Especiales Semana

Equilibristas adolescentes

Los adolescentes comienzan pronto y en condiciones de alto riesgo su vida sexual. Los efectos de lo que hacen en la cama terminan por afectar a toda la sociedad.

20 de junio de 2004

Los adolescentes son, en relación con el sexo, como equilibristas sobre la cuerda floja. Estos artistas sienten un gran placer mientras llevan a cabo su acto circense. Y aunque son conscientes del riesgo que corren, igual desafían el miedo y el vértigo que les produce el vacío que se extiende bajo sus pies, para obtener el aplauso del público. Saben que existen mallas o cuerdas de seguridad que podrían hacer su acto menos riesgoso, pero no tienen los medios económicos o la forma de acceder a ellos. Pese a todo se juegan la vida. Lo mismo les sucede a los adolescentes con las relaciones sexuales. Por un lado son cada vez más presionados a comenzar su vida sexual más rápido. Casi se podría decir que son empujados a salir a caminar sobre la cuerda floja. El último reporte del Ministerio de Protección Social revela que la edad promedio de inicio de las relaciones sexuales en Colombia es de 13 años para los hombres y de 14 para las mujeres.

No todos se lanzan a esta aventura porque sienten que no están preparados aún. La encuesta de SEMANA revela que la mitad del grupo entre 12 y 17 años está en desacuerdo con las relaciones sexuales desde la adolescencia. Por eso, sólo algunos se le miden a esta experiencia de llegar primero al sexo que a la mayoría de edad. Y aunque saben que existen maneras y formas de prevenir un embarazo o de evitar contraer una enfermedad de transmisión sexual, no recurren a ellas por temerarios o porque temen que los adultos descubran que ya comenzaron su actividad sexual. Así se juegan la vida como los equilibristas. No sólo andan sobre la cuerda floja sino que van con los ojos vendados. Esta decisión sobre su vida personal no tendría nada de controversial si no fuera porque las consecuencias de lo que hacen en la cama afectan a toda la sociedad.

En el mes de febrero el Ministerio de Protección Social presentó un informe sobre la situación de la salud sexual y reproductiva de los adolescentes en el país. Los hallazgos del estudio revelaron que la mayoría de las adolescentes, incluso las que no han iniciado aún su vida sexual, conocen algún método de planificación familiar y que el uso de anticonceptivos en esta población aumentó seis puntos (del 11 al 17 por ciento) en el lustro 1995-2000. No obstante, en el mismo período la tasa de fecundidad de este grupo se incrementó del 17 al 19 por ciento. Una de cada cinco adolescentes de 17 años ha estado embarazada y una de cada tres de 19 años. ¿Cómo se explica esto? Para el Ministerio el aumento en la tasa de fecundidad obedece a un problema de baja escolaridad, el cual a su vez está asociado a condiciones de pobreza. Está comprobado que a mayor nivel de educación, mayor grado de conciencia sobre la salud reproductiva y planificación.

El factor económico impide muchas veces que los adolescentes utilicen los métodos anticonceptivos modernos y hace que recurran a prácticas tradicionales o folclóricas que no sirven de nada como, por ejemplo, tomarse una aspirina con gaseosa, beber vinagre, saltar para que el semen resbale o lavarse los genitales con limón. En otros casos lo que los aleja de los métodos de anticoncepción modernos son las experiencias negativas que viven, según el estudio del Ministerio, en "instituciones de salud donde se sienten estigmatizados, rechazados y su confidencialidad es irrespetada". Para los adolescentes esto último es muy importante porque temen que el reconocimiento de su actividad sexual sirva para estigmatizarlos o desprestigiarlos moralmente en sus comunidades.

La ausencia de métodos de planificación se traduce en embarazos no deseados. La mitad de las adolescentes de entre 15 y 19 años en este estado recurren al aborto y las que siguen con la gestión tienen el doble de probabilidades de morir a causa del evento reproductivo. "La muerte de estas mujeres representa una pérdida de años de vida que afecta económica y socialmente al país", dice Lucy

Wartengberg, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, por sus siglas en inglés). Para ella lo más importante es que estas muertes podrían evitarse con un adecuado acceso a servicios de salud por parte de la población adolescente. El Ministerio calcula que con una oferta anticonceptiva anual constante podría reducirse la tasa de fecundidad de estos grupos en 26 por ciento.

Para enfrentar este problema el gobierno ha propuesto una combinación de acciones educativas a través de los colegios y las universidades. El objetivo a largo plazo es diseñar un nuevo programa que cambie el concepto actual de la educación sexual para tener en cuenta todo lo que tiene que ver con los derechos sexuales y reproductivos. La idea es lograr que los adolescentes sean sujetos capaces de tomar decisiones autónomas y se hagan responsables de su propia sexualidad. Mientras esto ocurre diversos laboratorios productores de anticonceptivos han diseñado campañas para acercarse a esta población que puede convertirse en un mercado interesante para sus productos en el mediano plazo. Laboratorios Wyeth habilitó una línea telefónica (a la cual bautizaron Mímese) y una página en Internet (www.mimese.com.co) gratuita para informar a los jóvenes sobre planificación familiar. La compañía holandesa Organon, por su parte, diseñó la campaña Sexo ConSentido con el mismo propósito pero diferente método. La imagen de la campaña es la actriz Martina García, protagonista de la telenovela Amor a la plancha. La idea es que un rostro joven y conocido atraiga a los jóvenes hacia los puntos de atención de la campaña, donde enfermeras y médicos van a resolver las inquietudes de los jóvenes. "Queremos ayudar de una manera diferente. Enseñar a cambiar la conducta de los jóvenes usando la dramatización, los juegos y ejercicios que refuercen su habilidad de socialización", dice el doctor Aurelio Otero, director científico de Organon. Todas estas iniciativas pueden servir para que el sexo en los adolescentes deje de ser un acto de equilibrismo extremo y se convierta en un acto responsable y sano que contribuya en forma correcta a su desarrollo emocional.