Especiales Semana

INDUSTRIA AGROPECUARIA

4 de abril de 1988


"HAY QUE VOLVER LOS OJOS AL CAMPO"
El gerente general de Fenalce, Adriano Quintana Silva, se ha convertido en uno de los voceros más controvertidos del sector agropecuario. SEMANA dialogó con él, con el objeto de conocer la problemática que atraviesa el campo en la actualidad.

SEMANA: ¿Qué opinión le merece la actual política agraria?
ADRIANO QUINTANA:Desde hace mucho tiempo se ha hablado de la ausencia de una política agropecuaria, y hoy en día continúa vigente esa afirmación. El manejo del sector ha sido desafortunado. Hay una tendencia al cortoplazismo que impide planificar y que origina una permanente inseguridad en los cultivadores. El programa adoptado durante 1987 fue bueno, promovió un incremento en el mercadeo nacional, pero lastimosamente no se sostuvo. Por eso es indispensable que los programas no se queden en palabras, sino que se protocolicen por medio de una legislación adecuada. Lo que ocurre es que el modelo de desarrollo en Colombia siempre se ha inclinado por el sector industrial.

S.: ¿Acaso existe una pugna entre agricultores e industriales?
A.Q.: No exactamente. Me parece muy útil que se promueva el desarrollo industrial, pero no a costa de hacer un sesgo en el agro. El problema es que en el país se han manejado los dos sectores por separado, y esto constituye un grave error. La idea es que se ayuden mutuamente, pero para esto se requiere una política de cooperación. El industrial muchas veces prefiere importar, porque le resulta más barato; entonces asi se debilita cada vez más la iniciativa agrícola. Si en cambio el gobierno le diera prelación a los productos colombianos, y castigara las importaciones con un arancel fuerte, el industrial apoyaría el agro nacional, y en poco tiempo, debido al incremento en la producción, los precios le resultarían más favorables. En otras palabras, si mediante una legislación se logra que las importaciones, cuando sea eminentemente necesario hacerlas, resulten más costosas que la producción nacional, esto provocaría que los industriales prefirieran el trabajo colombiano, lo cual es contrario a lo que ha sucedido hasta ahora.

S.: ¿Qué han hecho los voceros de los gremios agrarios al respecto?
A.Q.: Los voceros de Fenalce, y los de los gremios agrarios en general, nos hemos quejado por la ausencia de una política agropecuaria que pretenda desarrollar el sector a largo plazo. Hemos insistido en la necesidad de una política que proteja al agricultor. Hemos presentado programas que muestran con claridad las ventajas de financiar maquinaria agrícola y de fomentar las investigaciones en el campo. El asunto es muy fácil de entender: en Colombia hay solamente 600 mil hectáreas mecanizadas, pero con maquinaria obsoleta. Esto ocasiona la pérdida de una tonelada por hectárea cada semestre, lo cual equivale a un promedio de 70 mil millones de pesos en pérdidas cada año. Esto se remediaría si se bajaran los aranceles totales que hay sobre la maquinaria agrícola importada, que equivalen a 7 mil millones de pesos. Pero al gobierno le da miedo dejar de recibir este dinero, aunque a la larga signifique una ganancia de 63 mil millones de pesos cada año.

S.: Y si el asunto es tan claro, ¿Por qué no se ha logrado un avance?
A.Q.: Sencillamente porque el sector agropecuario no tiene peso político, ni padrinos en el alto gobierno. Los políticos se acuerdan del agro a la hora de las elecciones, porque hay por lo menos 7 millones de habitantes que se dedican a estas labores. Pero después de que han conseguido los votos se olvidan del agricultor.

S.: ¿Usted cree, entonces, que la solución es hacer polítíca?
A.Q.: No. Yo pienso que hay que agrupar al campesinado para convertirlo en un grupo de presión, pero no con la intención de fastidiar, sino con el objeto de llamar la atención del gobierno. Si esto se logra los beneficios serán múltiples: se mejora y se protege la producción, se genera empleo, disminuyen las importaciones y, finalmente, como el agricultor encuentra una ocupación rentable y segura, se da un gran paso para llegar a la paz en las zonas rurales.

AHORA...TRANSFERENCIA DE EMBRIONES
La inseminación artificial, adoptada en Colombia hace ya varios años, constituyó una verdadera revolución. Esta permite que el semen de los toros seleccionados por poseer las mejores características de su raza, pueda aprovecharse cuentas veces se desee, en un número indefinido de vacas acá o en cualquier lugar del mundo. El semen se vende, se exporta, se cambia, y además del multiplicador que constituye, ofrece grandes ventajas en materia de higiene.
Sólo existía un pero en esta práctica. Se estaban escogiendo los mejores toros de las ganaderías, pero en todo caso quienes aplicaban la técnica debían poseer hembras de suficiente calidad, como para que el semen utilizado se combinara con otra serie de factores genéticos que ameritaran la inversión. Es decir que de nada servía comprar el mejor semen del mundo, si la vaca receptora no aseguraba otro tanto de calidad para dar como resultado una excelente cría.
Este problema llevó a los investigadores del campo a crear una nueva técnica, denominada transferencia de embriones, que además de aprovechar al máximo los factores hereditarios del toro, se encarga de entregar el "producto" de una vez combinado con los mejores factores hereditarios de una vaca de selección. En pocas palabras, la transferencia de embriones constituye, además de un multiplicador de crías, un multiplicador genético.
"El ganadero ya no se preocupa por escoger la mejor vaca de sus potreros, sino simplemente por escoger una hembra sana, sin importar que sea fea, flaca o poco productiva. Lo único que interesa de ella es que sirva para receptora de un embrión que ya está genéticamente determinado", asegura Luis Vélez Koppel, presidente de Asosemen.
Existen 2 maneras de realizar la transferencia de embriones: en fresco o por medio de congelación. En los 2 casos el proceso inicial es el mismo. Se escoge una vaca que sea sobresaliente por la calidad de sus crías y por su pedigree. A base de drogas se le induce a una superovulación, de modo que en vez de uno, genere en promedio 15 óvulos. Cuando se produce la ovulación se insemina con semen de un toro sobresaliente. A los 11 días se realiza un lavado uterino y se extraen los embriones. Si el proceso se va a realizar en fresco, ya deben estar preparadas las novillas receptoras que recibirán los embriones (una por embrión, lógicamente), y el paso se efectúa directamente. Pero si los embriones extraídos van a ser exportados, o en todo caso deben permanecer fuera del útero para efectos de transporte, entonces deben ser congelados en nitrógeno líquido a -196 grados centígrados.
Esta técnica, que se viene experimentando desde hace unos 6 años, ya se aplica en Colombia con resultados satisfactorios, sobre todo por parte de ganaderías interesadas en aumentar decididamente la producción lechera.
Ahora, las investigaciones se dirigen hacia la determinación del sexo del embrión antes de ser transferido, al igual que de otras características inherentes con las cualidades que se desean del animal.
De modo que con la transferencia de embriones se pasó de una cría por año en cada vaca de excelentes cualidades, a la posibilidad de que esa misma vaca dé lugar a unas 30 crías que reflejarán todas sus virtudes genéticas.