Especiales Semana

El marranito de los desempleados

La gran mayoría de los empleados colombianos retiran sus cesantías cuando no deben. Hacer retiros parciales generalmente va en detrimento de ellos mismos.

6 de febrero de 2005

JAVIER RAMÍREZ TIENE 31 AÑOS Y ES un todero. Trabaja 13 horas al día en un banco realizando labores propias de un mensajero, y hasta las de un analista de crédito. Sus jornadas son largas, extenuantes y monótonas; sin embargo, por estos días, Javier tiene una sonrisa estampada en su cara. La razón: la llegada de sus cesantías. "No todos los días le llega a uno toda esa plata junta. Uno siempre sale de problemas con las cesantías", sostiene.

Ramírez, al igual que tres millones de trabajadores colombianos, esperan felizmente a que llegue el 14 de febrero, día en el que se vence el plazo para que las empresas consignen poco más de un billón de pesos por concepto del llamado ahorro obligado de sus empleados. La ley 50 de 1990 estipuló que las cesantías serían un sueldo adicional por año trabajado que el empleador deposita en una cuenta personal de cada empleado.

Retirar las cesantías se ha convertido casi en un hábito para los colombianos. "Cerca del 80 por ciento del dinero que ingresa al sistema sale inmediatamente. No hay conciencia de que esto es un ahorro para cuando uno se quede sin trabajo", sostiene Luis Fernando Alarcón, presidente de Asofondos , la asociación que agremia a las administradoras de los fondos de pensiones y cesantías.

Pero según la ley, estos dineros no son de disposición libre sino que tienen destinación específica. Tal y como su nombre lo indica, las cesantías deben servir para cubrir al empleado en caso de quedar cesante. Son una especie de seguro para el momento en que se quede sin trabajo. Pero paradójicamente, la misma ley dejó abierta la puerta para que su misión inicial no fuera respetada. La norma también permite que se puedan hacer retiros parciales de los depósitos para destinarlos a ciertas cosas: adquisición, mejora o pago de hipoteca de vivienda; pago de impuestos de valorización o renta, y pago de educación superior del afiliado, cónyuge, compañero o hijos.

Sin embargo, en el país no hay conciencia sobre la importancia de tener un ahorro para los momentos difíciles. "La gente en Colombia, apenas tiene la oportunidad de sacar el dinero, lo retira. Los trabajadores no entienden que esa es una decisión que va en contra de su futuro", dice Alarcón.

Sacar las cesantías del fondo es relativamente sencillo. Las entidades han establecido procesos rápidos que permiten que los retiros sean muy expeditos. Muchas veces se trata de transferencias entre instituciones financieras que se hacen una vez se ha confirmado que el dinero se va a utilizar en cualquiera de los rubros aprobados por la ley.

Si usted va a comprar vivienda, por ejemplo, y necesita sus cesantías, tiene que presentar a su administradora de fondos de pensiones y cesantías una promesa de compra y venta del inmueble. Si su interés es la educación propia o la de su familia, es necesario que entregue un documento que compruebe el ingreso a una institución educativa aprobada por el Icfes, y el monto a retirar no podrá ser superior a lo que indique el recibo de matrícula. Si piensa usar su ahorro en el pago de impuestos, sólo la entrega del formulario permite adelantar el proceso. Siempre el desembolso se realizará descontando un porcentaje, cercano en promedio al 1,5 por ciento, por concepto de manejo del fondo.

Pero las cesantías no solamente se van en mejoras de vivienda, estudios o impuestos, también son usadas en gastos corrientes. Los colombianos han encontrado maneras para retirar sus dineros 'haciéndole conejo' a la ley. "Hay causales que permiten cierta flexibilidad, como las mejoras locativas. La gente presenta un presupuesto como documentación suficiente y el empleador entrega los dineros inmediatamente", afirma el presidente de Asofondos.

La falta de dinero es la razón que más pesa a la hora de gastar las cesantías. Pero algunos las retiran por miedo. Muchos trabajadores, como Javier Ramírez, piensan que más vale tener la plata en el bolsillo, no sea que el fondo quiebre y pierdan su dinero. Sin embargo, las probabilidades de que eso ocurra son mínimas si se tiene en cuenta que los seis fondos de pensiones y cesantías del país -Protección, Porvenir, Horizonte, Santander, Colfondos y Skandia- son los jugadores más grandes e importantes de la Bolsa de Colombia. Cada decisión de compra o venta de papeles de las Afpc en los mercados nacionales crean, por su volumen, movimientos muchas veces irracionales que aseguran sus posiciones y rendimientos.

"Los fondos de pensiones y cesantías, y en general los institucionales, son los que mueven los precios de las acciones. El volumen que manejan está en alrededor del 40 por ciento de las negociaciones de la rueda bursátil", asegura Luis Fernando Barahona, jefe de estudios económicos de Serfinco, una de las casas de bolsa más importantes del país.



Un buen negocio

¿Cómo convencer a los trabajadores para que no se gasten sus cesantías? Es la pregunta que se hacen las Afpc y el gobierno. La respuesta inicial está en la rentabilidad. Hay que incrementarla hasta el máximo. Actualmente los fondos de pensiones y cesantías entregan buenos rendimientos a sus afiliados.

Pero los empleados también deben evaluar cuidadosamente si es acertado gastar sus cesantías o es mejor ahorrarlas. La respuesta está en la esencia misma de la ley que las creó: la supervivencia económica del trabajador en el momento en que quede cesante, evento todavía muy probable en este país por las condiciones laborales que existen. Por eso, si usted está pensando en sacar sus cesantías, también tenga en cuenta lo siguiente:

A diciembre del año pasado en Colombia había 2,7 millones de personas sin trabajo, es decir, el 12,1 por ciento de las personas en edad y con deseo de trabajar no tienen empleo. En promedio, según el Dane, cada una de ellas lleva 49 semanas sin ser empleada. Cuarenta y cinco semanas para los hombres y 51 semanas para las mujeres. El panorama se oscurece aún más si se tiene en cuenta que la fuerza laboral colombiana es cada vez más joven, es decir que mientras más viejo sea usted, más difícil será que consiga una nueva posición.

Actualmente la generación de empleo es casi nula. Según la más reciente encuesta de empleo del Dane, solo 246.000 personas pudieron encontrar empleo el año pasado, de los cuales sólo 11.000 puestos fueron nuevos. En términos salariales, el panorama tampoco es positivo: tenga en cuenta que por mera ley de oferta y demanda, altos niveles de desempleo inmediatamente se traducen en menores índices de ingreso.

Si los trabajadores colombianos respetaran la misión inicial de las cesantías, estarían no sólo cumpliendo con la ley, sino que también estarían haciendo una buena inversión y asegurando parte de su futuro.

Como dicen las abuelitas: "Afuera hace mucho frío" y en el mercado laboral colombiano sí que está helando. El mensaje es muy claro: a no ser que usted tenga una herencia o un seguro millonario de desempleo, cuide sus cesantías, ellas pueden ser su salvación en un momento laboral difícil. No se coma el postre antes del almuerzo.