Especiales Semana

La casa en orden

La Universidad del Valle empieza a dejar atrás los problemas financieros que la tuvieron al borde del cierre.

22 de octubre de 2001

En junio de 1998 la crisis financiera de la Universidad del Valle tocó fondo y la entidad estuvo al borde del cierre definitivo. Tres años más tarde Oscar Rojas, su rector, puede sentarse con mayor tranquilidad en su despacho pues la universidad se encuentra abierta y funcionando y ha dejado atrás la mayoría de sus problemas financieros. El camino que ha recorrido este centro educativo para recuperar su equilibrio financiero, administrativo y académico no fue fácil. Durante el proceso fueron muchas las reuniones con sindicatos, proveedores, bancos, estudiantes y profesores para concertar posiciones y diseñar entre todos unas políticas que le permitieran salir adelante. Ahora ya se ven las señales de recuperación.

La primera es la solución del problema pensional. Se creó un fondo para este fin gracias al aporte que hizo la Nación mediante la expedición de un bono por valor de 520.000 millones de pesos, que cubrirá los compromisos durante los próximos 32 años y corresponde al 70 por ciento del valor de las obligaciones durante este período. Además está el aporte del departamento mediante otro bono por un valor cercano a 76.000 millones de pesos, el cual cubrirá el 10 por ciento de las mismas obligaciones. Esta actitud de respaldo por parte del gobierno nacional y departamental gue crucial para solucionar en un 80 por ciento el problema más grave que enfrentaba la universidad, su pasivo pensional.

Otra parte fundamental de la recuperación financiera fue la renegociación de las deudas de la universidad con el sector financiero, que terminó exitosamente en junio pasado. Estas alcanzaban un monto de 76.000 millones de pesos pero con la entrega de bienes en dación de pago se redujo a 60.000 millones. Además se mejoraron las condiciones de los créditos restantes al ampliar el plazo de cinco a 12 años y reducir las tasas de interés.

Asimismo la entidad se comprometió en un programa de desempeño, que implica austeridad y estricto control sobre nómina, gastos e inversión, lo mismo que a mejorar sus ingresos por venta de servicios. Esto último lo ha venido haciendo y en 2001 ya logró superar los ingresos del año inmediatamente anterior en un 35 por ciento.

Por último, la universidad ha venido realizando un proceso interno de ajuste, sin el cual las anteriores medidas no tendrían el mismo impacto. Esta medida afecta la estructura administrativa, académica y docente. Para disminuir su planta administrativa adoptó un sistema más horizontal y tuvo que renegociar la convención colectiva con el sindicato, tarea que en ninguna empresa es fácil. Este arreglo se concretó en julio pasado y contempla, entre otros puntos, el desmonte de las prestaciones extralegales para los nuevos empleados que sean contratados. “Hay que reconocer la actitud comprometida y positiva de los líderes sindicales de la comunidad universitaria, quienes entendieron que era necesario, para hacer viable la institución y conservar los empleos, flexibilizar la antigua convención”, afirma el rector.

Se ha avanzado mucho en el camino del saneamiento, pero no hay que bajar la guardia. El programa de ajuste debe continuar por más tiempo, pues la deuda aún es muy alta. En todo caso el futuro del alma mater ahora está más despejado.