Especiales Semana

La gran Colombia

Los compatriotas en Venezuela se fueron seducidos por la bonanza petrolera y se distinguen por ser muy buenos trabajadores.

Santiago Torrado
28 de octubre de 2006

Cualquier venezolano ha escuchado un vallenato. La presencia de colombianos en el país vecino se siente con fuerza, pero, aunque visibles y numerosos, nadie sabe con exactitud cuántos han cruzado los más de 2.000 kilómetros de frontera para vivir del otro lado. Según el último censo del Dane, prácticamente uno de cada cinco compatriotas que viven en el exterior lo hace en Venezuela. Los registros oficiales hablan de 616.255, pero de acuerdo con el consulado en Caracas, ese número se acercaría apenas a los que viven en la capital.

En el consulado creen que son unos dos millones en toda Venezuela, pero Ernesto Amézquita, un abogado que saltó a la fama como defensor de Santiago Medina en el proceso 8.000 y hoy preside la Asociación Colombo-Venezolana por la Paz y la Integración, en Caracas, afirma que son cuatro millones. Amézquita, ex asesor del presidente Hugo Chávez, ha sido cercano al reciente proceso de regularización de indocumentados colombianos, que la oposición atribuye a cálculos electorales. La nacionalidad venezolana es apetecida no sólo por los colombianos residentes, sino también por los que quieren emigrar a Europa, pues a los venezolanos no les exigen visa. De ahí también se deriva el fenómeno del doble registro, prohibido por ley, pero muy común en las regiones fronterizas.

"Es muy complicado saber cuántos hay. Es el país con más semejanzas culturales y no está claro si la colombianidad llega por la sangre o por la ciudadanía", explica Alcides Gómez, experto en migración de la Universidad Externado. Muchos colombianos se fueron hace décadas, pero mantienen vivos los lazos con el país. Unos 750.000 gozan de doble nacionalidad y sus hijos crecieron comiendo platos típicos y escuchando música de Colombia.

Para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), "la migración fronteriza tiene un importante componente rural y está vinculada directamente con las redes de comercio". Según el consulado en Caracas, cerca de 90 por ciento provienen de la costa Caribe e identifican a San Onofre (Sucre), Mahates (Bolívar) y Manatí (Atlántico) como focos de emigrantes (ver artículo).

Ya en 1936 un censo en Venezuela arrojó que 41 por ciento de los extranjeros eran colombianos. La violencia en Colombia se intensificó en los 50 y la gente siguió marchándose, pero fue en los 70 cuando la migración acogió como principal destino Venezuela, donde había una creciente demanda de mano de obra, gracias a la bonanza petrolera que convirtió el bolívar en una moneda fuerte. Esa oleada atrajo medio millón de colombianos; muchos sostenían a su familia, se entusiasmaron y llevaron a amigos y parientes.

Gilberto Antonio Vargas es uno de esos colombianos atraídos por la bonanza. Llegó con 200 bolívares en 1979, cuando la moneda llegó a costar 15 pesos, y comenzó a trabajar limpiando alfombras y pisos en una empresa especializada. Ahorró, se hizo socio del dueño y hoy, Servicios Serviclean está en casi toda Venezuela, con 250 obreros. A pesar de su éxito, Gilberto, casado con una colombiana, anhela regresar. A sus tres hijos les sacó la nacionalidad y acaba de llevarlos en un viaje de 40 días por la costa, Antioquia, Valle, Cundinamarca y los Santanderes. "Cuando uno cruza la frontera, se le ponen los pelos de punta. Es que el que niega la patria niega la madre", asegura con acento paisa.

En los 80 hubo brotes de xenofobia por las diferencias limítrofes, y mensajes como "colombianos, el golfo es nuestro" aparecieron en los muros. Pero la laboriosidad de los colombianos siguió siendo apreciada y los problemas de adaptación son casi nulos.

Aunque la situación para los colombianos se deterioró con la caída del bolívar, que ahora está por debajo del peso, Venezuela sigue siendo un Estado rico, por la renta petrolera, y la calidad de vida no se limita al salario. La infraestructura de servicios, salud y educación es superior a la que podrían aspirar en Colombia, explica el profesor Gómez. Y aunque el desempleo también es alto, sienten que es más fácil ocuparse del otro lado, donde los colombianos son valorados por trabajadores.