Especiales Semana

El tesoro del saber

Biblored cambiará en los próximos días de administración. El reto es mantener el impacto que ha logrado en la calidad de vida de la comunidad y seguir ampliando el acceso de los ciudadanos a la actividad cultural.

30 de noviembre de 2003

Todos los dias Camilo camina dos cuadras desde el Colegio Simón Bolívar hasta la biblioteca pública de Suba. Sus clases terminan a las 12 del día y mientras su mamá trabaja como empleada doméstica en el norte de la ciudad, este niño de 7 años realiza diferentes actividades durante la tarde: participa en el club infantil de lectura, hace tareas o asiste a los talleres de origami. Así transcurren las horas hasta que su mamá, eternamente agradecida con la biblioteca, lo recoge para regresar a su casa en Aures 2.

Hace dos años el tiempo libre de Camilo era muy diferente. Después de la jornada escolar regresaba a su casa y pasaba toda la tarde entre la compañía de su abuela, viendo televisión y en las calles del barrio. Pero desde que la biblioteca se reinauguró en 1999 y empezó a tener más acogida por parte de la comunidad, el niño cambió los andenes por los libros.

Al igual que Camilo todos los días miles de niños, jóvenes, adultos y abuelos visitan la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá (Biblored), un lugar en el que pueden estudiar, pasar su tiempo libre y participar en actividades culturales, algo a lo que antes no tenían acceso por falta de recursos y por las inmensas distancias que debían recorrer para encontrar un espacio así.

Esto ha significado un mejoramiento en la calidad de vida de muchos ciudadanos, y aunque no se ha realizado todavía un estudio riguroso que mida el impacto de las bibliotecas en este sentido Catalina Ramírez, gerente de Biblored, asegura que, "se puede medir en la motivación de la gente por permanecer en la biblioteca, en el asombro por acceder a cosas que antes no lo imaginaban, pero en especial en los volúmenes de usuarios que estamos recibiendo".

Hace dos años Biblored tuvo menos de un millón y medio de usuarios. En lo que va corrido de este año ya supera los cuatro millones. Y si se suman las bibliotecas del Banco de la República y las de Colsubsidio se llegará a los 10 millones de usuarios de bibliotecas en Bogotá al finalizar 2003. Ese mismo número de personas visita al año la red nacional de bibliotecas de un país como Chile.

La respuesta de los ciudadanos es producto del trabajo de la Secretaría de Educación Distrital y de la administración de Biblored. Un esfuerzo que empezó en 1999 con la adecuación y dotación de seis bibliotecas intermedias locales y 10 de barriales, y que siguió con la construcción en 2001 de tres bibliotecas mayores: El Tunal, El Tintal y la Virgilio Barco. Y aunque en un comienzo se tenían serias dudas sobre la capacidad del Distrito para asumir este gasto, hoy se han superado las expectativas.

"Si me hubieran descrito las bibliotecas sin decirme dónde quedan, probablemente me hubiera imaginado que se trataba de un país como Finlandia", dijo la escritora norteamericana Susan Sontag, al calificar a Biblored como "la mejor red de bibliotecas del mundo" en el recorrido que realizó en la Virgilio Barco a finales de abril pasado.

La nueva etapa

Después de cuatro años se está cerrando la primera etapa de conformación y consolidación del proyecto, que fue dirigida exitosamente por un grupo de consultores escogidos por la Secretaría de Educación. A partir del 15 de diciembre Biblored empezará a ser administrada por Colsubsidio y Comfenalco Cundinamarca. Durante los próximos 26 meses esta unión temporal, ganadora de la licitación pública, tendrá la tarea de mantener la red, superando las expectativas y algunos aspectos que ya se empiezan a ver como falencias.

Dentro de los logros que la nueva administración tendrá que sostener será el crecimiento de la dotación. Cuando el proyecto empezó se contaba con 160.000 volúmenes y hoy, gracias a las donaciones y recursos de la ciudad, hay cerca de 300.000. Las proyecciones de Bibliored muestran que en 2005 se esté por encima de los 350.000.

Esta buena dotación, junto con los programas alternos que realiza cada biblioteca, son los mayores atractivos para los usuarios. Jorge Orlando Melo, director de la Biblioteca Luis Angel Arango, asegura que "ha sido el proyecto cultural más exitoso que ha tenido cualquier entidad o ciudad colombiana en los últimos años".

Y es exitoso por su fuerte sentido social, porque ha logrado llegar a sectores que tradicionalmente no tenían acceso al mundo de la cultura, los ha incluido socialmente y les ha mejorado la calidad de vida de los ciudadanos.

Además de sus funciones naturales las bibliotecas realizan actividades culturales paralelas. Las tres grandes cuentan con salas de Internet, sonoteca y videoteca; desarrollan talleres de lectura, plastilina y origami (junto a otras seis bibliotecas); brindan clases de alfabetización en Internet para los abuelos, danza y narración oral, y tienen el programa de cajitas viajeras, en el que llevan sus recursos a lugares donde no tienen acceso a bibliotecas, como cárceles, hospitales y barrios alejados.

Las bibliotecas, más que un sitio para ir a realizar tareas, se han convertido en lugares importantes de socialización, espacios para el entretenimiento, para tener acceso a manifestaciones culturales y para pasar el fin de semana en familia.

Los nuevos operadores y la misma ciudad no sólo enfrentan el reto de mantener su creciente aceptación, sino la de mejorar la red principalmente en dos aspectos, según varios expertos. El primero es el contacto con la comunidad. Glecid Moreno, coordinador de los talleres de lectura para adultos de la Biblioteca El Tunal, asegura que "si bien se está llegando a mucha gente aún falta una gran promoción externa. Parecería que las bibliotecas están encerradas en sus muros y que reciben abiertamente a quien quiera visitarlas, pero no hacen mucho por invitar a las personas que todavía no han tenido el primer contacto con ellas".

Y segundo, aunque se ha hecho un gran esfuerzo por lograr una mayor cobertura, todavía hay muchos barrios populares de Bogotá en los que Biblored no alcanza a tener influencia. La red tiene que seguir creciendo y consolidándose con la construcción de una biblioteca mayor en Suba y otras menores en algunas localidades.

Por ahora las páginas de Biblored narran una gran historia, pero como en las novelas, falta mucho para llegar a un buen final.