Especiales Semana

El fin del tramitador

Los ciudadanos encuentran en internet una forma de relacionarse con el gobierno en forma más transparente y 'sin dolor'

Carlos Agudelo
13 de noviembre de 2000

En 1831 un parlamentario inglés le preguntó al inventor Michael Faraday qué uso se le podría dar a sus descubrimientos. “No lo sé —respondió—, pero cualquiera que sea el uso el gobierno se buscará la forma de gravarlo”. Citando esta anécdota, la revista The Economist buscaba hace poco reflejar el papel pasivo que tradicionalmente han asumido los gobiernos en materia de inventos. Cuando aparecían era para cobrar impuestos no más. Pero con Internet ha sido diferente. El gobierno no sólo jugó un papel importante en el origen de la red sino que será uno de sus principales usuarios.

Históricamente el sector privado, incentivado por la generación de ganancias, ha llevado siempre la delantera en la innovación y en la adopción de tecnologías más eficientes. El sector público, que no tiene el incentivo de la competencia sino que busca el objetivo teórico de generar bienestar social, ha sido más un seguidor que un innovador. Pero con el gobierno electrónico el sector público ha empezado a acercarse a herramientas ya conocidas y probadas en el mundo de los negocios privados. Los beneficios serán muchos.

Ciertas aplicaciones de Internet se están adaptando con éxito al sector público con resultados tangibles. En esta categoría se encuentran ventajas como agilizar las transacciones entre ciudadanos y gobierno y la capacidad de dar acceso a grandes volúmenes de información a bajo costo. También existen considerables ventajas indirectas, como la reducción de la corrupción. Cada detalle de cada transacción efectuada en línea queda archivado electrónicamente, lo que hace más difícil los actos de desaparición. Así mismo, la reducción de costos debido al menor uso del papel, las eficiencias operacionales y una más rápida captación del dinero (menores costos financieros) resultarán en ahorros económicos significativos.

O al menos a eso le está apostando el gobierno de Estados Unidos, que aumentará su inversión en gobierno electrónico de 1.500 millones de dólares en 2000 a 6.200 millones de dólares en 2005. La presidencia de Bill Clinton ha apoyado esta revolución a través de varios actos legislativos que estipulan, entre otras cosas, que para diciembre de este año los 500 servicios gubernamentales más utilizados por el público deben estar disponibles en línea.

El auge del gobierno virtual no se limita a las administraciones nacionales. A nivel de departamentos y ciudades se está viendo una gran actividad. Por ejemplo, Leominster, un pueblo de menos de 40.000 habitantes en Estados Unidos, ofrece a sus ciudadanos la posibilidad de pagar desde impuestos de propiedad raíz hasta servicios de agua y alcantarillado por Internet. Para desarrollar estos servicios los gobiernos —sobre todo los locales, que no disponen de presupuestos muy grandes— se están aliando con empresas privadas, que montan los sistemas de pago para las múltiples transacciones que cotidianamente hacen los gobiernos: pagos de impuestos y multas, licitaciones on line, subastas de licencias o de inmuebles, por ejemplo.

Colombia es uno de los países que ha entrado con fuerza en la era del gobierno electrónico. Hace poco la Presidencia de la República lanzó el portal informativo www.gobiernoenlinea.gov.co, avanzado por la Red Anticorrupción y financiado por las Naciones Unidas a través del Pnud. El portal es la primera fase de una iniciativa dirigida a aumentar el acceso de ciudadanos y empresas a todo lo relacionado, con el gobierno y ofrece información desde cómo presentar una denuncia por corrupción administrativa ante la Fiscalía hasta enlaces con los principales sitios gubernamentales colombianos ya establecidos.

Ahora bien, así como el desarrollo de Internet ha tenido sus límites y obstáculos para el sector privado también los tiene para el gobierno. Factores como el de seguridad de las transacciones y la privacidad continuarán figurando en la lista de asuntos por resolver tanto para el e-commerce como para el e-government. Por otro lado, si la promesa del gobierno electrónico ha de desarrollarse plenamente, es imperativo que vaya de la mano de temas sociales como el de la ‘brecha digital’ Digital Divide, que separa a los ‘conectados’ de los que no tienen acceso a la educación, la tecnología y la educación. De no ser así, el gobierno electrónico será el gobierno de pocos.

Pero los beneficios de todas maneras son muchos y van más allá de información más transparente y procesos gubernamentales más claros. En el largo plazo se podrá generar una transformación más profunda, de gran impacto cultural, al cambiar no sólo la manera como los ciudadanos interactúan con su gobierno sino cómo lo perciben.

En general, en la mayoría de países la imagen que los ciudadanos tienen de sus gobiernos deja mucho que desear. Se les ve como poco fiables y es frustrante interactuar con ellos. Internet puede ser un vehículo para que el gobierno vuelva a su mandato primordial, el de servir a sus ciudadanos, con una mentalidad enfocada alrededor del servicio al cliente. Con acceso a las autoridades 24 horas al día, siete días a la semana. Más que una actualización tecnológica se trata de una reingeniería y una revaluación de las organizaciones burocráticas. A los ciudadanos no les interesa que una función particular caiga bajo la jurisdicción de tal o cual entidad. Les importa resolver su interacción de una manera rápida y sin dolor. Si esto se logra, no es descabellado pensar en una ciudadanía más interesada, más involucrada en el gobierno.

Más opciones para los gobiernos son buenas noticias porque los ciudadanos se están acostumbrando a que el sector privado les ofrezca cada día más posibilidades en línea. En Internet usted puede comprar flores, revisar el extracto bancario, hacer una reservación para cenar y ahora hasta pagar la multa por haber parqueado de afán para no llegarle tarde a la novia. No menos importante es el poder tramitar permisos para instalar chimeneas en Sunnyvale, Estados Unidos (www.ci.sunnyvale.ca.us/) o pedirle al gobierno que remueva ese grafito que afea el muro de enfrente si vive en Vancouver, Canadá (www.city.vancouver.bc.ca). Y lo principal es que podrá hacerlo desde la comodidad de su casa, sin tener que negociar con el tramitador para que le rebaje un poquito.



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