Especiales Semana

Justo y necesario

Las mujeres se toman la academia. En la última década superaron en más del 14 por ciento la cantidad de hombres graduados.

Natalia Borrero*
20 de noviembre de 2010

La historia de las mujeres en la educación en Colombia no es muy larga. Solo han pasado 77 años desde que a la mujer se le dio la posibilidad de estudiar el bachillerato y asistir a una universidad. Casi un siglo después de que Elizabeth Blackwell, en Estados Unidos, se convirtió en la primera médica de ese país.

A Blackwell la rechazaron en 10 instituciones norteamericanas. Era 1849. Para ese entonces en Latinoamérica apenas se trataba de consolidar la independencia y era impensable que la mujer aprendiera algo distinto a las labores del hogar y, solo en contados casos, leer y escribir.

En 1935, la Universidad Nacional de Colombia les abrió las puertas. Y con esto les dio la oportunidad de superar el odioso título de ‘educación suficiente’ que se les concedía por cursar cinco años de bachillerato. La educación superior para las mujeres, que comenzó como un derecho amparado por la ley, se convirtió en uno de los logros de la modernidad del país.

Entonces era evidente la tradicional discriminación de profesores y estudiantes para quienes el saber era cosa de hombres, y crecían impedimentos que iban desde la ausencia de baños para mujeres hasta la expedición de títulos en masculino, por ejemplo: doctor Carmenza Rodríguez o ingeniero María del Rosario Betancur.

Hoy la realidad es otra. Según el Observatorio Laboral para la Educación, en la última década se han graduado en pregrado más de 488.000 mujeres. Número que supera en 14 por ciento la cantidad de hombres egresados de una institución de educación superior. Esto también aplica en maestrías.

Aunque el avance es notorio y para ser universitaria o profesional ya no se tiene que ir a Suiza, como le tocó a Ana Galvis Hotz en 1877 para convertirse en la primera médica colombiana (graduada en el exterior), aún los prejuicios sexistas y la resistencia cultural a los cambios no permiten que la igualdad que se esperó alcanzar en los años 30 se consolide.

Como lo manifiesta María Emma Wills, Ph.D. en estudios latinoamericanos, aún existen techos y paredes de cristal. “El campo académico no es tan paritario como parece. Las mujeres que están posicionadas lo han logrado en carreras femeninas como enfermería, psicología o ciencias sociales y humanas”, explicó.

Las cifras confirman esta hipótesis, pero también dan cuenta de un viraje que comenzó a darse. De acuerdo con las estadísticas del Observatorio Laboral, el área de formación donde hay más mujeres graduadas corresponde a Economía, Administración y Contaduría, le siguen Ciencias Sociales y en el último lugar se encuentran las profesiones relacionadas con Agronomía y Veterinaria.

Atrás está quedando lo que Gabriela Castellanos, directora del Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad de la Universidad del Valle, llama la extrapolación del oficio de la mujer. Con esto hace referencia a que “la maternidad se pasaba al campo profesional, por eso se estudiaban cosas que tuvieran que ver con el cuidado o la gestión de bienestar”.

La lucha por tener las mismas posibilidades que los hombres no termina. Y aquí no se trata de un pensamiento feminista o machista. La idea fundamental es que todos, sin importar su sexo, tengan las mismas oportunidades. La decisión de estudiar y en qué área debe depender de cada individuo y no de tradiciones y limitaciones obsoletas para el presente que vive la humanidad.
 
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¿En qué están?

Programas y número de graduadas

•Economía, Administración y Contaduría 253.619
•Ciencias Sociales 137.662
•Ingeniería, Arquitectura y Urbanismo 117.315
•Ciencias de la Educación 101.987
•Ciencias de la Salud 89.144
•Bellas Artes 23.833
•Matemática y Ciencias Naturales 11.930
•Agronomía, Veterinaria y afines 7.513

* Periodista de SEMANA