Especiales Semana

La buena educación

Detrás del alto sentido de pertenencia de los bogotanos por su ciudad hay un sólido proyecto de educación con cultura.

2 de diciembre de 2006

Fueron tres las administraciones municipales que le cambiaron la cara a Bogotá. En la alcaldía de Jaime Castro se saneó fiscalmente la ciudad, con Antanas Mockus se llevó a cabo un exitoso plan de cultura ciudadana y Enrique Peñalosa logró recuperar urbanísticamente su infraestructura. Y gracias a la continuidad de políticas que sirvieron para impulsarla, la capital colombiana construyó los cimientos necesarios para volver a recuperar el rótulo de 'Atenas suramericana'.

Ese es el caso del panorama actual, que se destaca por la diversidad de proyectos que están girando en torno a la importancia de educar con cultura. Dos de ellos son Bibliored y el programa Escuela-Ciudad-Escuela (ambos apoyados por la Secretaría de Educación del Distrito Capital), que acompañados por el programa Maloka y los parques distritales, en un ambiente de sano esparcimiento, comulgan juntos en aras de fortalecer la educación con algo tan humano como la cultura.

Bibliored, entidad creada en 2002, administra las 19 bibliotecas públicas existentes en la ciudad. A través de ellas logró, durante el presente año, elevar el número de usuarios y su respectiva participación a 4.700.000 lectores, una cifra que crecerá con el tiempo. En lo que va corrido de 2006 se dotaron y modernizaron 54 bibliotecas escolares, cada una con una inversión de 190 millones de pesos que se reflejaron en nuevos equipos y 1.200.000 libros entregados. Ahora se oficializó la cifra de 9.600 millones de pesos para la Red de Bibliotecas en el próximo año.

Por otro lado, el programa Escuela-Ciudad-Escuela -que nació con la actual administración del alcalde Luis Eduardo Garzón-, es otro proyecto que se ha instalado en las clases menos favorecidas. De acuerdo con el plan puesto en marcha hace tres años, 964.000 estudiantes de 366 escuelas públicas han visitado gratuitamente el Museo del Oro, la Biblioteca Nacional, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán y el Museo Banco de la República. De este modo, y mediante la masificación popular de las expresiones culturales como componente importante en la educación, se ha logrado inquietar a los públicos en formación para que en el futuro sigan consumiendo cultura.

Proyectos como Maloka son los que, por fuera del aula, logran que el aprendizaje no sea un método anárquicamente impuesto sino más bien algo espontáneo y divertido. El programa se compone de tres partes: Maloka Centro Interactivo (que cuenta con nueve salas temáticas y un cine domo), Maloka Sin Fronteras (la versión viajera itinerante que viaja por todo el país) y Maloka Virtual (que es la página web). Fundada hace ocho años y apoyada por Colciencias y el Instituto Distrital de Cultura y Turismo, el centro recibe la visita diaria de 1.000 niños que disfrutan de más de 300 módulos interactivos en 10.000 metros cuadrados subterráneos. Para Nohora Elizabeth Hoyos, su directora, "Maloka aporta significativamente a la construcción de una cultura basada en el conocimiento y el aprendizaje permanente a través de estrategias de expresión y participación". Por eso, y por ser un éxito para la niñez bogotana, Maloka se ha convertido en un polo de desarrollo social.

¿Qué sería de la educación con cultura sino contara con espacios para justificarla? Lo cierto es que la recuperación de parques ha sido determinante para que los bogotanos se hayan apropiado de ellos y lo hagan de manera cívica.