Especiales Semana

La patrullera que sana

En una de las zonas más golpeadas por el conflicto, una joven policía es también la única enfermera del pueblo.

18 de junio de 2011

Los constantes ataques de la guerrilla y las amenazas cotidianas de que es objeto la Policía en el Cauca no son barrera para la obra comunitaria de la patrullera Mónica Flórez Balanta. A sus 21 años de edad se destaca porque se convirtió en la única enfermera que tiene El Estrecho, corregimiento del municipio de Patía, sur del Cauca, habitado por comunidades afro- descendientes.

Mónica llegó a esta población hace 16 meses y encontró una comunidad con muchas necesidades en vivienda, en educación, sin oportunidades laborales y, lo más grave, un puesto de salud que nadie atendía.

Esta deprimente situación la motivó no solo a ponerse el uniforme de su institución, sino a llevar una bata blanca y a ofrecer otro servicio: la salud. Fueron suficientes unos conocimientos básicos que aprendió en una escuela de Medicina en Jamundí, Valle del Cauca, su tierra natal. Hoy, en la comunidad de El Estrecho, pasa su vida entre dos funciones: como policía y enfermera del pueblo.

"Aquí en este puesto de salud trabajo en todo lo relacionado con los primeros auxilios, toma de tensión, de talla, citología y hasta he atendido emergencias", dice. Y, preocupada, agrega que "las personas graves toca trasladarlas hasta el Hospital de Patía", pues tampoco cuentan con un médico y le faltan mejores equipos. Ocasionalmente llega Tuesdi González, una veterana enfermera, para apoyar en varias labores, sin embargo, Mónica dice que "no es suficiente" para garantizar el servicio de salud a los ciudadanos.

El trabajo de la joven policía no solo se centra en la unidad médica donde atiende. Junto con un grupo de agentes, también debe patrullar, controlar establecimientos, requisar, hacer planes viales y "estar siempre lista para lo que sea", pues, en el momento menos esperado, le toca repeler un ataque de la guerrilla o apoyar una situación de orden público.

Esta zona del país es hoy una de las más golpeadas por la guerra del Estado contra las Farc, el ELN y las bandas criminales. "Yo en ningún momento suelto el fusil, no lo abandono ni siquiera cuando estoy en el puesto de salud", afirma, mientras sus delicadas manos empuñan el arma de dotación.

Sobre la situación de seguridad en los centros de salud, manifiesta que es muy frágil y cuenta que en el primer semestre de 2011 fueron atacadas dos misiones médicas, en las poblaciones de Jambaló y Sucre.

Este año han atacado a la Policía en el Cauca en 25 oportunidades, y murieron 18 policías. Mónica es consciente de que por ser patrullera es objetivo de guerra, lo que la lleva a ser rigurosa, a veces obsesiva, con las medidas de seguridad. Pero ni eso afecta jamás su compromiso con la comunidad.