Especiales Semana

La hora del garrote

Tras los atentados el país empezará a vivir el endurecimiento de Estados Unidos contra los terroristas.

15 de octubre de 2001

Uno de los temas prioritarios en la agenda que pretendía desarrollar el secretario de Estado, Colin Powell, en su frustrada visita al país era el uso de la zona de distensión por parte de las Farc. Para el gobierno de Estados Unidos la forma como este grupo subversivo ha venido utilizando los 42.000 kilómetros cedidos por el gobierno de Colombia para llevar a cabo las conversaciones de paz se ha convertido en el principal escollo de la negociación y, por lo tanto —según analistas de ese país—, se hace necesario replantear su utilización.

Pero si Estados Unidos tenía serias reservas respecto al uso de la zona de distensión antes del atentado terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono en Washington es previsible que una vez sucedida la acción criminal contra el alma y nervio de los estadounidenses las exigencias de ese país al gobierno de Andrés Pastrana serán mucho más duras.

No en vano las Farc, junto con el ELN y los grupos de autodefensas, hacen parte de la lista de los 30 grupos terroristas enemigos del mundo según el Departamento de Estado. De manera que para el gobierno de Colombia no será fácil convencer a las autoridades estadounidenses de que es necesario adelantar conversaciones de paz con alguna de estas organizaciones, más aun cuando todavía no parecen existir gestos que expresen una real voluntad de paz por parte de dichas agrupaciones.

Para la directora del departamento de ciencias políticas de la Universidad de los Andes, Ann Mason, después de lo ocurrido en Estados Unidos el martes pasado es muy probable que ese país dé un giro hacia el frente militar, es decir, a la utilización de la fuerza como forma de solucionar el conflicto en Colombia, en detrimento de las acciones sociales que son igualmente válidas y que también venían siendo consideradas y aplicadas por ese país. “Aunque la política de Estados Unidos hacia la zona de distensión nunca ha sido a favor de ésta —sostiene Mason— es de esperar que ahora sea mucho más exigente con el gobierno de Andrés Pastrana en cuanto a su utilización”.

La opinión de Mason es compartida por la directora del departamento de ciencias políticas de la Universidad Javeriana, Adriana Delgado, para quien la presión de Estados Unidos hacia el gobierno de Colombia, en lo que tiene que ver con el manejo del proceso de paz con las Farc, se hará sentir en los próximos meses, aunque no de manera inmediata. “El gobierno de Estados Unidos no va a producir cambios radicales en el corto plazo —afirma Delgado— pero sí en el mediano y en el largo plazo. Para ello contará con la solidaridad de los países europeos, los que le han ofrecido su respaldo”.

El comisionado de Paz, Camilo Gómez, quien ha estado al frente de las negociaciones tanto con las Farc como con el ELN, considera, sin embargo, que “el endurecimiento de Estados Unidos es algo que se ve venir pero ello no necesariamente tiene que afectar al proceso de paz”.

Aunque es claro que mientras no cure sus propias heridas, producidas por los atentados terroristas del martes, Estados Unidos no volverá a focalizar a Colombia como uno de sus mayores problemas, no se descarta que, en lo que tiene que ver con la zona de distensión, ese país pretenda que el gobierno de Pastrana muestre resultados efectivos lo más pronto posible. “Si el terrorismo desbancó al narcotráfico como el enemigo número uno de la humanidad y en la zona de distensión conviven los dos —terrorismo y narcotráfico—, ambos encarnados por las Farc, no hay duda de que Estados Unidos exigirá resultados pronto”, dijo a SEMANA un analista internacional.

Todo esto lo que demuestra es que al presidente Andrés Pastrana cada día se le cierran más los espacios para tratar de explicarle a Estados Unidos que, contrario a lo que sostienen algunos informes de inteligencia tanto de Colombia como de ese país, las Farc no están metidas en el negocio del tráfico de narcóticos ni es un grupo terrorista. “El gobierno de Colombia no negocia con narcotraficantes”, afirmó un vocero de la Casa de Nariño.

Y en lo que tiene que ver con el terrorismo Estados Unidos ha reiterado en varias ocasiones que las Farc, al igual que el ELN y las autodefensas, al atentar contra la población civil no sólo violan el Derecho Internacional Humanitario (DIH) sino que realizan actos terroristas y deben ser tratados en consecuencia.

En el caso de las Farc los reparos se hicieron más intensos después de la captura, hace varias semanas, de tres irlandeses en el aeropuerto El Dorado luego de haber visitado por 15 días la zona de distensión, al parecer, para entrenar comandos de las Farc en acciones terroristas urbanas. Los tres hombres son sindicados de pertenecer al grupo terrorista irlandés IRA, organización que, además, hace parte de la lista de enemigos del Departamento de Estado. Este hecho dejó sobre la mesa las conexiones internacionales que tienen los grupos extremistas y su grado de cooperación militar y tecnológica.

¿Aliado incondicional?

Pero para Colombia el asunto es mucho más complejo si se tiene en cuenta que acaba de ingresar al Consejo de Seguridad de la ONU, organismo en el cual se debaten los temas más delicados de la política mundial. El Consejo está compuesto por 15 países, entre ellos las grandes potencias.

El tema del que se ocupará el Consejo de Seguridad de la ONU en los próximos días, sin duda alguna, será el del terrorismo mundial y Estados Unidos espera que Colombia sea uno de sus grandes aliados en la causa antiterrorista. De manera que la colaboración del país será fundamental para intensificar la lucha contra este flagelo en todo el mundo.

No obstante el gobierno de Pastrana tendrá un reto enorme pues no puede asumir posiciones tibias o, si se quiere, demasiado diplomáticas, sobre todo después de la afrenta terrorista de la semana pasada. En palabras de un analista internacional consultado por esta revista, “el dilema de Colombia no es de poca monta. Por un lado deberá ser aliado incondicional de Estados Unidos en la lucha antiterrorista y por el otro tendrá que sacar adelante procesos de paz con organizaciones sindicadas por el propio Estados Unidos de ser terroristas”.

De cualquier manera son pocos los que apuestan por la mano tendida de parte de Estados Unidos. Por el contrario, hay quienes sostienen que llegó la hora del garrote por parte del Tío Sam. Y garrote para los Estados Unidos —según varios analistas— significa más intervención y más intromisión en las otras naciones.

El propio presidente Bush lo dijo sin temblarle la voz: “Cazaremos a los terroristas donde se encuentren y también a quienes los protegen”. Así las cosas, la pregunta para Colombia es: ¿qué llama Estados Unidos protección?