracterizado por contar con un gran número de participantes. Pero cantidad no es calidad. Y la versión 41 del Concurso Nacional de la Belleza, si bien rompió el record de asistencia, se caracterizó porque la belleza espectacular, el porte y la distinción fueron los grandes ausentes. No hubo una sola candidata que brillara con luz propia. Por eso en el primer desfile en vestido de baño los comentarios inclinaron la balanza más hacia las críticas que hacia las alabanzas. La mayoría tenía sus piernas cubiertas de moretones que pusieron al descubierto liposucciones, cirugías y masajes.
Esos tratamientos realizados en tiempo récord no lograron el resultado esperado. Un ejemplo de ello fue la representante del Cesar, Rosnayra Cecila Fernádez, una simpática vallenata que se rajó en el desfile de vestido de baño. Igual suerte corrió la de La Guajira, Socorro María Ortiz. Pero no sólo las piernas gordas y flácidas recorrieron la pasarela. También hubo figuras demasiado delgadas, como las de las representantes de Norte de Santander, Delia Zulay Gómez, y Casanare, Gloria Eugenia Calle.
Al finalizar el desfile, en el aire quedó flotando una sensación de frustración Si bien es cierto que el abanico de favoritas era amplio, nadie se atrevió a pronosticar cuál de ellas podría ser la nueva soberana de la belleza. Por eso durante los días del reinado el favoritismo de las candidatas subía y bajaba como la espuma. Unas tenían buen cuerpo, otras bellos rostros, algunas porte y distinción. Pero ninguna todos estos ingredientes juntos para señalarla como la segura ganadora.
Por eso para las nueva generación de candidatas, que este año llegó a Cartagena con muchas ilusiones, fueron más los dolorosos que los gozosos. Sin embargo, lo rescatable en este naufragio de la belleza fue que el grupo que estuvo en La Heroica puso todo su empeño en salir a flote y lucirse. En esta ocasión por ejemplo, las chaperonas no tuvieron que atajarlas y andar detrás de ellas como policías de pueblo para que no se volaran del hotel en las noches o se quedaran dormidas en la mañana por culpa del ajetreo y las extenuantes jornadas.
Por el contrario, hacía mucho tiempo que en el concurso no participaba un grupo tan disciplinado, que estuviera atento a cumplir con el programa oficial y con los múltiples compromisos con la prensa que, en años anterioes, debían hacer proezas para reunirlas.
Pero si bien en la versión 1993 las candidatas fueron merecedoras de medallas al profesionalismo, no se pudo decir lo mismo cuando el turno fue para la belleza.