Especiales Semana

EL "SUICIDAZO"

Minuto a minuto, SEMANA revela los incidentes que desenbocaron en la muerte de Carlos Pizarro

28 de mayo de 1990

Casi nada se habia dejado al azar. Por eso los hombres encargados de la seguridad de Carlos Pizarro Leongomez respiraron tranquilos cuando lo dejaron en la escalerilla trasera del HK-1400 de Avianca, a las 9:32 minutos de la mañana del pasado jueves 26 de abril. Habian logrado despistar a todo el mundo. Eludieron la peligrosa entrada a los pasillos del aeropuerto Eldorado, evitaron las colas y, para mayor seguridad, cambiaron la reserva aerea. Con el candidato en el avion, en teoria todo estaba bajo control.

Pero, con lo que nadie contaba era con que en el mismo vuelo viajaba un hombre dispuesto a matar y a morir.
Y mucho menos se contaba con que, a pesar de las severas requisas y medidas de seguridad, el sicario lograra conseguir un arma para llevar a cabo sus planes en pleno vuelo.

Gerardo Gutierrez Uribe llego al terminal aereo sin despertar mayores sospechas en un comienzo. Vestido con un sueter de lana, pantalones de tela delgada y zapatos nuevos de cuero, paso por el mostrador de la compañia y no registro equipaje. Llevaba con el una bolsa de mano con una "muda" que incluia un pantalon de cuero. Acto seguido entro a una de las librerias del segundo piso, compro unas revistas y paso por la puerta de pasajeros rumbo a la sala de espera numero tres.

Mientras tanto, en su apartamento, Pizarro concedia la que seria su ultima entrevista, al programa 6 a.m. 9 a.m., de la cadena Caracol. Tras responder algunas preguntas, el candidato presidencial se disculpo al aire por tener que cortar la conversacion y todo el mundo se entero de que se disponia a tomar un avion rumbo a Barranquilla para iniciar una gira por la Costa.

Alrededor de las 9:00 a.m., cuando habia pasado por el puesto de control del muelle nacional, Gutierrez llamo la atencion de un policia. Una de las revistas que acababa de comprar se le cayo al piso y el agente la recogio y fue a entregarsela. El hombre se negó a recibirla alegando que no le pertenecia. Se sento en la sala y continuo leyendo, cuando otro de los agentes, extranado por su actitud, le hizo mostrar sus documentos de identificacion. Presentó una cédula falsa a nombre de Alvaro Rodriguez Meneses. Todo parecia estar en orden y Gutierrez se dispuso a abordar el avión.

Por su parte, los escoltas de Pizarro se las arreglaron para demorar la salida hacia el aeropuerto y llegar sobre el tiempo para evitar una espera prolongada. La precaucion no era en vano. La tarde anterior, una llamada anonima a la sede del M-19 habia alertado sobre un posible atentado, por lo que el jefe de seguridad de Pizarro decidio cambiar las reservas que estaban hechas para el vuelo de las 6:45 a.m. y pasarlas para el segundo avion a Barranquilla. Es mas, aunque este vuelo estaba anunciado para las 9:15 de la manana, la caravana llego a la plataforma a las 9:32. Cuando el jefe del M-19 ingreso a la nave, el resto de los pasajeros ya estaba en sus sillas y Gutierrez ocupaba la 5C. La entrada del ex comandante guerrillero no paso inadvertida y muchos pasajeros lo saludaron mientras otros no ocultaron su nerviosismo por un posible atentado. Los puestos originalmente asignados a Pizarro y a sus acompañantes estaban ubicados en la parte intermedia del avion, pero tanto el capitan de la nave, Fabio Munevar Rodriguez, como el jefe de escoltas estuvieron de acuerdo en que ocuparan la parte trasera del Boeing 727100. Se hizo el cambio de sillas con algunos pasajeros y finalmente Pizarro se ubico en el puesto 23C junto a la ventanilla. A su lado se sento su jefe de escoltas, un hombre que tambien lo acompañó durante sus ultimos meses de vida en el monte. Adelante, atras y en las filas laterales, se ubico el resto de los 14 guardaespaldas, cuatro del eme y el resto del DAS. El capitan Munevar les pidio a los escoltas que les quitaran los proveedores a las armas y que las camuflaran para no impresionar a los pasajeros, hecho este que no dejo de llamar la atencion de los hombres de seguridad que generalmente deben entregar las armas al comandante de la nave. En realidad, los guardaespaldas camuflaron las armas pero conservaron puestos los proveedores.

Durante el decolaje no hubo motivos de preocupacion y Carlos Pizarro procedio a leer el periodico y a consultar algunos documentos relacionados con su visita a Barranquilla. En la silla 5C Gerardo Gutierrez continuaba su lectura sin inmutarse.

A los ocho minutos de vuelo, cuando el aparato estaba a unos 15 mil pies de altura, el capitan apago la luz que ordena mantener ajustados los cinturones de seguridad. En ese momento los escoltas vieron a un hombre que desde la parte delantera del avion se dirigio rumbo al bano trasero. La costumbre los llevo a observarlo con detenimiento para comprobar que no estuviera armado.
Se trataba de Gerardo Gutierrez, quien paso al lado del grupo de escoltas sin despertar sospechas. Entro al baño, se demoro alrededor de dos minutos. Al salir dio un paso y acciono el gatillo de una subametralladora mini Ingram con direccion a Pizarro. En poco mas de un segundo desocupo el proveedor de 15 tiros calibre 9 mm corto. Fue certero. Trece proyectiles hicieron blanco en la cabeza, el cuello y las manos del lider del M-19. La reaccion de los escoltas fue inmediata. Al sentir la descarga el hombre de confianza de Pizarro Leongómez, que iba sentado a su lado, desenfundo su pistola Pietro Beretta de 9 mm y de un disparo en la frente acabo con el agresor. Al mismo tiempo, el resto de la escolta entro en accion y algunos de ellos tambien dispararon sus pistolas.

Carlos Pizarro no alcanzo a darse cuenta de nada. Con las manos sobre las piernas y sangrando por boca, nariz y oidos, quedo con la cabeza recostada sobre su pecho. Respiraba con dificultad. Uno de los guardaespaldas que se tiro a auxiliarlo capto toda la gravedad del momento:
"!Nos lo mataron!", exclamo.
Tan pronto sonó el tableteo de las armas la histeria se apodero de los pasajeros. Algunos se tiraron al piso, otros comenzaron a gritar y de no ser por la reaccion de los escoltas que pidieron calma, el caos se habria apoderado de la nave. Dos de los hombres de Pizarro que salieron corriendo hacia la cabina ayudaron a confundir a los ocupantes que alcanzaron a pensar que se trataba de sicarios que iban a matar al piloto. Una de las azafatas que en el momento del atentado caminaba por el pasillo, al creer que se trataba de un secuestro, aseguro la puerta de la cabina de mando y solo cuando comprobo que se trataba de los escoltas accedio a entrar a avisarle al capitan lo sucedido. La tripulacion, que habia escuchado los disparos, de inmediato se comunico con la torre para pedir autorizacion y regresar a Bogota.

Entre tanto, en la cabina de pasaje ros uno de los guardaespaldas pidio a gritos la presencia de un medico. Un hombre joven, recien graduado, se acerco y trato de darle los primeros auxilios al antiguo combatiente. Pero las heridas eran mortales, la hemorragia no cesaba, los signos vitales eran cada vez mas debiles y el medico sólo pudo comprobar lo que el guardaespaldas ya habia intuido: "No habia nada que hacer". Si para Pizarro todo acababa, para el resto de pasajeros era como volver a nacer. Cuando la calma retorno, nadie se explicaba como ninguna de las casi 20 balas disparadas no hirio a otros pasajeros.
Tambien parece milagroso que los proyectiles no hayan atravesado la estructura de la nave. De haber sucedido asi, esta se habria despresurizado de manera subita con posibilidades de estallar en el aire.

Los minutos que precedieron al aterrizaje en Bogota se hicieron eternos, aunque la maniobra no tomo mas de cinco minutos. Y, para hacer las cosas aun mas dificiles, la ventanilla en la que iba Pizarro--que recibio uno de los impactos de bala--comenzó a resquebrajarse y en un momento se llego a pensar que podia romperse del todo con graves consecuencias para el resto de los pasajeros. En la plataforma del muelle nacional, una ambulancia recogio el cuerpo aun con vida del antiguo guerrillero para llevarlo a la Caja Nacional de Prevision, donde un grupo de medicos esperaba al herido. Todos los esfuerzos fueron vanos, y tras algunos minutos en el quirofano, Carlos Pizarro Leongómez murio a las 11:10 de la mañana.

En El dorado los jueces y la Policia comenzaron las labores de reconocimiento de la nave y de interrogatorio a los pasajeros. Una pregunta flotaba en el ambiente: como pudo entrar una ametralladora al HK-1400
En un comienzo, gracias a las declaraciones del piloto, se penso que el sicario habia entrado el arma camuflada en la parte interior de uno de sus muslos, asegurada con una faja.
El que el asesino llevara una pantaloneta encima de la ropa interior parecio confirmar la hipotesis. Sin embargo, al cierre de esta edicion SEMANA pudo confirmar, con fuentes de Medicina Legal, que no se encontraron marcas en el cuerpo de Gutierrez, ni fajas, ni rastros de esparadrapo que corroboraran tales afirmaciones. Los forenses han comprobado tambien que en los casos de los asesinatos de Jose Antequera Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, los tres sicarios vestian ropas nuevas y zapatos de la misma marca. Para hacer mas espeluznante las cosas, se conocio la noticia de que Gerardo Gutierrez trabajo en el mismo sitio en que lo hizo el niño sicario que mato a Jaramillo, lo que permite pensar que los tres sicarios suicidas fueron reclutados por la misma persona y muy posiblemente siguiendo ordenes de un mismo jefe.

Volviendo al caso del arma, lo mas posible es que el sicario hubiera encontrado la mini Ingram en el avion y mas exactamente en el baño, que fue el unico sitio al que entro. La pregunta sobre como ingreso el arma esta sobre el tapete. El avion llego a Bogota procedente de Bucaramanga, donde habia pernoctado, y aunque algunos piensan que fue en esa ciudad donde se introdujo el arma, esto parece poco probable, pues 20 minutos antes del decolaje hacia Barranquilla cuatro hombres de la escolta revisaron el avion de arriba abajo, fuera de las otras revisiones de rigor que hace la compañia. Ademas, poner el arma en Bucaramanga implicaba correr el riesgo de que algun pasajero curioso o cualquiera de las personas de mantenimiento la descubriera antes que el asesino.
De acuerdo con lo anterior, solo queda la posibilidad de que alguno de los trabajadores que tienen acceso a la nave fuera de los pasajeros--personal de seguridad, policia, aseo y comisariato-hubiera subido la ametralladora. Y esto pone de nuevo sobre el tapete el tema de la seguridad en los aeropuertos, especialmente la de Eldorado, donde los controles en las puertas del terminal parecen ser confiables pero se descuidan los muros y cercas que circundan las pistas.
Mas aun, son muchas las empresas de aviacion privada por las que se puede acceder facilmente a las pistas y solo basta un overol de mecanico para andar como Pedro por su casa. Por ahora, se esta investigando a la Policia Aeroportuaria y a los empleados del aeropuerto. Pero lo cierto del caso es que ya son tres los magnicidios que se cometen en los terminales aereos de Bogota--sin contar con la bomba al avion de Avianca en noviembre pasado--, a pesar de camaras de video, detectores de metal, rayos X, requisas y policia especializada.