Especiales Semana

LA POTRA ZAINA

Lina María Gaviria confiesa que el Llano lo lleva por dentro como un potro salvaje. Que no siente nostalgia al entregar la corona. Y que entre sus planes está terminar la universidad y en pocos meses contraer matrimonio.

2 de diciembre de 1996

Las agujas del viejo reloj de cuerda marcan las 4:30 de la madrugada. Un haz de luz se cuela por entre la rendija de una rústica puerta. Es el anuncio de un nuevo amanecer. Parada frente a un enorme ventanal y perdida en sus pensamientos está Lina María. Desde allí contempla el silencio poblado de pequeños sonidos imperceptibles, de apagados rumores, de misteriosos crujidos. Y al observar un punto fijo de la inmensa llanura empiezan a vislumbrarse los contornos del ganado, de los potros salvajes, de los cultivos de arroz y la palma africana.Ella permanece inmóvil. Como si estuviera devolviendo la película de su vida en el último año. Han transcurrido 12 meses desde cuando decidió montarse en una pasarela, vestirse de canutillos y lentejuelas y caminar con unos enormes tacones que nunca pudo domar. Pero el esfuerzo tuvo una buena recompensa: ese 13 de noviembre, al filo de la medianoche, su nombre comenzó a recorrer todos los rincones del país como la nueva soberana de la belleza. El último hervor de una eterna cafetera la sacó de un tajo de sus pensamientos. Lina María degustó cada sorbo de un café recién molido. Luego, vestida de vaquero, caminó rumbo a los potreros donde tres horas antes y a tientas miles de hombres habían comenzado la jornada de ordeño. Se recostó sobre un paral de la cerca y se dejó transportar por la fantasía.Recordó que todo había comenzado un día de abril de 1995. Por aquel entonces tenía 20 años. Estaba recién graduada del colegio y era una jovencita que no se maquillaba, que no usaba tacones, que no sabía de protocolo ni mucho menos de pasarelas. Su mundo eran el coleo y la música llanera. Todavía no comprende cómo terminó de reina.'La Chiquita' _como le dice su familia_ nació el 27 de septiembre de 1974, en horas en las que un color naranja intenso se apoderaba del cielo llanero. Era una luz brillante que produjo en ella una especial fascinación por la naturaleza y por su tierra: la inmensa llanura de más de 250.000 kilómetros cuadrados dueña de infinitas extensiones, ganado, aguardiente, cuatro, arpa y 'mamonas'. Creció al ritmo del joropo y casi que al mismo tiempo que aprendió a caminar Lina María ya bajaba y subía con dominio del lomo de un caballo. Sin embargo, con los años, su afición por la equitación fue superada por el baloncesto. Desde el momento en que fue elegida Señorita Colombia una agenda, con sus páginas repletas de compromisos, fue su compañera inseparable durante los últimos 12 meses. Recorrió el país de extremo a extremo realizando desfiles de beneficencia. En julio del año pasado creó la Fundación de Mujeres Solidarias del Meta con el fin de darle una mano a los ancianos, los drogadictos y las reclusas de Villavicencio.El reinado de Lina María Gaviria llega a su fin. El próximo 11 de noviembre entregará su corona. Los colombianos la recordarán como una reina sencilla, cálida, espontánea, que siempre llamó las cosas por su nombre. "A Lina María nunca se le subió el reinado a la cabeza. Siempre tuvo los pies sobre la tierra y siempre fue consciente de que una reina no tiene una varita mágica para solucionar todas las cosas. Por el contrario, una reina trabaja con las uñas y en definitiva es muy poco lo que puede hacer".