¿INOCENTES A LA HORCA?
Dos colombianos detenidos en El Cairo a la espera de un dramático fallo, protagonizan una historia de amor que puede terminar en tragedia
A 4 horas de El Cairo, en una polvorienta y hacinada cárcel, soportando temperaturas de 40 grados centígrados y separados, cada uno en un pabellón diferente del penal y en una celda colectiva, Germán Salguedo de 38 años de edad e Isabel Cristina Rojas de apenas 21, conforman la pareja de colombianos de origen humilde, que se encuentra en el corazón de una historia de amor que, como en los clásicos de la literatura, puede terminar en tragedia. El 6 de julio pasado fueron detenidos por las autoridades egipcias, en compañía de los otros 7 tripulantes de un barco de bandera hondureña, en cuyas bodegas fueron encontradas 6 toneladas de hachís. Estaban ocultas dentro de unas llantas de carro, que a su vez se hallaban camufladas bajo un cargamento de latas de salsa de tomate.
Fue necesario que pasaran cerca de dos meses antes de que el país se enterara de la noticia, ya que apenas cinco semanas después del arresto, la embajadora colombiana en El Cairo, Virginia Obregón, leyó en un periódico la información y comisionó al cónsul Carlos Lozano para que se hiciera cargo del caso. Lozano a su vez se dirigió días después por carta a los familiares de los detenidos y sólo el lunes de la semana pasada la noticia fue dada a conocer por la prensa.
Pero hubiera pasado más o menos desapercibida si no fuera por el hecho de que, según está contemplado en la ley egipcia, Salguedo e Isabel Cristina pueden ser condenados a morir en la horca o, en el mejor de los casos, a 25 años de cárcel y trabajos forzados.
Para un país como Colombia, donde la pena de muerte fue abolida hace unos tres cuartos de siglo en algo que es considerado un valor de la sociedad y un motivo de orgullo, un caso como éste, o como el de Luis Carlos Arango, condenado en La Florida a la silla eléctrica, sacude a toda la gente, que se moviliza de inmediato para tratar de salvar la vida de los compatriotas que enfrentan semejantes peligros, independientemen te de su inocencia o culpabilidad.
En este caso de El Cairo, de cualquier modo, todo parece indicar que los acusados son inocentes, víctimas de un enredo que ha obligado a las autoridades egipcias a detenerlos, según explicaciones del abogado Sami El Nabarawi (ver recuadro con entrevista), contactado por la representación colombiana en la capital de Egipto. Salguedo e Isabel Cristina se habían embarcado en Grecia, él como tercer ingeniero y ella como cocinera de a bordo, creyendo al parecer que transportaban a Suez un cargamento de latas de salsa de tomate. Según las informaciones obtenidas por SEMANA tanto a nivel del abogado como de la embajada colombiana, la pareja fue detenida como medida preventiva de la Policía de Investigación del puerto de Suez que consideró que, hasta que se pudieran esclarecer los hechos totalmente, todos los tripulantes del carguero Sky debían ser arrestados.
Sin embargo, si bien esta impresión general de que los dos colombianos son inocentes ha llegado incluso a ser expresada en comunicaciones enviadas a Colombia por el cónsul Lozano, esto no quiere decir que Salguero e Isabel Cristina las tengan todas consigo. Se sabe que la ley egipcia en cuanto al narcotráfico es muy estricta y que la parte acusadora tratará de demostrar que, por el volumen del cargamento de hachís, resultaba casi imposible que algún tripulante en un barco tan pequeño no estuviera enterado de su existencia. En ese caso, las autoridades egipcias no tendrían que demostrar que los dos colombianos se estaban beneficiando del ilícito, sino que sabían de su existencia y que esa condición los convirtió en cómplices. Todo esto puede además demorarse algunos meses en ser decidido por las justicia egipcia, cuyas cortes sólo se reabren en octubre, cuando termina el largo verano de esa región del mundo.
La historia de amor
Salguedo e Isabel Cristina se habían conocido hace más de tres años en las islas de Trinidad y Tobago, en el Caribe. Meses antes, ella había terminado su 5° de bachillerato en Palmira, Valle, a media hora de carretera de la población de Candelaria, donde nació el 5 de noviembre de 1963. Hija de Lesbia Llanos y Alfonso Rojas, había aprendido desde muy pequeña sus primeras letras, pues solía acompañar a su madre, maestra de la escuela de Candelaria, a dictar sus clases. Siendo muy niña comenzó a demostrar lo inquieta que era. Le gustaba mucho bailar y escuchar música, llegando años después a tocar flauta y estudiar solfeo. Cuando terminó el 5° de bachillerato, decidió que su vida necesitaba un cambio radical. Con algunos ahorros, tomó un barco en Buenaventura que la condujo a Cartagena, en un viaje que obviamente incluyó la travesía del Canal de Panamá. Según cuentan su madre y sus hermanas, fue entonces cuando Isabel Cristina "se enamoró del mar". Tiempo después; viajando ya no de turista sino de cocinera de un barco, llegó a Trinidad y Tobago. Allí apareció Germán Salguedo.
El era, ya para entonces, un marinero con más de una aventura, y no sólo de mar. Con un matrimonio y una separación encima, Salguedo había cogido fama entre sus amigos y familiares de ser hombre de "un amor en cada puerto". Nacido en Cartagena el 4 de mayo de 1947, se había embarcado por primera vez en ese puerto a los 18 años, cuando consiguió trabajo en un barco salinero de Manaure. Su madre, doña Sixta Esquivia, recuerda que su vocación por los mares comenzó desde muy pequeño. "Siempre que oía pitar un buque --relata-- o sabía que llegaba algún barco, se iba para el muelle a mirarlo por mucho rato". Incluso cuando niño, en tiempos en que se dedicaba a ayudar a su madre en un cultivo de yuca, ñame y patilla que tenían en la huerta casera, mostraba una gran inclinación por la vida del mar. En los trompos, uno de sus juguetes favoritos labraba siempre barcos inmensos en los cuales soñaba trabajar algún día.
Nueve años después de su primera experiencia como marino y cuando ya había conocido varios puertos, se casó con Liliana de la Rosa en Barranquilla. La había conocido apenas tres meses antes. "Fue amor a primera vista --explica doña Sixta-- y por eso, ese matrimonio no duró mucho". El continuó viajando y realizó una travesía por el Mediterráneo.
Su esposa, quien no soportaba las largas separaciones a que estaba obligada, viajó posteriormente a España, donde trataron de reorganizar su matrimonio. Pero fue imposible. Semanas después se dijeron adiós en forma definitiva. Actualmente, ella vive en Nueva York, donde trabaja para una agencia de viajes.
Después de la separación, él siguió viajando mucho, recorriendo los puertos europeos. Cuando no conseguía contrato como marino, buscaba trabajo en las ciudades. Pese a que sólo estudió la primaria, sus familiares aseguran que "sabe hacer muchas cosas, que ha aprendido a lo largo de la vida, como un autodidacta".
Después de haber visto por primera vez a Isabel Cristina en Trinidad y Tobago y de haber trabado amistad con ella, la volvió a encontrar semanas después en Cartagena, cuando fueron contratados por un mismo barco para una larga travesía. Sin embargo, surgieron algunos problemas laborales a bordo y ellos debieron demandar al dueño para que pagara lo que les debía. Mientras el pleito avanzaba, ella visitaba todos los días a Salguedo quien se había hecho cargo del manejo de la demanda. Según le contó Salguedo a su familia, "un día de esos, en que ella vino a visitarme, se convirtió en mi huésped y desde entonces el romance comenzó en firme".
Alma de marinera
Tras lograr una solución aceptable del pleito, consiguieron embarcarse juntos a Centroamérica, él como maquinista y ella siempre como cocinera. Luego fueron por primera vez juntos a Europa, de donde sólo regresaron en 1984. Ella lo llevó a Candelaria a conocer a su familia y allí pasaron vacaciones entre el 14 de marzo y el 6 de abril. Trajeron dulces para todos y a su mamá, Isabel Cristina le regaló un perfume. Sus proyectos para entonces eran los de regresar a Europa para tratar de establecerse allí. Pero no tenían ni un solo peso. En compañía de una vieja amiga, doña Lesbia efectuó los trámites para obtener un crédito con el cual conseguir los pasajes. Semanas después, la pareja viajó a España.
En Barcelona, Isabel Cristina consiguió trabajo primero que Salguero. Se embarcó en un buque danés llamado "El Platesa", que realizaría una travesía por Arabia Saudita. Al final del viaje, volvieron a encontrarse en Atenas, a donde él había viajado mientras tanto. Desde allí, enviaron fotos a sus familias y ella grabó un casete que hizo llegar a su madre. Al principio de la grabación, ella comenzó cantando con su propia voz algunos versos de la canción "Mediterráneo" de Joan Manuel Serrat: "Me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinera". Pero no todo era tan feliz como esa melodía. En tono nostálgico, ella mencionaba las grandes diferencias entre la comida griega y la colombiana y finalmente revelaba que las cosas se habían puesto muy difíciles. Salguedo había conseguido trabajo en una fábrica de accesorios para carros y ella en una de aluminio. Pero la recesión europea y las limitaciones impuestas por el gobierno socialista de Papandreou a los trabajadores inmigrantes, los obligaban a efectuar contratos clandestinos y nada ventajosos.
A principios de julio de este año, lograron por fin un trabajo juntos en un barco de bandera hondureña, el Sky. La tripulación estaba compuesta por 3 tanzanios, 3 egipcios, un chileno y los dos colombianos. El fue contratado como tercer ingeniero y ella ofreció sus servicios de cocinera. Según una dramática carta que ella escribió después desde la cárcel (ver recuadro), el barco no estaba en muy buen estado y Salguedo debía efectuar constantes reparaciones. Finalmente llegaron a PortSaid y luego atravesaron el Canal de Suez. En el puerto de Suez, en la madrugada del 6 de julio, agentes de la Policía de Investigaciones, vestidos de civil, se subieron al barco, requisaron la carga y descubrieron las 6 toneladas de hachís. Lo demás, es historia conocida: el arresto, la entrada en contacto con las autoridades colombianas y hasta las colectas que se organizaron tanto en Candelaria como en San Juan Nepomuceno (Bolívar), donde viven sus respectivas familias, con las cuales se lograron reunir los 2.500 dólares que ha cobrado el abogado El Nabarawi.
La expectativa es grande, aun cuando superado el escándalo de los primeros días de la semana pasada, las esperanzas han ido en aumento y es posible que los dos colombianos no estén tan cerca de la horca como se creyó al principio. De cualquier manera, ésta es una de las muchas historias que ilustra a las claras el fenómeno, cada vez más creciente, de colombianos que se ven obligados a viajar al exterior a internacionalizar las técnicas nacionales del rebusque, porque el rebusque local parece estar ya copado.--
Carta desde la celda
Egipto, agosto 17-85
Madre querida: mi saludo especial, que mi Dios les tenga iluminados, ruego reine el amor y la paz en mi querido y añorado hogar. De nuevo escribiéndote esta vez ya tu sabes no encontrándome bien, pues en el cautiverio en que nos encontramos es imposible un buen estado de ánimo aquí privados de todo donde hemos dejado de ser nosotros, donde hemos perdido el derecho de ser o no ser aquí es igual. Nos encontramos de nuevo en la cárcel de Suez, donde nos han traído no sé a que, seremos remitidos de nuevo a la otra prisión el 19 o sea pasado mañana donde permaneceremos de nuevo otro mes, pues aquí es así, lo trasladan a uno de aquí a allá y de allá acá. Ahora gracias a Dios, nos ha llegado como caído del cielo el cónsul el señor Carlos Lozano que nos visitó por primera vez en la otra prisión y desde aquel día nos está prestando su valiosa ayuda, hoy de nuevo estuvo aquí y vino en compañía del abogado, hemos hecho todo el papeleo y ha quedado listo el poder, ojalá pueda hacer algo por nosotros para lograr nuestra libertad. El señor Cónsul es muy buena persona de una gran nobleza y muy humano. Cuando tenemos la dicha de hablar con él, el mundo toma otro color, nuestras vidas toman un valor, nuestro espíritu se llena de esperanza y de fe, vemos un camino que se nos abre en nuestra desdichada suerte. Ahora contamos con alguien pues nos pasamos todo un mes sin saber que podría ser de nosotros y ni modo de comunicarnos, aquí todo es prohibido, hablar dejar de hablar, la comunicación escrita, en fin todo, aquí cuando uno cae preso se pierde todo, nadie podrá imaginarse como es este calvario. Yo no puedo ver a Germán y cuando lo veo es por una ventana enrejada que nos separa y sólo por 10 minutos y una sola vez al mes; aunque aquí en Suez hay más flexibilidad.
No se si ha llegado a tus manos una carta que envié de la otra prisión, que creo que nó pero en fin, ahora trataré de hablarte acerca del problema ya tu sabes que nos embarcamos de Grecia, que el mismo día que salimos te envié una carta en la que te decía que en 3 días que estuvieramos llegando a PortSuid te escribiría de nuevo pero no fue así, pues el bendito barco viejo tuvo mucho problema en máquinas y andaba muy despacio. Germán trabajó día y noche sin descanso. El viaje fue largo pues a veces nos quedábamos a la deriva las máquinas se recalentaban y había que parar en mitad del mar mientras Germán hacía algunos cambios y lograba mantenerlo bien. Fue todo un martirio. En fin, llegamos a PortSuid y pasamos el canal, en la ciudad de Suez se traparon al barco unos hombres vestidos de civiles. Yo dormía y fueron a la cabina que compartía con Germán me hicieron levantar y esculcaron todo yo aterrada y muy nerviosa pregunté que pasaba y me dijeron que en el barco venía droga, que yo nunca me imaginé semejante absurdo cuando en Grecia nos comunicaron que la carga era salsa de tomate y que su destino era Yemén del Norte. Así que fuimos detenidos y desde aquel 6 de julio empezó nuestra agonía que durará sabe Dios hasta cuando.
Hoy nos comunicó el Cónsul que aquí los juzgados están de vacaciones hasta el mes de octubre, para más pena y desazón esa es la triste realidad.
Tenemos que agradecerle mucho al señor Cónsul, le pagaremos con creces todo lo bueno que pueda ser para nosotros, y a propósito él es hijo del ex alcalde y ex gobernador del Valle Libardo Lozano Guerrero que según tengo entendido tu lo conoces el nombre del Cónsul es Carlos Lozano A., caleño, casado con una muy simpática bogotana llamada Vicky muy buena ella también. Nos visitó en compañía de su esposo en la otra prisión, hoy no vino y estoy muy triste pues habla muy amenamente tienen 5 hijos dos de los cuales pude ver hoy. Una familia muy simpática y cariñosa.
Germán anda muy enfermo, ha adelgazado mucho y lo veo muy triste y agotado, no sabes que duro golpe nos ha dado la vida después de luchar tanto en Grecia por embarcarnos juntos día a día yendo y viniendo de compañía en compañía para coger ese barco en que nos dieron trabajo a los dos que no sabes cuanta fue nuestra felicidad, para luego venir a caer a este hoyo podrido sin ton ni son. Hemos derramado muchas lágrimas de sangre, es una pena moral que acabará con nuestras humildes vidas si no logramos salir pronto.
Yo tengo fe pero a veces todo se me viene al suelo pues tu sabes con que clase de gente me ha tocado estar; aquí se aprenden muchas cosas de esta vida, pero no para bien.
Dejemonos de más cosas triste.
Estaremos en la otra prisión 40 días más; esta misiva te la hará llegar el señor Cónsul, ahora nuestras relaciones serán diplomáticas y representando un país el cual, a pesar de los pesares, nos sentimos orgullosos; y ahora adelante que para todo hay solución, menos para la muerte que a veces me anda tentando en esta horrible prisión, en este calabozo de mis penas, donde mi juventud pierde calor y pasa pasa... saludes a todos a Anita muchos besos a Amparo al loco del Luis.
Besos mil, tu hija, Cristina
Recuerdos de Germán
No los dejaré ahorcar
Sami El Nabarawi es un prestigioso abogado egipcio, que ha ocupado importantes cargos en su país y ha asumido el caso de la pareja de colombianos detenidos en El Cairo y acusados de complicidad en tráfico de narcóticos. SEMANA lo entrevistó telefónicamente el viernes pasado, con el fin de esclarecer algunas de las dudas existentes en el país alrededor del caso. Estos son los apartes más importantes del diálogo:
SEMANA: ¿Cuál es la probabilidad real de que los dos colombianos que usted está defendiendo sean condenados a morir en la horca?
SAMI EL NABARAWl: En primer lugar quiero decir que existe una probabilidad legal de que se les condene a morir en la horca. Pero es bueno aclarar que, por las circunstancias que rodean el caso, esto es casi imposible. Yo espero que sean absueltos por la Corte y quiero decirle a los colombianos que voy a hacer todo lo que esté en mis manos para lograrlo.
S.: ¿En qué estado se encuentra actualmente el proceso?
S.E.N.: La Corte no verá el caso antes de dos meses, pues en estos momentos se encuentra en el receso de verano. Por ahora, se está atravesando la fase de instrucción del sumario y el juicio no se realizará antes de octubre o noviembre.
S.: ¿Existe algún antecedente de condena a la horca por una acusación de tráfico de narcóticos en su país?
S.E.N.: No, históricamente no existe antecendente alguno. Lo que sucede es que legalmente, la posibilidad de la horca está contemplada en las leyes egipcias para estos casos.
S.: ¿Cómo analiza usted el caso de los dos colombianos? ¿Cree que son inocentes?
S.E.N.: Yo creo que es un muy buen caso. O sea, estoy optimista y creo que van a salir inocentes y que van a quedar libres. Estoy convencido de que son inocentes y de que han sido involucrados por los verdaderos culpables en el caso.
S.: ¿ Quiénes son esos verdaderos culpables?
S.E.N. Del total de 9 detenidos, creo que 3 son culpables y el resto inocentes. Los culpables, según mi visión del caso, son el chileno, uno de los tres tanzanios y uno de los tres egipcios.
Esto se puede concluir tras el estudio del papel que cada uno de los detenidos desempeñaba en el barco.
S.: ¿Cuál es la base de la acusación contra los dos colombianos? ¿Es cierto que se les acusa porque el cargamento de hachís era tan grande que resultaba imposible no darse cuenta de que venía en el barco?
S.E.N.: No. Eso no es exactamente así. En realidad se les ha acusado porque las autoridades egipcias consideran que deben acusar a todos los que venían en el barco y por medio de un juicio aclarar quiénes son culpables y quiénes inocentes. La base de la defensa es la demostración que pensamos hacer de que ellos nada sabían del cargamento.
S.: En el supuesto caso de que los colombianos fueran declarados culpables y no se les condenara a la horca, ¿qué pena de cárcel se les podría aplicar?
S.E.N.: En ese caso podrían ser condenados a 25 años de cárcel y trabajos forzados.
S.: ¿Cuál es el estado actual en que ellos se encuentran?
S.E.N.: Están en la misma cárcel, cada uno en un pabellón diferente, ella en el femenino y él en el masculino. Comparten celdas colectivas de seis y siete personas con detenidos de otras nacionalidades acusados en otros casos y su estado de ánimo ha comenzado a mejorar desde que han sabido por mí, el único que está autorizado a hablar con ellos, que en Colombia hay gran preocupación por ellos.