Especiales Semana

En una república joven

En el arte del siglo XIX el costumbrismo y el retrato dominaron como géneros. El dibujo fue la expresión que más se dio, mientras que la escultura fue la que menos.

Por Beatriz Gonzalez *
10 de noviembre de 2003

La aproximación al arte del siglo XIX requiere comprender el modo como las grandes corrientes de la cultura europea se infiltraron en un país joven. Es necesario, de una parte, seguir las huellas de los grandes estilos occidentales y de sus notables artistas y, de otra, identificar aquellos rasgos, modas y tratamientos del espacio o de la forma que se han repetido hasta conformar un sistema de expresión.

Para Pierre Francastel, en su Sociología del arte, "toda imagen constituye, pues, el punto de convergencia en el espacio y en el tiempo, de elementos extraídos a tiempos diferenciados". Así mismo, las obras de arte que se realizaron en el país entre 1800 y 1900 fueron el producto de la convergencia de la pintura religiosa colonial, perfeccionada durante los siglos XVI y XVII en las escuelas del Alto Perú y Ecuador y en los talleres de la Nueva Granada; de la pintura virreinal y del desarrollo de la observación y el dibujo durante la Ilustración en el siglo XVIII; de la influencia de Francisco José de Goya (1746-1828) en la corte española, y de la difusión del estilo neoclásico francés, del pictorialismo inglés y del romanticismo alemán.

Los rastros de dicha convergencia pueden seguirse a lo largo del siglo, todo cambio político produjo cambios temáticos, el costumbrismo y el retrato dominaron como géneros, el arte más sobresaliente fue el dibujo y el menos destacado la escultura.

Las bases del género del retrato en Bogotá, hacia la década de 1840, eran las mismas de la escuela familiar de Pedro José Figueroa, practicadas por sus hijos y discípulos. Quienes no pertenecían a esa escuela, en su mayoría autodidactas, aplicaban los conocimientos que les dejaba la dedicación a la miniatura, como la destreza y el sentido de la observación; sobresalieron José María Espinosa, Ramón Torres Méndez, Jaime Santibáñez, José Gabriel Tatis y Narciso Garay.

Durante el siglo XIX no llegó a conformarse un arte nacional pero es innegable la existencia de una tradición en el modo de aplicar los colores sobre la superficie, en la elegancia para seleccionar los tonos y en la agudeza para observar al modelo. La perspectiva y la alta ciencia compositiva alcanzadas en otras latitudes fueron aquí reemplazadas por el planismo en los fondos y la narración simplificada de los temas, y ante las dificultades académicas surgieron soluciones humorísticas.

En resumen, las etapas del arte del siglo XIX confirman la preeminencia de los hechos políticos y sociales sobre las expectativas artísticas heredadas del siglo XVIII. Y aunque el arte no se detuvo, las soluciones a mano fueron bien singulares y los artistas se vieron impelidos a romper con la trayectoria ilustrada que les precedía. n

* Artista e historiadora. Este texto está basado en el publicado en La gran enciclopedia de Colombia.