Especiales Semana

EL EMPERADOR Y EL ARRIERO

B.B cuenta a SEMANA cómo se cruzó en la vida con el Adriano de la Yourcenar

27 de agosto de 1984

Lleva 17 semanas en la lista de los más leídos y en las últimas no ha bajado del primer puesto. Los importadores y los libreros calculan que desde septiembre del año pasado se han vendido de él cerca de 20.000 ejemplares. Si alguien sale por las librerías a comprarlo tendrá que buscar mucho, porque "Memorias de Adriano" está prácticamente agotado desde hace días. La última Feria del Libro de Bogotá vio desaparecer literalmente una edición pirata en rústico. Para un país que no es de lectores, las sumas vendidas son fuera de serie.
Pero lo es todavía más la expectativa de la gente que recorre librerías en vano. "Si el Incomex me dejara importar 20.000 ejemplares, estoy segura de que los colocaría": dijo a SEMANA Olga Acevedo, representante de la importadora de los libros de Marguerite Yourcenar, la autora de "Adriano" y la remota y al mismo tiempo inmediata responsable de lo que alguien ha calificado como el fenómeno cultural del año en Colombia: la irrupción de la figura lúcida y atormentada de un antiguo emperador romano, que aparentemente no tiene nada que ver con la realidad actual colombiana.
Esto es lo más sorprendente del fenómeno. ¿Cómo explicar la popularidad de un libro escrito en 1951 por una octogenaria belga, traducido al español hace 30 años, y que cuenta la historia de un personaje de hace 18 siglos y medio en el ropaje de la estructura literaria más difícil, la de un monólogo sobre un recuerdo en primera persona, sin tensión argumental? Si bien es cierto que los lectores de "Adriano" pertenecen a una élite intelectual compuesta sobre todo por jóvenes inquietos y por adultos preocupados por la condición humana, el retrato de la voz del emperador ha ido penetrando en otras capas de la población, merced a una operación que los libreros están llamando la "socialización" del libro. Los amigos lo recomiendan a los amigos, y sobre todo, lo regalan a los amigos. "El 80% de las personas que lo compran lo piden para regalar", explicó un experimentado librero. "Todos sienten como un deber conocerlo. O ya lo leyeron o lo van a leer. ¿Qué intelectual no se siente en deuda por no haberlo leído?", afirmó otro.
El boom de "Adriano" se ha extendido a las demás obras de la Yourcenar, hasta el punto de que libreros tan experimentados como Hugo González --con 30 años en el oficio-- creén que las memorias del emperador pueden colocarse en segundo lugar de penetración después de "Cien años de soledad" y de las obras de García Márquez. Si bien puede haber exageración en esta apreciación, lo cierto es que "Memorias de Adriano", en menos de un año, se ha constituído en un best seller de larga duración y no de ocasión como casi todos los libros que alcanzan este carácter de ventas millonarias.
Una historia de amor
Los entendidos en circulación de libros opinan que el acceso de Marguerite Yourcenar en enero de 1981, como primera mujer, a la Academia Francesa de la Lengua, marcó el reflorecimiento de su popularidad. Pero atribuyen su difusión en Colombia a que "Adriano" es el libro favorito del Presidente Belisario Betancur, quien en varios de sus discursos ha hecho referencias al mismo. Existe una antigua historia de amor entre el arriero de Amagá y el emperador "casi sabio" de la Yourcenar. Así la narró el Presidente a SEMANA, en una tertulia de dos horas: "Hacia 1952 teníamos nosotros la costumbre de pasar todos los viernes por la Librería Francesa de la calle 17 con carrera 5 a mirar las novedades. "Nosotros" éramos los de la barra, Darío Meza, Estanislao Zuleta, Bernardo Ramírez... los contertulios del Kremlincito, como se le decía a la Librería la Grancolombiana. Un día nos llegó la edición original francesa de "Adriano" y se produjo un verdadero deslumbramiento. La tradujimos como pudimos, con diccionario y todos caímos sobre ese texto para devorarlo. Aquello fue un acampar embelezados sobre el libro de manera que cuando tres años más tarde llegó la traducción al español de Cortázar, nosotros ya conocíamos el libro. De ahí en adelante todo fue hacerle el seguimiento a la Yourcenar. Por los años sesenta se produjo otro deslumbramiento que indirectamente me iría a llevar de nuevo a esta autora. Fue el del poeta griego Constantino Cavafis, que estaba presente como referencia constante en "El cuarteto de Alejandría" de Lawrence Durrell. Pero en ese momento no había nada de Cavafis entre nosotros. En uno de mis viajes a Grecia, pasando por París cayó a mis manos una edición bilingue de Cavafis con traducciones al francés de la Yourcenar. Volví entonces al texto de Durrell y seguí hacia Atenas con dos tarjetas de presentación para el poeta griego Constantino Tsirópoulos, quien para sorpresa mía sabía algo de castellano. En los bares haciendo bohemia nos dedicamos a traducir a Cavafis sobre el texto griego y sobre el francés de la Yourcenar. Y resultó que éstas fueron las primeras traducciones de Cavafis al español. Algunas de esas traduccieron en mi libro "El viajero sobre la literario de El Siglo, que dirigía Bernardo Ramírez y que era completamente heterodoxo. Luego aparecieron en mi libro "El viajero sobre la tierra" en 1963".
El gol a Felipe González
"En mis numerosos viajes a Grecia --continúa el Presidente-- "Las memorias de Adriano" seguía como telón de fondo. El libro seguía habitándonos a todos nosotros. El año pasado cuando fuí a España a recibir el premio Príncipe de Asturias, el libro era un bestseller en ese país. Y Felipe González me lo regaló. Cuando lo destapé y me encontré con la sorpresa, le dije al jefe del gobierno español que las modas literarias y filosóficas siempre nos han llegado a América Latina con 20 o 30 años de retraso en relación con Europa. Treinta años después de que Becquer lloraba allá, nosotros comenzamos a llorar aquí con Flórez. Pero ahora, nos estamos desquitando. Felipe, extrañado me preguntó: "¿Oye, cómo es la cosa?" Entonces le expliqué mi vieja relación con "Adriano" y le demostré que ahora la cosa es al revés. Buen gol el que le metimos a Felipe, verdad?" La historia de amor entre el Presidente y el emperador-- "esa fijación", "esa constante"--, como lo reconoce Betancur mismo se ha desarrollado, según el ex ministro Bernardo Ramírez, "al estilo de los fans de Julio Iglesias". "He léído parrafadas en consejos de ministros, sobre todo acerca de la arrogancia del poder. Creo que algunos de mis ministros han aumentado las ventas del libro" dice el Presidente en medio de risas. ¿Es verdad que el libro permanece sobre su mesa de noche?, preguntamos. "Es peor --responde--, vivo habitado por ese libro". Y como si la atracción fuera asunto del destino, mucha gente, creyendo que no lo tiene como le sucedió a Felipe González, se lo envía de regalo.
"Nunca he tenido el privilegio de conocer a la senora Yourcenar personalmente --agrega el Presidente--. Cuando cumplió 80 años le envié un cable de felicitación, que, desde luego, nunca tuvo respuesta. Imgínese mi optimismo".
Un pie en la ciencia, otro en la magia
La aventura literaria de la Yourcenar tiene un antecedente en el "Yo Claudio" de Robert Graves --quien también escribió "El Conde Belisario"--, una novela histórica publicada en 1934 con una estructura similar a la de "Adriano" y basada en los testimonios de Suetonio, Lucano, Terencio y Apuleyo. La obra de la Yourcenar, que no se deja ubicar en un género muy preciso, se distingue porque más allá de los hechos consignados por los historiadores pretendió penetrar en el mundo interior de un hombre apasionado y por lo tanto complejísimo. El resultado es fruto de un monstruoso trabajo de investigación, "con un pie en la erudición, otro en la magia, o más exactamente y sin metáfora, sobre esa magia simpática que consiste en transportarse mentalmente al interior de otro".
La forma exterior del libro --largamente buscada por la autora-- es la de una larga carta en la que Adriano, emperador romano entre los años 117 y 138 de nuestra era, cuenta a su futuro sucesor Marco Aurelio la historia de su vida y le da consejos basados en reflexiones sobre casi todos los asuntos competentes a lo humano y lo divino. En el momento de esta reflexión retrospectiva Adriano tiene 60 años y contempla cercana su muerte, a la que quiere entrar "con los ojos abiertos"
De la misma manera que "El Príncipe" de Maquiavelo puede ser considerado como la biblia de los gobernantes inescrupulosos, de los preocupados por la conservación del poder a toda costa sin importar los medios para conseguirlo, "Adriano" podría ser la biblia de los príncipes buenos, y escrupulosos de los interesados en la felicidad de sus pueblos. Es una biblia menos extremista, más equilibrada.
Sin embargo no es una biblia solamente para gobernantes. "Siempre he visto --sintetiza la autora sobre su obra-- la historia de Adriano, como una especie de construcción piramidal: el lento ascenso hacia la posesión de sí mismo y la del poder; los años de equilibrio seguidos de la embriaguez que es también el gran momento; luego el desmoronamiento, el rápido descenso, y de nuevo la reconstrucción a ras de tierra de los últimos años."
El llamado de la voz
A pesar del innegable poder de persuación de la palabra del Presidente --"Basta con que Belisario o Gabo hablen de un libro para que suba como espuma", afirma un librero-- sería simplista atribuir a este factor únicamente el boom de "Adriano" entre nosotros. Colombia es el único país latinoamericano donde se puede hablar hoy del "fenómeno Adriano". Ni en Argentina, donde se hizo la edición original de la bellísima traducción del argentino Cortázar, ni en México, con su fuerte industria editorial, se ha registrado lo ya descrito para Colombia. Unicamente España se puede comparar. Desde abril de 1982, doce reimpresiones han vendido 150.000 ejemplares allí. Diversas circunstancias políticas, sociales y culturales se dieron cita precisamente en esta época de la historia colombiana para permitir la irrupción de la problemática suscitada por "Adriano".
Las firmas de tratados de paz con los más importantes grupos guerrilleros, han sido la culminación de un proceso largo, que abarcó por lo menos dos generaciones de colombianos, signado por la lucha en pos de una revolución política para cambiar las estructuras del país con el máximo argumento de las armas. El desgaste histórico de la fórmula revolucionaria castrista y la ineficacia práctica de toda la gama de organizaciones de izquierda hicieron caer a muchos jóvenes idealistas en un vacío de salidas para sus vidas, que pavimentó el camino del regreso a la interioridad, a la pregunta por el sentido de la existencia, al cuestionamiento de los más profundos problemas del ser humano. Fue el llamado de la subjetividad, que poco a poco exigió alimento espiritual para una revolución interior. Cuando esta preocupación por la profundidad estuvo madura apareció el retrato de una voz, de la voz de Adriano, un sabio libre y visionario del mundo antiguo, que vivió hondamente la aventura humana. El retorno a la subjetividad no está desvinculado de otros fenómenos concomitantes, como la drogadicción juvenil, el feminismo, el auge del movimiento homosexual y en general toda una corriente que reivindica el cuerpo, la sensualidad, la relación pasional y la libertad y que pone en tela de juicio todo lo que se piensa hasta el momento, y busca desesperada una razón para seguir vivos. La sombra inquieta del emperador resurgió desde su milenio para hablar no sólo del poder, sino de las más variadas angustias y alegría del hombre, demostrando, como dice la Yourcenar en las notas finales, que "la sustancia, la estructura humana apenas cambian".
En el caso específico de Colombia no hay que olvidar tampoco el gran eco que tuvo y que evidentemente todavía tiene la cultura francesa y lo mismo la cultura griega. Tal pareciera que, si bien de la otrora "Atenas suramericana" apenas quedan las ruinas, estas ruinas resultan tan sagradas y evocadoras como las actuales de la Acrópolis.--
B.B. traduce a Cavafis
ESPEJO ANTIGUO
El antiguo espejo de más de ochenta años de edad, recogía el vestíbulo de la rica mansión.
Un joven artesano (atleta los domingos) porta algo entre sus manos.
Alguien surge, alguien lo recibe, alguien desaparece. Soledad y espera.
El espejo recoge el gesto desdeñoso tras la descaecida corhata. Cinco minutos más y alguien llega, alguien se va.
Pero el antiguo espejo, que tantas cosas recogiera en su silenciosa mirada, tantos rostros, es feliz de haber retenido un instante a la belleza.
LECTURA
Ha venido a leer. Historia y poesía se entreabren dos y tres veces ante sus ojos. Empero, diez minutos y cesa su afán. Suena ya, sobre el canapé. Sus 22 años de belleza naufragan entre las cartas.
Esta tarde el amor surca su cuerpo perfecto, sus perfectos labios.
La pasión invade aquella carne bañada de hermosura, sin que una nube empañe la plenitud de su alborozo.
VOCES
Amadas voces ideales de los muertos y de quienes, por nosotros, con los muertos viven.
A veces hablan en sueños. Y, a veces, en la oquedad del pensamiento el espíritu las oye.
En ellas. por un instante nos llega el eco de la poesía primordial de la existencia, como una música lejana que se desmaya en la noche.--