Especiales Semana

Junio 15 de 1893<br>La puerta al mundo

Una obra espectacular abrió definitivamente el interior del país al comercio mundial. Barranquilla creció a su sombra.

Alberto Abello Vives*
30 de mayo de 2004

Mientras sonaban las notas musicales del vals Sobre las olas y sin la presencia del presidente Rafael Núñez se inauguró cerca de Barranquilla el muelle de Puerto Colombia el15 de junio de 1893. Se trató de una de las obras de infraestructura más importantes de la segunda mitad del siglo XIX, construida por el ingeniero cubano Francisco Javier Cisneros.

El nacimiento de Puerto Colombia se gestó con la desaparición de Cartagena como el puerto más importante. A ello se llegó debido a la crisis de la guerra de Independencia y a la sedimentación del Canal del Dique. El país se vio obligado a construir un nuevo puerto que conectara el interior con los mercados externos, más aún con las crecientes exportaciones de café.

A medida que la economía exportadora crecía, Barranquilla se iba convirtiendo en el punto de encuentro con el mundo, pero debido a la sedimentación del Magdalena los barcos de gran calado no podían adentrarse desde el mar abierto. Para suplir esta carencia se utilizaba Sabanilla, donde arribaban pequeños veleros, pero el transporte de carga estaba lleno de dificultades.

Desde 1860 se empezó a estudiar la posibilidad de construir una línea férrea que conectara a Barranquilla con el mar. Pero las ventajas que traía el ferrocarril deberían ser acompañadas de la superación de los tropiezos para el atraque de las embarcaciones en la bahía de Sabanilla.

Este problema se trató de solucionar en 1871 con la inauguración del ferrocarril de Bolívar -segunda experiencia ferroviaria después de Panamá, que además obtuvo exitosos resultados financieros-, que unía por una línea de 21 kilómetros a Barranquilla con Salgar, donde entró a operar la Aduana en el castillo de San Antonio y se trasladaron las operaciones portuarias, que permitieron el arribo de vapores. Tabaco, quina, café y pieles se encontraban entre los principales renglones de exportación provenientes de todo el país, ya que para la época, los puertos sobre el Pacífico, como Tumaco o Buenaventura, no se encontraban unidos con el interior del país a través de vías de comunicación modernas, como el ferrocarril.

Más dificultades

Pero el traslado a Salgar tampoco facilitó las cosas, ya que hizo más ineficiente toda la operación de cargue y descargue por la poca profundidad con que contaba el sector. Las naves eran obligadas a anclar seis o siete kilómetros mar adentro, mientras planchones y remolcadores movían la mercancía entre ellas y el ferrocarril; los altos costos de la operación, el frecuente represamiento de la carga y la inseguridad, al lado de las necesidades de expansión de la economía cafetera del interior del país, obligaron a pensar una vez más en la búsqueda de un nuevo puerto en la costa que tuviera mayor profundidad. Fue así como se inició la construcción de Puerto Colombia.

El muelle, inaugurado en 1893, reemplazó al anterior de madera construido cinco años atrás. Se trataba de una vía de 720 metros, emplazada sobre las olas del Caribe, con un muelle para el atraque de 180 metros de largo hasta donde llegaba el ferrocarril, lo que permitía el transbordo directo entre los dos sistemas de transporte y su conexión directa con la estación Montoya, al lado de la Aduana en Barranquilla.

El espectáculo era doble: la ilusión de un tren que entrara al mar y la realidad en nuestra tierra de los adelantos de la ingeniería y los sistemas de transporte para servir a la economía nacional. A los 10 años de su inauguración, las exportaciones que se hacían desde Puerto Colombia eran igualmente espectaculares. Los 40.000 sacos de café que se exportaban en 1874 por Salgar se habían multiplicado por 10. La expansión de la economía cafetera beneficiaba a Barranquilla y esta, a la vez, beneficiaba con su dinámica portuaria a la economía nacional. Era en ese entonces el primer puerto colombiano que manejaba el 60 por ciento del comercio con el mundo, y el agitado muelle de Puerto Colombia era la obra civil más importante de todas.

La llave Barranquilla-Puerto Colombia se convirtió en la bisagra entre el río Magdalena y el mar Caribe. Es difícil imaginarse la expansión de las exportaciones cafeteras sin que se hubiera solucionado el asunto del embarque de la carga a los transoceánicos que arribaban a la costa colombiana.

La metrópoli

La expansión del comercio consolidó el auge de Barranquilla, que se volvió ciudad, la ciudad de la República en el Caribe colombiano, ante la mirada atónita de los habitantes de los otros puertos de historia colonial: Santa Marta y Cartagena. Barranquilla nació como una población de inmigrantes, comerciantes, banqueros, industriales, agentes de casas comerciales extranjeras, compañías de navegación fluvial, astilleros, nuevas urbanizaciones y nuevos servicios públicos, artesanos y trabajadores que hicieron parte de la efervescencia de la ciudad moderna. Barranquilla pasó de 16.000 habitantes en 1875 a 40.000 en 1905, y ya en 1938 tenía 150.000.

Pero el muelle de Puerto Colombia no fue el gran testigo de la bonanza exportadora; hace parte de los monumentos que nos ofrecen referencias de la transición colombiana al capitalismo. También por allí entraron las importaciones que cambiaron muchas de las costumbres de los colombianos, a tal punto que es un lugar común anotar que por ese muelle ingresó la modernidad a Colombia. Gracias a él, Barranquilla fue el principal puerto del norte de América del Sur.

Pero el puerto sufrió del mismo problema de la sedimentación que originó su construcción, a tal punto que en 1919 se empezó a gestionar la creación de la primera compañía para iniciar las obras en Bocas de Ceniza, que sólo comenzaron cinco años más tarde. En 1937 el puerto de Barranquilla se dio al servicio con la doble función fluvial y marítima. En 1943 una decisión gubernamental prohibió el atraque de naves en el muelle inaugurado 50 años atrás en Puerto Colombia.

Al estudiar hoy el poblamiento de nuestras ciudades, la conformación del sistema urbano regional del Caribe colombiano, la evolución de la ingeniería nacional y la historia del transporte y el comercio exterior colombianos, es necesario hacer referencia a esta insignia del progreso.

Y allí está todavía ese monumento; desde la carretera al mar que comunica a Cartagena con Barranquilla se divisa, entre la bruma, esa línea recta de concreto, que con la ampliación de 1923 fue conocido como uno de los muelles más largos del mundo; allí están todavía la garita y la huella del ferrocarril que se resisten a la destrucción del tiempo y del salitre. Allí esperan que algún día Colombia saque del olvido este histórico muelle y lo incorpore con dignidad a la restauración de piezas que como el edificio de la Aduana, la estación Montoya de Barranquilla y el castillo de Salgar han sido intervenidos para devolverles su valor. Un proyecto de convertirlo en un espolón, como parte de un conjunto de defensas de las playas de Puerto Colombia, se gestiona actualmente en la Gobernación del Atlántico.

*Economista, director del Observatorio del Caribe