Especiales Semana

EL VIEJO CALDAS

30 de julio de 1990

MIRANOD AL MAR
Salir al mar ha sido una ambición de los pueblos mediterráneos en todas las épocas. Porque el mar es sinónimo de desarrollo, de porvenir. Y ahora, a finales del segundo milenio, cuando en los planetas se habla de superpoblación y de escasez de recursos agrícolas, el piélago cobra cada vez mayor importancia.

El siglo XXI entregará el liderazgo económico a las naciones que puedan aprovechar de una manera más efectiva sus costas. No se trata ya de contar con un buen número de kilómetros de litoral en los anales patrios, sino de poder presentar una infraestructura capaz de conectar a un pueblo determinado con los mercados internacionales más apetecidos.

Y esto, a la luz de hoy, no significa otra cosa que establecer una plataforma de lanzamiento de los productos nacionales en las aguas del Pacífico. Esto no significa que los demás océanos hayan caído en desgracia. Lo que ocurre es que los ojos de la humanidad se han centrado, por lo pronto, en la cuenca del Pacífico.

El hecho de que sea precisamente en esta cuenca donde se encuentran los países más extensos y los más poblados del mundo y la coincidencia de que a través de estas aguas se pueda llegar fácilmente a potencias como Japón y los Estados Unidos, son razones de más para pensar en el protagonismo de esta zona del globo.

Por fortuna, Colombia posee un extenso litoral sobre el Pacífico. Pero por desgracia, sólo cuenta con un puerto en estas costas: el de Buenaventura. Un puerto que constituye la principal vía de entrada y de salida de productos desde y hacia el resto del mundo, pero que no ofrece la infraestructura suficiente para los requisitos de desarrollo del país. Su ubicación facilita el intercambio comercial de regiones poderosas en materia económica como la del Valle del Cauca, con su epicentro en Cali, pero dificulta la de otras como el Viejo Caldas y Antioquia. Y en todo caso, dada la dimensión del litoral pacífico colombiano, resulta inexplicable que a estas alturas de la historia moderna, en Colombia no existan alternativas a la hora de mirar hacia la más productiva cuenca del presente y del futuro.

El Gobierno Nacional, consciente de la necesidad de generar una apertura hacia el Pacífico, propuso la construcción de un nuevo gran puerto en la bahía de Cupica, al norte de la ciudad de Bahía Solano.

Representantes de los diversos sectores del Viejo Caldas han encontrado interesante el planteamiento, pero consideran que dado el aislamiento actual de Cupica, su tamaño, y la dificultad de afrontarlo física y económicamente, su entrada en operación resultaría muy lejana, con nefastas consecuencias para el desarrollo de Colombia.

Voceros del eje cafetero han propuesto que la construcción del puerto de Cupica se lleve a cabo con posterioridad a la del puerto de Nuquí, también en el departamento del Chocó, donde se gozaría, entre otras, de las siguientes ventajas:

.Cercanía a los centros de destino, origen de la carga, como Bogotá y los departamentos del eje cafetero, cuyos productos de exportación constituyen el principal soporte de la economía nacional en la actualidad. Mientras el puerto de Cupica estaría aproximadamente a 392 kilómetros de Medellín y a 772 de Bogotá, el de Nuquí reduciría distancias considerablemente, con su consecuente disminución en fletes y mantenimiento de vías. Nuquí estaría a 331 kilómetros de Manizales y a 600 de la capital de la República.

·Ensenadas que ofrecen excelente protección a los muelles y que permiten espera de los buques sin ningún contratiempo.

. Zona costera ideal para efectos de instalaciones portuarias.

·Magnífico potencial de desarrollo turístico.

Adicionalmente, el estado de las vías que conducen del eje cafetero a Nuquí no exigirían tanto despliegue en obras públicas como el que habría que enfrentar para el desarrollo de Cupica. Y, en todo caso, la facilidad para establecer comunicación terrestre entre Nuquí y Cupica no sólo no enterrarían el primer proyecto contemplado, sino que facilitarían su construcción en una etapa posterior.

El Viejo Caldas quiere su salida al mar y está luchando con razones de mucho peso para conseguirlo. No obstante, la construcción del puerto de Nuquí no sólo beneficia a los cafeteros sino a todo el país. Al fin y al cabo Caldas, Risaralda y Quindío constituyen el centro geográfico del triángulo que podría trazarse entre las tres ciudades de mayor desarrollo en Colombia: Bogotá, Medellín y Cali.

La unión hace la fuerza
Comenzó con una idea del Departamento de Caldas, pero pronto el proyecto se extendió a Risaralda y Quindío. El Viejo Caldas se lanzaba en la ofensiva de conquistar un espacio de comunicación propio que uniera más a la región.

Así se gestó Telecafé, el canal regional del eje cafetero que a pesar de las discrepancias ocasionales está llamado a ser el núcleo del progreso mutuo.

Pero Telecafé no es el único proyecto conjunto del Viejo Caldas. La rica zona cafetera ha decidido definitivamente comprometerse en obras de mayor envergadura que estimulen el desarrollo sostenido de la región. De esta manera se están adelantando numerosos programas de integración con grandes perspectivas. Uno de ellos es el proyecto de la Unión de Occidente, que pretende la construcción de un puerto cafetero en el Chocó entre Nuquí y Bahía Solano que sirva como puerto alterno al de Buenaventura. El otro es el del Tren Cafetero, un proyecto en el que participan tanto la empresa privada como el Estado y cuyo objetivo es revivir el antiguo ferrocarril que unía al Viejo Caldas con Buenaventura.
Y es que una región que posee la misma idiosincrasia y la misma historia, que reúne patrones culturales similares, no se puede dar el lujo de intentar un desarrollo fraccionado. Así lo han entendido los gobernadores de Caldas, de Risaralda y de Quindío, quienes desde el momento de su posesión han estimulado el acercamiento entre los tres departamentos.

En busca de soluciones
A pesar de que el eje cafetero representa para la economía del país más del 70% de los 1.500 millones de dólares que anualmente recibe la Nación por la exportación del grano, el Viejo Caldas no ha solucionado todos sus problemas. Mientras el departamento de Caldas pelea por el mantenimiento de sus vías públicas y Risaralda busca una salida a la congestión vehicular de las vías de Dosquebradas y Pereira por medio de la variante Chinchiná, Pereira, Quindío lucha constantemente por erradicar el desempleo causado por la proliferación de la economía informal.

"La gente se está empleando solamente a través del medio oficial y no hay expectativas por fuera, comenta la gobernadora del Ouindío Belén Sánchez. "El departamento vive mucho de la economía informal y se hace indispensable el estímulo de la mediana empresa".

Mirando el futuro
Con todo, el Viejo Caldas sigue trabajando en su esquema de desarrollo con miras en el siglo XXI. Las alternativas cada día son mayores y las expectativas son muchas. Los tres departamentos coinciden en que la "mina de oro" se encuentra en la agroindustria. El eje cafetero ha diseñado un plan estratégico que le va a permitir no sólo enfrentarse con coraje a los cambios del próximo siglo, sino también adquirir mayor experiencia en otros sectores diferentes al del café.

Risaralda ya ha iniciado programas de diversificación. Proyectos como el del mejoramiento de la caída panelera y sus procesos de transformación, el plan de desarrollo de especies menores; el plan para la cría del gusano de seda y el programa del mejoramiento del cultivo del cacao, son dignos de tener en cuenta. Incluso, existe la posibilidad de desarrollar la agroindustria del tomate en el municipio de Marsella. "Además de estos planes y aprovechando que el departamento ya ha cubierto las necesidades básicas de la población, se quiere mejorar el nivel de vida de los habitantes por medio de su participación en empresas comunitarias", afirma Víctor Manuel Tamayo, secretario de Gobierno de Risaralda. Es el reto para el siglo XXI.

Ouindío, que posee además el sistema vial mejor mantenido del país, también tiene puestos los ojos en la agroindustria. La investigación y la búsqueda de modelos en este campo, ha sido el pilar para su realización futura. La diversificación de los cítricos en Cicolsa, empresa dedicada al procesamiento de los recursos secundarios de la naranja, ya es un paso hacia la industria de frutales y hortalizas.

Y Caldas, para no quedarse atrás, ha montado también su estrategia basado en la industrialización del agro. En poco tiempo se ha aprovechado la variedad de climas para incentivar la diversificación. Fruto de ésta ha sido la creación de Pacicol, procesadora de maracuyá, y de Frutasa, que mantiene comercio permanente con Bogotá, Medellín y Cali. "Será el primer paso luego de satisfacer las necesidades básicas del departamento, en cuestión de acueducto y alcantarillado para todos los municipios. El proyecto de electrificación de toda la región ya ha sido aprobado con la participación de la Central Hidroeléctrica de Caldas, el Comité departamental de Cafeteros y la Gobernación, y estará listo para 1995", sostiene Germán Cardona, con satisfacción.

Así el Viejo Caldas se prepara para recbir el siglo XXI. Ante todo luchando por una integración verdadera entre los departamentos y unos objetivos claros de progreso. Es el ejemplo de una región que guarda en sus tierras un futuro prometedor.