Especiales Semana

EL IMPERIO DEL SOL

Los bancos japoneses mandan la parada en el concierto mundial

11 de septiembre de 1989

Es un hecho incuestionable. En materia de bancos, el mundo se divide en dos: los japoneses y el resto. Así de sencilla es la conclusión que se obtiene cuando se mira la lista sobre los bancos más grandes del planeta (página 52), en la cual los ocho primeros puestos le corresponden a entidades provenientes del Lejano Oriente.
Nombres como Dai-Ichi Kangyo o Sumitomo han dejado de ser mirados con sorna por entidades tan tradicionales como el Citicorp, de Nueva York, o el Barclays, de Londres. Ahora, los verdaderos banqueros de peso toman sake y comen teriyaki, mientras al otro lado del océano los centros financieros de Occidente los miran con envidia y codicia.
Porque la verdad es que hace quince años pocos se imaginaban que también en materia financiera los japoneses pasaran al primer lugar. Sin embargo, bastó que la economía nipona mostrara superávits crecientes a lo largo de los ultimos años para que todos los excedentes se consignaran en bancos relativamente pequeños. Como consecuencia, en cuestión de una década los japoneses tuvieron que aprender a moverse más allá de sus fronteras y a cuidarse de colegas más experimentados.
Esa transformación todavía está ocurriendo. A pesar de su tamaño, la verdad es que en el concierto mundial hay otras entidades que siguen adelante en el terreno de las innovaciones, mientras los japoneses se limitan a copiar los buenos ejemplos. Un caso típico es el del Viejo Continente, donde por cuenta de los cambios que se esperan con la Comunidad Económica Europea para 1992, diferentes entidades se están preparando con toda una línea de productos para sortear la mayor competencia.
Todos esos cambios han influido para que el rol del banquero esté sufriendo una serie de transformaciones.
La revolución tecnológica y la liberación de los controles en los principales países ha incidido para que la concepción del negocio sea diferente a la que se tenía hace 20 años. No obstante, en algunos casos se ha vuelto a la raíz del negocio. Un ejemplo típico es el de ciertos bancos norteamericanos que a principios de la década se metieron de lleno en la moda de la banca de inversión y de las transacciones de valores, para volver a descubrir que en ultimo término, la actividad que no se puede descuidar es la tradicional: la relación personal entre banquero y cliente y la existencia de una sólida red de usuarios.
Por último, sorprende ver cómo ningun país en desarrollo cuenta con un banco lo suficientemente grande como para ser incluido dentro de los primeros 200 en el mundo. Con la excepción de Kuwait o Arabia Saudita -que por obvias razones tienen entidades que manejan grandes recursos -no hay campo para listar a bancos de Brasil o México, para sólo citar dos ejemplos. Más deprimente todavía es comprobar que el mencionado enanismo del sector financiero colombiano es verdad. Los activos de los bancos del país suman unos 10 mil millones de dólares. En contraste, el banco numero 200 de la lista, el Postipankki, de Finlandia, tiene activos por 17.944 millones de dólares. Como quien dice que los colombianos son chiquitos, incluso frente al chiquito de los grandes.