Especiales Semana

LA POLITICA DEL DINERO

18 de enero de 1988

El dólar estadounidense esta caído. ¿Pero está vencido? Ciertos expertos financieros sostienen que el dólar--la moneda internacional por excelencia desde la Segunda Guerra Mundial--en vez de ser reemplazado por otra moneda, como el yen, conservará su puesto hasta la creación de un nuevo sistema de divisas internacional, posiblemente basado en un moneda forjada por los-economistas.
Mientras tanto, ahora que el mercado internacional de divisas, de 300.000 millones de dólares diarios, está cobrando una volátil vida propia, los gobiernos están perdiendo control sobre el valor de su dinero. En este número de Diario Mundial, peritos en la materia opinan sobre la dirección del dinero, y su impacto sobre la política internacional.

NUEVO "KARL" DARIA FIN A LA ERA DEL DINERO DE JUGUETE
Conservadores sugieren la vuelta al patrón de cambio oro LA ERA DEL "dinero de juguete" empezó en 1971 cuando el presidente Richard M. Nixon incrementó el control estadounidense sobre las divisas mundiales al abandonar la convertibilidad del dólar a oro, y cuando el Reino Unido tomó la expeditiva medida política de permitir que flotara la libra esterlina.
Ambos pasos dieron lugar a la errática volatilidad monetaria que hoy está en su punto culminante.

Ambos gobiernos actuaron como todos los gobiernos de la historia que trataron de ejercer control sobre el dinero, generalmente diluyendo su contenido de oro. Pero al aumentar el control político, ha decrecido la corfianza en el dinero, creando el estado de nerviosidad que actualmente se refleja en las grandes oscilaciones de divisas, y que afecta tan adversamente a la economía mundial.

A menos que surja alguna otra idea brillante, ha llegado el momento de restituir la credibilidad y la estabilidad de las cotizaciones de divisas mediante el retorno al patrón de cambio oro--en vez del patrón oro anterior a 1931, o el patrón oro en lingotes anterior a 1944.

Idealmente, toda moneda internacional debería estar ligada al oro, como lo estaba bajo el patrón de cambio oro anterior a 1971. Lamentablemente, no puede haber ninguna moneda internacional sin una verdadera economía internacional, la cual aún no existe.

Por lo tanto, hace falta crear una nueva moneda internacional para uso exclusivo de los bancos centrales que se podía llamar karl, por Karl der Grosse o Carlomagno, el gran unificador de la Europa del siglo VIII. Tal vez el karl podía convertirse en el precursor de una moneda minorista verdaderamente internacional.

La remonetarización del oro devolvería la confianza, siempre y cuando se lleve a cabo sin repetir los errores de 1971, que llevaron al colapso de la estructura monetaria internacional. El oro no se debe ligar a ninguna moneda interna, inevitablemente sujeta al control politico local, como ocurrió en el caso del dólar.

El shock petrolero de 1973 llevó a un mayor control político estadounidense sobre el dinero internacional. EE.UU.negoció el pago exclusivo del petróleo en dólares. Como corolario, los productores de petróleo acumularon enormes cantidades de dólares, mayormente en países de consumo relativamente bajo.
El mundo estaba inundado por una liquidez de dólares.

Y lo sigue estando. El capital nuye más libremente que nunca en mercados con cada vez menos trabas. El valor internacional de las monedas no tiene ninguna relación especial con los resultados económicos de su país de origen, ni con el poder adquisitivo relativo.

El valor se fija según los caprichos de un mercado cambiario cuyo volumen diario agregado superana los 300.000 millones de dólares. La amplitud y la volatilidad de las oscilaciones de las monedas amenazan la economía mundial.

Al declinar el papel del oro, los políticos han adquirido una influencia indebida sobre el dinero. Esto no es saludable. La función básica de los políticos es responder a las necesidades del electorado. Como resultado, lo que manda es la política interna, no la internacional. Las políticas internas divergentes intensifican la volatilidad de las cotizaciones.

Lo que hace falta es un arreglo monetario internacional que genere suficiente autodisciplina como para asegurar que converjan las políticas económicas y las monedas.

Robert Heller, durector de los Bancos de Reserva Federal de EE.UU., ha sugerido un sistema monetario supeditado a los precios de los productos básicos. Pero los productos básicos generalmente están íntimamente ligados a la presión política, y ofrecen poca autodisciplina.

Mientras que los políticos tienden a apartarse del oro, justamente porque ha demostrado ser el regulador más efectivo de la disciplina monetaria supranacional, es muy significativo que el secretario del Tesoro estadounidense, James Baker, haya sugerido a fines de septiembre que tal vez era hora de que el oro jugara un cierto papel en las monedas internacionales.

Como los banqueros centrales tienden a conocerse y a colaborar entre sí, podnan facilitar la creación de una nueva moneda internacional, inicialmente para uso exclusivo de los bancos centrales, y ligada al oro mediante un patrón de cambio oro similar al que se tenía hasta agosto de 1971.

El mundo adoptó el patrón de cambio oro al abandonarse el patrón oro en 1944, en Bretton Woods, EE.UU. Bajo el patrón de cambio, sólo el dólar estadounidense era convertible a oro. El imperialismo monetario de EE.W. estaba en su apogeo, y el resto del mundo fijaba sus monedas al dólar.

El propuesto sistema internacional envolvería al FMI, el banco central de los banqueros centrales. Cada banco central integrante del FMI debería dolocar el 80 por ciento de sus reservas de oro en la cuenta del FMI, que a su vez emitiría pro rata a cada banco central contribuyente sus propias unidades de moneda central del FMI.

Esa sería el karl (K). Un karl representana una onza de oro.

El FMI entonces prestana en karls a intereses del 1 ó 2 por ciento, a bancos centrales miembros. Los prestatarios tendrían la seguridad de que siempre podnan pagar sus deudas en karls inmutablemente equivalentes a una onza de oro.

Al principio, el precio mundial del oro aumentaría significativamente. Pero finalmente se nivelaría.

Los opositores podían alegar que el karl o cualquier otro método de remonetarizar el oro, aún parcialmente, conferina ganancias excesivas a los grandes productores de oro como Sudáfrica y la URSS. Las críticas más agrias seguramente provendrían de políticos nada dispuestos a ceder su control sobre el dinero.

Estas críticas no son legítimas si el oro, y el oro solamente es el elemento clave en la restitución de la estabilidad y la confianza en el sistema monetario internacional.

El volátil dólar estadounidense sigue siendo la moneda internacional más activa, y es la clave del problema monetario internacional. Por lo tanto, es EE.UU. quien deberá proveer el liderazgo que tan desesperadamente se necesita para la reforma monetaria.

Debemos estar preparados para volver a crear dinero "de veras", o sea una moneda que sea una medida de valor y un almacenamiento de riqueza.

Esa moneda, reservada inicialmente para los banqueros centrales, es el karl.
De tener éxito, se prodna convertir en el precursor de la primera moneda verdaderamente internacional del mundo.--