Especiales Semana

La crecida del peso

La revaluación del peso desde finales del año pasado tiene a más de un exportador preocupado, pero sólo hasta que Estados Unidos suba sus tasas de interés habrá un cambio en esta tendencia.

25 de abril de 2004

El día típico de un exportador colombiano comienza con una juiciosa búsqueda de los indicadores económicos en el periódico. Siempre tiene la esperanza de ver una flecha hacia arriba al lado de la columna que muestra el comportamiento del peso respecto al dólar. Para su frustración, desde hace algo más de seis meses y de manera intensa en el último trimestre, encuentra una flecha invertida. Sus días han comenzado mal.

En lo que va corrido del año el peso se ha apreciado 5 por ciento frente al dólar, una situación que no sólo afecta a los exportadores, sino también las políticas económicas del gobierno, que espera que las ventas externas sigan jalonando la incipiente reactivación económica y el empleo.

Muchos han comparado esta tendencia de apreciación del peso con el fenómeno revaluacionista de los 90 que, a juicio de algunos, fue en parte responsable de la crisis económica que marcó el final de la década. Incluso el propio presidente Álvaro Uribe ha enviado en varias ocasiones señales directas al Banco de la República para que éste tome medidas correctivas. Esto ha levantado ampolla en varios sectores que perciben estas señales como una intromisión indebida del Ejecutivo en la autonomía del Emisor.

El comportamiento de la tasa de cambio en 2003 se semejó al de una montaña rusa. Aunque el peso cerró el año con una revaluación cercana al 3 por ciento, las empresas exportadoras no tuvieron queja, pues la tasa de cambio promedio aumentó en algo más de 14 por ciento, por lo que sus productos siguieron siendo competitivos en los mercados internacionales.

Por el contrario, las compañías que dependen de insumos importados,sí se vieron afectadas por la fuerte devaluación registrada en los primeros seis meses de 2003. Por ejemplo, Sofasa presentó una disminución en sus ingresos operacionales, de 46.522 millones de pesos a 21.679 millones de pesos, debido a un encarecimiento en las partes que importa. Avianca fue otra empresa que vio perjudicados sus márgenes, pues cerca del 65 por ciento de sus gastos representan insumos importados.

Cuando el dólar todavía estaba por las nubes a mediados del año pasado muchos empresarios decidieron protegerse contra una mayor devaluación y pactaron con los bancos la compra de dólares a futuro a una tasa de cambio prefijada de antemano. Tan loable previsión tuvo efectos negativos, cuando las compras se hicieron efectivas hacia el final del año, a un valor más alto que el del mercado en ese momento. Hacia el tercer trimestre del año la tasa de cambio dio un giro inesperado y empezó a descender en la montaña rusa, cayendo cuesta abajo a una velocidad insospechada, tendencia que continúa hasta hoy.

La apreciación de la moneda local frente al dólar no se dio sólo en Colombia. Las bajas tasas de interés en Estados Unidos han hecho que los inversionistas internacionales manden sus dólares hacia otros mercados, especialmente los emergentes de Asia y América Latina, en busca de mejores rendimientos. Mientras que en Estados Unidos un CDT a tres meses paga hoy 1 por ciento anual, en Colombia rinde 8 por ciento. Como consecuencia, varios países de la región tuvieron el año pasado una apreciación de sus monedas muy superior a la colombiana, como es el caso de Chile (23,3 por ciento), Argentina (8,78 por ciento) y Brasil (20,4 por ciento). El fenómeno se extendió incluso a las naciones industrializadas como Gran Bretaña (14,5 por ciento), Japón (11,2 por ciento) y la propia Unión Europea (15 por ciento).

En Colombia los inversionistas nacionales han seguido vendiendo sus dólares en busca de mayor rentabilidad en TES, los títulos de deuda pública que emite el gobierno nacional. Esto ha abaratado aún más la moneda estadounidense. Si a esto se suma el aumento de las remesas que los colombianos residentes en el exterior giran mensualmente a sus familias -una cifra que el año pasado superó los 3.000 millones de dólares-, las presiones para que la cotización de la divisa baje son todavía más fuertes.

Por esto, los márgenes de los exportadores se han venido recortando de manera continuada y algunos sectores, como textiles, confecciones y manufacturas de cuero, se encuentran en dificultades. Compañías como Fabricato-Tejicondor, cuya cartera e inversiones temporales y permanentes están en moneda extranjera, ya sienten en sus finanzas el peso de la revaluación.

Otras empresas, en cambio, han sacado partido de la actual coyuntura para mejorar el perfil de sus deudas y han comenzado a diversificar en plazos y monedas sus pasivos. De hecho, las obligaciones financieras a largo plazo de las 100 se redujeron 20 por ciento en 2003, pues muchos empresarios aprovecharon la revaluación para pagar deudas en dólares. Las obligaciones a largo plazo en moneda extranjera cayeron 36 por ciento.

Aunque nadie sabe qué va a pasar con la tasa de cambio este año, ninguna de las medidas que ha tomado el gobierno para subir el precio del dólar ha dado los resultados esperados. Muchos analistas afirman que tampoco es mucho lo que se puede hacer, pues los motivos de la apreciación son de carácter internacional y las herramientas utilizadas localmente no pueden revertir la tendencia.

Lo que sí se puede predecir por ahora es que el comportamiento del dólar puede llevar a la ciclotimia a muchos empresarios, haciéndolos oscilar entre momentos de euforia y depresión. Por el momento, los importadores y aquellos con deudas en dólares seguirán celebrando, mientras los exportadores y todos los agentes preocupados por la revaluación seguirán presionando por la adopción de medidas que los protejan.