Especiales Semana

¿Invasión a la vista?

Cuáles son las posibilidades reales de que EE.UU. se tome a Panamá para derrocar a Noriega.

4 de septiembre de 1989

Las imágenes, aunque sorprendentes, no dejaban de resultar familIares: tanques y marines norteamericanos recorriendo a sus anchas las calles de una ciudad que no hace parte de ninguno de los 52 estados de la Unión, transeuntes con cara de paisanos latinoamericanos entre atónitos y amedrentados, y un canciller que denunciaba, ante un foro internacional, la inminencia de una invasión de Estados Unidos a su país.
En otro escenario y con otros protagonistas, a muchos de los colombianos que el miércoles por la noche estaban al frente de sus televisores, la película les pareció conocida: República Dominicana en el 65, Granada en el 83 y ahora, según decían, Panamá en el 89.
Según el video entregado en Cartagena por el canciller panameño Jorge Ritter a sus homólogos latinoamericanos durante la reunión del SELA (Sistema Económico Latinoamericano) la semana pasada, desde hace varios días las tropas norteamericanas, apostadas en la zona del Canal, recorren como Pedro por su casa las calles de Ciudad de Panamá. Y, en las actuales circunstancias, eso no podía significar otra cosa que la proximidad de una invasión.
Aunque pocos dudaron de la veracidad del video presentado por Ritter, al parecer no muchos dieron crédito a sus temores sobre la invasión. Prueba de ello es que la propuesta presentada por Ritter en el SELA, condenando a Estados Unidos por las sanciones económicas impuestas a Panamá, no tuvo acogida alguna. Y tras el fracaso diplomático al canciller panameño le tocó salirse de la reunión.
Pero, ¿qué tan probable es una invasión norteamericana a Panamá? Si diplomáticamente el fantasma de la invasión no tuvo eco, políticamente, la idea no pareció demasiado descabellada. Para los conocedores del tema no resulta descartable la posibilidad de que, una vez más, Estados Unidos, necesitado de una demostración de fuerza para desviar los ojos del mundo de los problemas que enfrenta en el Medio Oriente, esté pensando en dar pasos de animal grande en un terreno en el que sabe que no tiene pierde. Y que más apropiado para ello que Panamá. Una nación en crisis, con un gobierno en entredicho, debilitada política y militarmente y además llena de intereses norteamericanos, en cuyo nombre podría justificarse cualquier tipo de intervención.
Y DESPUES QUE?
Hasta ahora, la actitud de Estados Unidos ha sido solamente de intimidación. Primero con las sanciones económicas y ahora paseando por cielo y tierra panameños sus marines, en una clara violación territorial, buscando incitar con ello a un levantamiento popular de los opositores al gobierno, frente al cual el general Manuel Antonio Noriega no tenga escapatoria. Pues ante una situación semejante, el hombre fuerte de Panamá no tendría otra alternativa que dejar que la rebelión siga su curso y cederle el terreno a la oposición, o reprimir el descontento y con ello servirle en bandeja de plata a Estados Unidos el pretexto para una intervención.
De cuánto sirva la acción demostrativa de los norteamericanos para conseguir una rebelión popular es todavía incierto. Lo que sí está claro es que algo tiene que suceder antes del próximo 1o. de septiembre, cuando expire el período del actual gobierno y de la Asamblea Legislativa, y por tanto su legitimidad en el poder.
Por el momento, los panameños tienen fincadas sus esperanzas en que la reanudación del diálogo propiciado por la OEA rinda sus frutos antes de la hora cero. Sin embargo, los escasos progresos obtenidos la semana pasada por la misión encabezada por el canciller ecuatoriano Diego Cordovez, dejan poco lugar para el optimismo. Los miembros de la oposición, agrupados en la Alianza Democrática de Oposición Civilista (ADOC) continúan ranchados en su posición de no aceptar salida distinta al retiro de Noriega y la entrega del poder a su candidato, Guillermo Endara, como vencedor en las elecciones del 7 de mayo, cuya anulación se niegan a reconocer. Mientras tanto, del otro lado las fuerzas gobiernistas de la Coalición de Liberación Nacional (Colina) reivindican también para su candidato, Carlos Duque, el triunfo en las elecciones. La diferencia en la posición de los dos sectores radica en que Colina ha mostrado su disposición a compartir el poder con la ADOC y ha propuesto la creación de un gobierno de transición tripartita (Colina, ADOC y el independiente Partido Panameñista Auténtico) que pueda asumir el poder el 1o.de septiembre.
A pesar de los esfuerzos de la OEA, la alternativa de un gobierno de transición que convoque nuevamente a elecciones continúa siendo inaceptable para los oposicionistas de ADOC. Hay quienes aseguran que detrás de esa terquedad hay un soterrado deseo de los llamados "Rabiblancos" (muchos de ellos criados y educados en Estados Unidos) de que lleguen los norteamericanos y pongan por fin orden al caos actual, cuyo trasfondo nacionalista poco o nada importa a quienes están de por sí más acostumbrados a vivir como gringos que a proclamarse como panameños.
A LO "MADE IN USA"
Pero, independientemente de la situación interna de Panamá, ¿cuál es el interés de Estados Unidos en sacar partido de la crisis panameña? Primero que todo, están sus intereses en el Canal, cuyo manejo- según el Tratado Torrijos-Carter- debe retornar totalmente a los panameños el último día del presente siglo. Aunque al parecer no es mucho lo que el gobierno norteamericano puede hacer para tratar de revertir los términos del Tratado, aún le quedan diez años de administración compartida que no está dispuesto a ceder por ningún motivo. Y la permanencia de Noriega en el poder, ciertamente le resulta incómoda para este propósito.
Pero eso no es todo. La designación del administrador del Canal, que de acuerdo con el mismo Tratado debe recaer en un panameño durante los próximos diez años, también está en entredicho. El período del actual administrador está a punto de expirar y la elección de su sucesor debe ratificarla el Congreso norteamericano en los próximos días, a partir del candidato presentado por el gobierno panameño. Previendo la tormenta que se avecinaba, el actual gobierno se apresuró a enviar como candidato a un empresario claramente norieguista. El problema radica en que Estados Unidos no reconoce la legitimidad de Solís Palma, por considerar que el suyo es un gobierno de factor, establecido tras el derrocamiento inconstitucional de Eric del Valle. Y, por tanto, no puede aceptar su candidato. Esto significa que no sólo Panamá se queda sin gobierno legalmente constituído a partir de septiembre, sino que, además, el Canal se queda sin administrador.
Ante esta situación, Estados Unidos podría prorrogar el período del actual administrador, pero él ha dicho claramente que no desea permanecer en el cargo y los seguidores de Noriega lo saben. Es por esto que han utilizado la carta de la selección del administrador del Canal, para presionar a los norteamericanos a tener que reconocer el gobierno de Solís. Situación que a los ojos del coloso del norte resulta intolerable.
Pero no es sólo sus intereses en Panamá lo que preocupa a los gringos. Acostumbrados a manejar el mundo con una geopolítica global, los norteamericanos saben que, ante una crisis como la que están viviendo con los rehenes del Líbano, lo mejor que pueden hacer es dar muestras de poderío en alguna otra parte del mundo, donde no haya rehenes de por medio.
Esa, precisamente, fue la estrategia que tras la crisis de los rehenes en Irán dio pie para la invasión a Granada en 1983. Aduciendo la necesidad de proteger a los mil norteamericanos que vivían en la isla y la ilegitimidad del gobierno establecido tras el asesinato de Bishop, el presidente Reagan justificó entonces una invasión cuyo verdadero propósito era, como él mismo lo reconoció días más tarde, advertir al mundo de que "la pesadilla de nuestros rehenes en Irán no debe repetirse nunca".
Si Estados Unidos ha usado su política del "gran garrote" contra Panamá otras veces, y no tuvo el menor recato en usarla contra Granada hace apenas seis años... ¿qué hace pensar que no tiene intenciones de volver a usarla frente a Panamá, cuyas horas de "legitimidad", buena o mala, es tán contadas, sin que nadie parezca tener claro qué sucederá a partir del 1o. de septiembre? Las cartas están dadas. Sólo queda saber quién gana la partida.