Especiales Semana

La seducción de las heliconias

Aunque todavía no es la flor más popular en el exterior, lentamente estas plantaciones desplazan los cultivos tradicionales del Eje Cafetero y el norte del Valle del Cauca.

28 de octubre de 2006

Óscar Ospina Osorio es un enamorado del agro. Desde hace cinco años dejó de mimar los surcos de café y hoy les piropea a las monumentales plántulas que florecen en cinco hectáreas de su finca La Selva, del municipio de Caicedonia, al norte del Valle del Cauca.

Óscar es un ingeniero civil y electromecánico que combina su profesión con el encanto de arañar la tierra. Su finca de 22 hectáreas, localizada en la vereda El Crucero, la comparte entre dos pasiones: el café y las heliconias. Un sentimiento que se propagó por la región hace un lustro, cuando los fenómenos naturales y la crisis comercial del grano desencantaron a cientos de caficultores, "El terremoto del Eje Cafetero, el invierno y la caída de los precios deprimió el mercado y el ánimo de quienes vivimos del café", comenta este profesional que se asoma a los 64 años de edad.

Esa 'crisis matrimonial' con el grano fue el punto de partida para destacar las bondades de una planta que abunda en forma desorganizada en la región y de la que poco sabían. En 1998 recibió como regalo un tallo de heliconia que sembró en la finca. "Notamos su exuberante belleza y de allí surgió la idea de comercializarla", recuerda Óscar, tras precisar que el tema fue discutido ampliamente con dos de sus mejores amigos y también caficultores, Fernando Libreros y Orlando Cifuentes.

Los tres debían enfrentar uno de los mayores retos del nuevo proyecto: abrirse espacio en el competido mercado de las flores. "Esa fue una de las tareas más difíciles porque poca gente sabía los usos de esta flor", manifiesta Óscar.

Para él, sembrar heliconias se convirtió en una necesidad. La estocada que puso punto final a la relación contraída con el café la dio una simple ecuación matemática: "Mientras un cultivo de café me produce dos cosechas al año, el de heliconias es continuo y sus utilidades pueden ser el doble si el mercado es favorable". Sin embargo, reconoce que lo malo del negocio es que para sembrar una hectárea con café se requieren por lo menos 6.000.000 de pesos, mientras que esa misma hectárea, con heliconias, necesita 17.000.000 pesos.

Lo que Óscar sí reconoce son las cifras favorables, que no sólo se reflejan a la hora de sembrar, sino en la producción. Una planta de heliconia produce un tallo semanal, lo que quiere decir que en una sola hectárea se puede obtener un promedio de 2.000 unidades y ese mismo cultivo se sostiene con dos empleados.

Pese a esas bondades, su amigo Fernando Libreros, otro caficultor que en la actualidad alterna sus cultivos con heliconias, es más prudente. El labriego cree que el tema de estas flores aún está virgen en el país y existen meses en los que el mercado se congela, "A finales de diciembre y en enero la venta interna de heliconias se paraliza y, por ahora, el flujo internacional es muy austero".

El argumento de Libreros tiene una explicación lógica, y es que la venta de heliconias en el exterior no tiene partida arancelaria, justamente debido a los bajos volúmenes de exportación. Analistas del mercado argumentan que la flor aún no es muy identificada en otros países y como tal se desconocen sus cualidades y el uso aplicado es incipiente. En esa tarea de masificación se encuentran Proexport y el instituto de investigaciones Humboldt, al igual que algunas de las corporaciones autónomas regionales de la región.

Una muestra de ese avance es que a la fecha, Caicedonia es el único municipio del Valle y el Eje Cafetero que cuenta con parque temático de heliconias, considerado el primer centro de educación ambiental y desarrollo agro ecoturístico de la región. Manizales, en Caldas, y el corregimiento de Salónica, en Tulúa, Valle, aún no lo tienen, pese al auge del cultivo en esas zonas.

El parque está ubicado en la vereda Limones, a 10 kilómetros del casco urbano del municipio. Cuenta con un total de 160 variedades, entre las que figuran Musa Coccinia, Hel Red Wagneriana, Bihai, Aurea, Ortotricha, Tenazas de Langosta, Opal, Guyana, Rostrata, Gingel Shampoo y Alpinias roja y rosada, entre otras, y su construcción tuvo un costo de 468.000.000 pesos que fueron aportados por el Comité de Cafeteros del Valle, la Corporación Autónoma Regional del departamento y el municipio.

La pasión por las heliconias se propagó como un virus en esa localidad. Incluso funcionarios de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata) aseguran que existen cerca de 40 hectáreas sembradas con la coqueta plántula.

Óscar Ospina mantiene la tentación de tapizar su finca de 22 hectáreas con los encantos de una flor que lo conquistó y que tiene a cientos de cafeteros tradicionales de la región sembrando ramos de esperanza.