Especiales Semana

LA BEBE QUE VINO DEL FRIO

Lo que hay de un embrión congelado a Virginia, y las controversias éticas que inevitablemente atiza su nacimiento.

1 de diciembre de 1986

Gozo y expectativa a la 1.50 p.m. Un momento histórico para la ciencia -dicen algunos- mientras otros se reservan su opinión hasta realizar un análisis más exhaustivo y muchos -que no salen de su asombro- lo catalogan "simplemente" de milagro.
Sucedió el pasado miércoles 28 de octubre -aquí no más, en Bogotá- al lado de la bulliciosa carrera 15 donde pitos de todos los tonos y un gran aguacero dieron concierto de bienvenida a una nueva vida colombo-italiana. Sí, ese día y a esa hora nació Virginia. Fue un parto por cesárea y todo salió bien en el cuarto piso de la Clínica Country. El peso y la talla del bebé no podían ser más normales: 2.900 gramos y 49 cm., respectivamente. Los padres, una pareja de italianos, que en un principio -y de la pura emoción- no podían hablar... Minutos más tarde expresaron a SEMANA que se sentían "dichosos, en un sueño", que nada ansiaban más que esto, y de repente exclamaron "¡es muy linda!".

VIRGINIA, LA NUMERO 13
Es que no fue un parto cualquiera. Se constituyó en el primer bebé-probeta latinoamericano logrado mediante la implantación de un embrión que permaneció congelado durante 4 meses a una temperatura de 196° bajo cero. Es, asimismo, el segundo bebé con estas características en todo el continente (el primero se logró sólo hace cuatro meses en Estados Unidos) y el número 13 en todo el mundo.
Esto gracias al trabajo de investigación y la dedicación del equipo médico del Centro Colombiano de la Esterilidad y la Fertilidad, Cecolfes, dirigido por el gineco-obstetra de la Universidad Javeriana Elkin Lucena Quevedo.
Y los padres de Virginia tampoco son un matrimonio cualquiera; llevan 16 años de casados, rondan por los cuarenta y "aún parecen novios, son muy unidos". Al comienzo, los viajes por Africa, Europa y otros continentes coparon su atención; sin embargo, pronto él -un ingeniero civil vinculado a una transnacional- y ella -una espigada pelinegra que adora a los niños, motivo por el cual ha sido maestra- sintieron la necesidad de tener familia. Pasaron los meses y los años sin lograrlo y exámenes médicos revelaron que existía una alteración en las trompas de Falopio. Desde entonces comenzó su peregrinación por los centros de investigación en fertilidad más prestigiosos.
En primer lugar, llegaron al Centro Científico Italiano, donde le realizaron una microcirugía que resultó ser un fracaso. Después se dirigieron a Francia -sin que su suerte cambiara- y con grandes esperanzas decidieron solicitar una cita con los doctores Edwards y Steptoe, los "padres intelectuales" del primer bebé-probeta nacido en Inglaterra. Pero -comentaron a SEMANA- son tantas las parejas que acuden a ellos que sólo logramos concertar una cita para el año siguiente.
El panorama comenzó a cambiar el 10 de julio de 1985, día en que se publicó una noticia positiva de Colombia: había nacido Diana Carolina, el primer bebé-probeta "en fresco" de América Latina. "Tan pronto leímos el periódico, intentamos localizar al doctor Elkin Lucena, hasta que lo logramos".
Claro que el proceso no fue nada sencillo, en casí todo el primer año de tratamiento -durante el cual se le implantaron varios embriones "frescos" o sin congelar- parecían inútiles los esfuerzos. Pero una vez más se comprueba el adagio de que "la constancia vence lo que la dicha no alcanza": ni los pacientes ni los médicos se dieron por vencidos.
Poco después se fertilizaron cinco ovarios, se implantaron tres embriones y se congelaron dos. Hasta ese momento nada cambiaba, pero en el último intento, cuando se transfirió uno de los embriones que se habían congelado, por fin se implantó, y comenzó a desarrollarse Virginia.
La trascendencia de este hecho es aún mayor de lo que pudiera creerse. Se trata de congelar la vida, de dejarla en suspensión a -196°C, de tal manera que no se permiten reacciones metabólicas; existe una hibernación, pero, como por arte de magia, el movimiento atómico se conserva y esto es lo que permite que días, meses, años e incluso siglos más tarde -según el galeno Lucena- ese embrión pueda "germinar". En verdad, "es un concepto y una realidad que revoluciona los cánones mismos de la existencia", dijeron a SEMANA los miembros del equipo de investigación y también los gineco-obstetras Oscar Lombana y Luis Uribe.

Y EL COMIENZO...
El creciente número de parejas infértiles que deseaban tener hijos impulsó la investigación acerca de cómo la ciencia podía ayudarlos. Existen mujeres que carecen de trompas de Falopio, presentan daños irreversibles en las mismas, o sus cónyuges alteraciones de los espermatozoides o casos de esterilidad prolongada, sin que se conozcan exactamente sus causas, entre otras alteraciones. De acuerdo con Lucena Quevedo, es precisamente para ellos que se creó la fertilización in vitro.
Después de 20 años de investigaciones experimentales en mamíferos se logró el primer nacimiento de un bebé-probeta el 25 de julio de 1978. Su nombre es Nancy Brown.
A partir de esa fecha han proliferado los programas de fertilización invitro y sólo en Estados Unidos existen hoy más de 200 programas. Y en América Latina, Colombia, con el Cecolfes, ha asumido el liderazgo.
Desde 1978 hasta hoy, se han reportado en el mundo 2.500 casos de bebés-probeta logrados con la implantación de embriones "en fresco". Catorce de ellos han nacido en Colombia y están en curso otros 30.

DILEMA "MAS" QUE CIENTIFICO
Para aplicar esta técnica -nacida ya en el ocaso del siglo XX- se comienza por suministrar a la mujer una droga especial que hace liberar hasta 8 óvulos, en vez de uno.
Después, mediante la utilización de sistemas ópticos que se colocan a través de la pared abdominal, se ubican los ovarios y se "aspiran" o se emplea un sistema de ultrasonografía para aspirar los óvulos por vía transvaginal. Este último método es más moderno y menos molesto, señaló Lucena.
El siguiente paso es fertilizarlos con los espermatozoides que ya se han sometido a un programa de mejoramiento, y al formarse un pre-embrión se depositan en medio de cultivo. Luego, tres o cuatro embriones son transferidos a la mujer -en espera de que uno de ellos pueda implantarse. Puede suceder que todos se desarrollen, es decir, que ocurra un embarazo múltiple, lo cual implica peligros. Pero lo más frecuente es que se pierdan casi todos, y que después de muchos intentos, como sucedió con Virginia, sólo uno logre implantarse.
Los que no se transfieren a la mujer, es decir, los "extras", reciben el nombre de supernumerarios, y plantean un gran dilema científico y moral, ya que no se puede prescindir de ellos y mucho menos experimentar con los mismos.
A pesar de sus grandes avances científicos los norteamericanos sóla lograron el primer nacimiento por desarrollo de un embrión previamente congelado el pasado mes de junio en la Universidad del Sur de California."Se nos adelantaron por poquito, pero el segundo nacimiento va a suceder primero en nuestro país porque tenemos una señora que ya está en la semana 22 de embarazo, mientras en Estados Unidos la siguiente madre tiene sólo 6 semanas", dijo Lucena Quevedo con orgullo.
Esta moderna técnica podria incluso garantizar la preservación de la especie humana. "Como es sabido, uno de los mayores temores es que se va a acabar la vida cuando estalle una bomba atómica: pero no los embriones, que están tan protegidos que ni siquiera las radiaciones los pueden danar, y décadas o siglos después la vida humana podría volver a tener una oportunidad...", aseguró.
En cuanto al costo de la congelación, descongelación e implantación de los embriones -el proceso al que se sometió la pareja italiana-, Lucena dijo que asciende a aproximadamente 2 mil dólares (unos 400 mil pesos) y también sostuvo que en los Estados Unidos el costo se duplica.
Según el equipo médico de Cecolfes, las parejas de bajos recursos son igualmente atendidas, "ya que la aplicación de estos beneficios del avance de las ciencias no puede ser elitista".

UNA BOMBA ATOMICA...
Lamentablemente no todo es positivo. Como en todo, pueden existir las que los científicos llaman "desviaciones" y que en este caso monseñor Darío Castrillón, secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano -y organizador del "Seminario para obispos sobre la vida humana, desde la gestación hasta la muerte"- cataloga de "monstruosidades".
Pero curiosamente la posición más radical no la asumió la Iglesia sino los propios colegas del especialista Elkin Lucena Quevedo. Así, el presidente de la rama australiana de la Federación Mundial de Doctores que Respetan la Vida Humana, Kevin Hume, experto mundial en la materia que estuvo presente en la reunión del CELAM rechaza de manera categórica la fertilización in vitro.
Hume señaló durante el encuentro de los obispos que es inconcebible que de 100 embriones implantados, apenas 4 sobrevivan, y sólo una de cada 10 parejas consiga que finalmente su bebe nazca vivo.
"Es necesario reiterar que el fin no justifica los medios y en el caso de los bebés-probeta permitir que mueran cuatro "hermanitos" para que nazca un pequeño, es algo que atenta contra la vida y la esencia humana", dijo a SEMANA el catedrático de medicina de la Universidad Javeriana, Francisco Núñez.
La posición de Hume y Núñez coincide en cuanto a que las parejas infértiles deben adoptar niños y no atentar contra la naturaleza. "Estoy casi seguro -dijo Núñez- que las parejas que están recurriendo a la fertilización in vitro no conocen a fondo todo el proceso que están autorizando y al que se están sometiendo donde hay pérdida de vidas humanas".
Otros son menos radicales. Por ejemplo, el planteamiento de un grupo de médicos ingleses en el "Informe Warnock" señala que es viable hacer investigación en embriones hasta 14 días de la fertilización, cuando ya empieza a notarse la estructura del sistema nervioso. Entre tanto, Hume y Erick Odeblad -profesor de biofísica de la Universidad de Umea- sostienen que la vida comienza desde que el óvulo es fertilizado con el espermatozoide y que aunque carezca de forma humana, el embrión -desde un principio- es un ser vivo que no debe ser sometido a experimentación.
El catedrático de medicina de la Universidad de Navarra, González Herranz, destacó, por su parte, cómo la Asociación Médica Mundial prohibe la experimentación con seres humanos. Los peligros que implica el uso descontrolado de los avances científicos son inmensos, y concretamente "la ingeniería genética es una bomba atómica biológica que puede provocar una explosión alegórica si no se sabe encauzar y es manipulada por científicos inescrupulosos", dijo a SEMANA el doctor Jaime Bernal Villegas (phD en genética), autor de un libro que ha tenido aceptación mundial sobre la "inmunogenética" y jefe de la Unidad de Genética Clínica del Hospital San Ignacio.

"HIJO DE LESBIANAS"
En el caso concreto de la fertilización in vitro se pueden presentar desviaciones de tremenda repercusión para la sociedad y la vida, "motivadas ya sea por una estructura de parentesco diferente a la de la familia convencional o por un proyecto político o económico, entre otros", dijo el director del Cecolfes.
Para exponer casos concretos: actualmente existen parejas de homosexuales que desean tener un hijo juntos. Teóricamente esto es posible. Sin embargo, de acuerdo con el profesor Jacques Testart, en su libro De'L'éprouvette au Bébé Spectacle (Collection Legenere Human, Francia, 1984), "esta pareja tendría que ser de mujeres, ya que solamente el óvulo dispone de las reservas y el equipo metabólico capaces de garantizar el inicio del desarrollo". "La técnica -según investigaciones realizadas- consistiría en cosechar un óvulo maduro de cada una de las mujeres para provocar la fusión "in vitro" de los gametos, tal como se fusiona un óvulo con un espermatozoide", explica el libro.
Hipotéticamente, entonces, se obtendría un huevo fecundado con genotipo femenino que se podría reintroducir en el útero de una de las dos mujeres. Este experimento fue realizado con ratonas en 1977 (P. Souart) y la fusión de los dos óvulos fue lograda despues de suprimir la envoltura ovular -llamada zona pelúcoda- por la acción de un virus inactivado.
Sin embargo, aunque se han realizado otras tentativas de parte de varios equipos, hasta el momento no se ha podido obtener ningún nacimiento de esa forma. Lo preocupante es que -como denunció monseñor Castrillón- ya existen grupos de lesbianas como las de Oakland, California, que defienden que tienen derecho a la implementación de esa técnica.
En cuanto a la combinación de dos genotipos masculinos, hasta ahora se ha planteado que no es viable. No obstante la literatura científica -dice René Fryman en su libro Lírésistible désir de naissance--, siempre y cuando se disponga de un óvulo receptor y una portadora de embrión, una pareja de homosexuales podria "producir" su propio hijo. "Luego tendría que sustituirse el núcleo femenino del huevo por el de un segundo espermatozoide e hipotéticamente la cirugía no sería viable sino en tres de cada cuatro casos".

EMBARAZO MASCULINO
La manipulación de la ingeniería genética está dando pie a la materialización de lo que por generaciones se consideró absurdo. Así, hoy en día, el embarazo masculino no es un fantasma, aunque si asusta y a muchos.
Y cómo no va a preocupar si cambiaría las raíces de la sociedad, valores muy intrínsecos.
Y dos nociones fisiológicas demuestran que es posible: en primer lugar, el embrión humano puede desarrollarse a término fuera del útero (en la cavidad abdominal) y los niños en esos casos nacen por cesárea.
Por otra parte -señalan los autores franceses y lo confirma Lucena Quevedo-, la regulación hormonal necesaria puede realizarse mediante la inyección de hormonas. Claro que en el campo estrictamente médico también es un hecho que el embarazo extrauterino puede presentar riesgos mortales.
Y es que existen muchos otros proyectos que chocan contra nosotros mismos: aunque parezca increíble -según Testart y Frydman- es posible que una mujer tenga una hija que fuera exclusivamente su hija genética.
Al preguntar a Lucena Quevedo cómo puede ser esto posible, explicó: "Un espermatozoide anónimo jugaría tan solo el papel de activador y su núcleo sería retirado del huevo inmediatamente después de la fecundación".
La anterior experiencia fue realizada en ratones por P.C. Hope y K. Ilmensee en 1977 y el resultado fue el nacimiento de varias ratoncitas.

UN PELIGRO ANUNCIADO
Todo parece indicar que el sabio Voltaire tenía más razón de la que se pensaba al plantear que "... Quien cree en absurdos está en peligro de cometer atrocidades".
Ante el desarrollo tecnológico y científico actual, los espeluznantes experimentos de Frankenstein se quedan en pañales, comentaron algunos de los conferencistas invitados a la reunión del CELAM.
Un caso más de desviaciones se refiere al clonaje, concepto que según González Herranz "huele apestosamente a nazismo". Para explicar este fenómeno -dice Testart- hay que empezar por decir que todas las células del organismo contienen núcleos con la misma información genética.
"Entonces, es posible transformar un número de óvulos en enmbriones que serían gemelos idénticos", como se comprobó ya a nivel experimeníal con batracios. Los investigadores aseguran que aún es prematuro hablar de clonaje entre mamíferos, que no parece posible en la actualidad obtener una copia fiel de un ser humano, "excepto interviniendo en la etapa embrionaria y sólo por duplicación provocada".
El material genético -la información de la vida misma- merece respeto. Por minúsculo que parezca el óvulo femenino -esa célula redondeada que mide alrededor de un séptimo de milímetro de diámetro y que sólo reuniendo 20 millones de ellos llegarían a pesar una onza-, al compararlo con el espermatozoide es gigantesco: nada menos que 85 mil veces más grande.
De estas dos minúsculas células han surgido a través de los tiempos 10 mil millones de seres humanos y actualmente viven 4 mil millones. Así que hay que reiterar que "el óvulo y el espermatozoide, merecen respeto".
Como dato curioso, el especialista Bernal Villegas calcula que todos los óvulos y espermatozoides que han dado origen a la humanidad cabrían en ¡tres botellas de gaseosa litro...! Así es la vida.